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38-Preludio al asalto

Llegando finalmente a Berlín en un jet, tan negro como la noche, el equipo conformado por Soleyu, Stuart, Helena, Abraham y Data, quien conduce dicha nave, sobrevuela parte de la capital, pasando por encima de las plazas y edificios, como si fueran flores pequeñas o pétalos.

-¿Esto es Alemania? – pregunta el corredor.

-Es la capital, Berlín. Bonita, ¿verdad? – le contesta Helena, o Laia.

-Sí, supongo… ¿Tendremos que hablar en alemán?

-¡No será necesario! ¡Vinimos nada más que a por Syrinne! – aclara Data, o Alan, aún pilotando el jet.

-Je. De cualquier forma, si llega a serlo, me tienen a mí. – informa Abraham.

-¿Maestro Abraham, es eso un cometa? – le pregunta Stuart, maravillado.

-¿Qué?

-Si eso de allá es un cometa.

-Pero si los cometas se ven desde muy arriba, Stu…

Y cuando mira por la ventana para ver ese supuesto cometa, el hombre con sombrero rápidamente se alarma, ya que lo que ve venir no es sino un misil de la Secta Astral Europea.

-¡DATA! ¡GIRA HACIA LA DERECHA!

-¡AHHHH! ¡EN SEGUIDA! – escucha el piloto, que también lo advierte, dando de manera forzosa una vuelta hacia la derecha.

-¡WOAH! – grita Soleyu ante el imprevisto vuelco.

De suerte, todos consiguen salvarse de dicho misil, que termina explotando lejos en el aire.

-¿¡QUE HA SIDO ESO!? – exclama Laia.

-¡Miren! ¡Ha dejado un rastro en el cielo! – advierte Abraham, al notar la estela de condensación que el proyectil dejó en el aire. - ¡Data, síguelo desde una distancia prudente!

-¡Sí, maestro!- obedece el mismo, acelerando a toda velocidad.

Y el jet oscuro surca con rapidez, y cautela, los cielos. Al mismo tiempo, ya en plena noche, Zack y compañía conducen por las calles, encontrándose ya en la ciudad. Habiendo aprovechado desde lejos una sombra, el detective Andrew Misora se sumergió nuevamente a la oscuridad total hasta salir por una superficie donde se veía claramente la Puerta de Branderburgo, encontrándose cerca de allí aún pese a haberse alejado tras volver al mundo real.

-¡Viajag pog la oscuguidad es guealmente fascinante! ¿No creen? – pregunta el detective Misora.

-Yo diría que es como navegar en un submarino. – declara el muchacho.

-Y más que fascinante, lo encuentro también tétrico, señor Misora. – se sincera Syrinne.

-¡A mí me da lo mismo, porque ya llegamos! – responde Fireblast - ¡Sigue hacia el norte, viejo!

-¡No me llames viejo! – pide, mientras acelera con más fuerza.

-Señor Misora, tengo una duda. ¿No era que sus sombras tenían un límite?

-¡De día, pero de noche no! ¡Creo que ya os lo dije, Syrinne!

-Oh, cierto. En fin…

-¡Estamos por llegar a nuestro destino, Syrinne! ¡Seguramente encontraremos tanto a Soleyu como a Railo! Y a los demás Fragmentos de Omega… - la intenta animar Zack.

-¡YO ESTOY AQUÍ, GUSANO! – le grita Ouroboros, otra vez dejado en la ignorancia.

-Sí, lo se… Una vez allí, todos encontraremos lo que buscamos. Tú no sólo encontrarás a Railo, sino que también encontrarás a tu hermano, y a Jane…

-Esperemos que así sea… - responde, pensando en ella más que en su hermano.

-¡Ey! ¡Miren al cielo! – advierte el piquero.

-¿Qué ocurre?

-¡Una especie de jet negro parece dirigirse hacia el norte!

-¿¡JET!? – exclama el eidolón, que desde Syrinne, mira en el cielo a dicha nave, a la cual identifica como la de sus captores. -¡ESAS BASURAS…!

-¿¡Igán acaso hacia la Secta Astual!? – se pregunta el detective - ¡Vamos otua vez pog las sombuas!

-¡Espera, viejo! ¿¡Como vas a saber dónde salir si nunca has estado allí!?

-¡Estuve en Neubrandenburg, o Nuevo Brandenburgo! ¡Así que salduemos desde allí! – avisa, encontrando casualmente una sombra por la cual se sumerge junto al resto.

Y simultáneamente, desde la mismísima Secta Astral Europea, los Gladios que controlan la sala de armamento y carga de misiles rastreadores, detectan el jet donde Soleyu y sus “captores” se hallan.

-¡He detectado una nave oscura a más de 100 metros, y otra aún más lejos! ¡Ambas parecen dirigirse hacia acá! – informa uno de los monitores.

-¿¡Serrán los Fragmentos de Omega!? – se pregunta el comandante a cargo, el Ore Gladio Florian Wolgen - ¿Perro entonces, quiénes son los que están en el otrro avión?

-¡Señor, permiso para destruir dichas naves!

-¡Concedi…! – procede a autorizar, hasta que es callado de un puñetazo.

-¡S-Señor! – se sorprende el peón, descubriendo al Querubín, Millos, ante él y los demás monitores, acompañado por el resto de los Fragmentos Blancos.

-¡Nadie destruirá ninguna de esas naves! – ordena el corpulento agente, con su casco de murmillo en la mano, un escudo en la espalda, una hombrera de hierro con el símbolo del Gobierno Astral grabado en él, y una espada de gladiador atada a un cinturón metálico en su torso - ¡En la de atrás vienen los inútiles de Lazarus y Tabnir, junto a unos mercenarios que los ayudaron en su ahora inútil tarea de escoltar a ya saben quién!

-¿¡Pero qué hay con el jet, Millos!? ¡Tendrrás serrios prroblemas porr haberrme golpeado! – le comunica y a la vez le reprende el comandante Wolgen.

-¡El jet me huele a “Zorro Blanco”! ¡Y quiero eliminarlo yo mismo! – contesta, ignorando la amenaza.

-¡Si es Zorro Blanco entonces debe morrirr en pleno vuelo!

-¡Hazlo y quedarás manco!

-Grrr… ¡De acuerrdo, pero luego tendrrás serrios prroblemas al rrespecto! ¡No te crreas que porrque tu líderr, el Serrafín, sea alguien muy rrespetado, te salvarrás siemprre de los líos que haces!

-Farfalas, farfalas! (¡Mariposas, mariposas!) ¡Como si me importara! – responde sin preocupación, sacudiendo su mano de modo indiferente, marchándose de la sala.

-Millos…no debiste golpeag al comandante Wolgen. – le riñe Quinquel, el Ángel de la Belleza, y la mujer más pequeña del equipo.

-¡Puedes ocasionarnos una gran humillación! – lo reprende Xenophim, el Ángel de la Vigilancia, y la mujer más alta.

-¡Me lo agradecerán! ¡No soy como esos canallas de Tabnir y Lazarus, que más que Ángeles de la Guarda son perdedores buenos para nada que no saben ni escoltar a un gatito!

-¡Ay, Millos! ¡Tú, que te encanta ser bruto, no dudas en hacer lo que otros considerarían, un hecho arriesgado y poco astuto! ¡Por esto nos matarían! – le recita Troval, el Ángel de la Oda, con un arpa en la mano y una especie de gorrito en su castaña cabeza.

-¿Eso fue un halago, Troval? ¡Como sea! ¡Sé que escribirás una gran historia luego de que pulvericemos a Zack!

-¡Cuánta razón de semejante matón!

Dicho esto, el equipo de ángeles se marcha hacia la entrada de la Secta Astral Europea, esperando a por Zack. Por otro lado, en un avión o jet grisáceo, pilotado por Connor y Stefan, Jane, Geremaia, y los demás mercenarios viajan también hacia el monte Grünmeer, adelantados por un jet negro a metros de distancia.

-¡Ya he avisado a la sede de que nosotros estamos aquí, por lo que no nos atacarán! – avisa Tabnir.

-¿¡PERO QUIENES ESTÁN EN ESE JET QUE ACABA DE PASARNOS RECIÉN!? – pregunta Lazarus, inquieto.

-No pueden ser los Fragmentos de Omega. – piensa Geremaia – Ellos debieron de tomar algún otro vehículo para llegar. Y no serían tan tontos como para ir de esta manera.

-Estoy de acuerdo contigo. – le consiente Laimar.

-¿Entonces quiénes son…? – pregunta ahora Jane - ¿Será posible que sea…?

-No lo sabemos Jane. No empieces a ilusionarte tan deprisa.

-Sí. Lo siento…

-¡Oigan! ¿Qué creen que pasará una vez que lleguemos a esa famosa Secta Astral? – discute Byron con sus compañeros.

-Lo que tenga que pasar. – responde Nala, otra vez con sus oscuros anteojos.

-Nunca estuvimos allí, Byron, así que no podemos hacernos una idea de qué tipo de lugar es hasta que lo pisemos. – le contesta Thomas.

-¡Supongo que tienes razón! Aunque yo espero, honestamente, reunirme con el Saco, ¿sabéis? ¡Me cae bien!

-No eres el único que piensa eso, Byron. – le recuerda Katran.

-Claro que no. Jane también desea encontrarse con él. ¡Y la acompañaremos!

Escuchándolo, la ex oficial esboza entonces una sonrisa, creyendo que podrá reencontrarse con el chico que ama. Y de vuelta en la tierra, en otra parte del bosque que rodea el monte Grünmeer, muy cerca de su destino, los Fragmentos de Omega continúan siguiendo a Gray, que rápidamente se desplaza por entre los pastos. 

-¡YA ESTAMOS LLEGANDO, YA ESTAMOS LLEGANDO! – grita y grita Max, cada vez más emocionado.

-¿Qué les he dicho? ¡Me imaginaba que lo encontraríamos por aquí, ya que ahora estamos muy cerca de la Secta Astral! – reitera Antlar.

-…Estoy teniendo un mal presentimiento. – advierte Stroyer - ¿Han escuchado esa explosión? Fue lejos de aquí, por no mencionar solamente que esos dos vehículos aéreos se están acercando a la sede.

-¿Qué? – se sorprende su mano derecha, mirando en el mismo a dichas naves.

-¿Quiénes serán? – se pregunta Railo, poniéndose a pensar si puede tratarse acaso de la agente Canguro.

-Sí. Parece que tendremos que dividirnos para tomar tanto a Heather como a la reliquia astral.

-¡STEVEN, NOSOTROS VAMOS CONTIGO! –  avisa Louis ¡QUEREMOS RESCATAR A NUESTRA HERMANA!

-¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! – afirma Max, con Gray y March respondiendo lo mismo a su manera.

-Olvídenlo. No son rivales para Ephraim.

-¡PERO POR FAVOR, NO QUEREMOS QUEDARNOS CON LOS BRAZOS CRUZADOS!

-Claro que no se quedarán con los brazos cruzados, pero viendo cómo han sido apalizados en el castillo de Vincennes, creo que sería inutil llevarlos conmigo, Louis. Así que tú y tus hermanos ayudarán a los demás Fragmentos a asaltar la Secta Astral.

-¡NO QUIERO HACERLO, STEVEN!

-No te pregunté si querías hacerlo. Te lo ordeno. – le responde cortante.

-Louis, él tiene razón…No seremos más que estorbo.

-¡Lo sé, Gliam! ¡Pero aún así…maldita sea! ¡Di cómo vamos a dividirnos, Steven!

-Yo iré con Antlar, Railo y Schlafdat a por Heather, guiándome por Gray. Ustedes en cambio se infiltrarán en la Secta Astral, y arrasarán todo lo que encuentren a su paso hasta llegar hacia la reliquia que mora allí. Te dejo a cargo de la intrusión.

-Está bien... Pero Steven, ¡prométenos que la salvarás!

-…No puedo prometerlo. Pero intentaré traerla sana y salva.

-¡Está bien! ¡Con eso me basta!

-De acuerdo. Antlar, Railo, Schlafdat, vámonos.

-Sí. – obedecen los tres, acompañándolo. Pero antes de marcharse, Antlar le da un detalle importante al conejo - ¡La entrada a la Secta Astral no posee ni llaves ni piedras! ¡Tan sólo esperen a que los Gladios la abran!

-…Muy bien, conejo. ¿Qué haremos ahora?

-¡Déjame pensarlo!

Y simultáneamente, avanzando a través de árboles y arbustos, pisando pastos y flores en el trayecto, el detective Misora empieza a cuestionar si va por el camino correcto, pese a ser guiado por el enmascarado.

-¡Apenas puedo veg con estas gamas y hojas en medio! ¿De vegdad sabes pog dónde oguientagte, piquego?

-¡Claro que sí! ¡Te incendiaría el bosque incluso para mostrarte bien el camino, pero amo la naturaleza!

-¿¡Amas la natugaleza!? ¿¡Y pog qué me haces pasag pog encima de todos estos agbustos!? ¡Mi pobue auto

-¡Por que no hay tiempo para ir por la calle, viejo! ¡Y agradece que no hay animales aquí!

-¡Oigan…! - trata de interrumpir Zack.

-¡No me llames viejo! ¡Tengo cuaguenta!

-¡Tú no me llames piquero! ¡Llámame Fireblast!

-¡OIGAN! – los calla Syrinne, cortante.

-¿¡Qué!? – preguntan los dos al mismo tiempo, mirándola.

-¡Veo una cueva allí adelante! ¡VAN A CHOCAR!

-¡Oh, merde...! – grita el detective, que intenta frenar a tiempo.

-¡Cielos! ¡Syrinne, cúbrete! – pide el muchacho, que hace lo mismo.

-¡Ahhh!

Afortunadamente para los cuatro, el Chevrolet blanco se detiene frente a la entrada, pero extrañamente, como si algo lo estuviera bloqueando más que por accionar el freno.

-¿¡Quienes son ellos!? – pregunta Lucifer, alarmado.

-¡No lo sé! – responde Louis - ¡Quédense donde están!

Y en cuanto los pasajeros del automóvil salen, rápidamente son descubiertos e identificados por los Fragmentos de Omega ocultos.

-¡ES EL ZORRO ACOSADOR! – advierten Fuunra y Horus.

-¡Y el piquero! – advierten también los Fragmentos Maravillosos.

-¡Y la chica…! – advierte ahora Glacius, al reconocer a Syrinne.

-¿Pero quién es ese hombre? – se pregunta Louis, refiriéndose al detective.

Ante la situación todos mantienen la calma aún, esperando a que pueda ocurrir algo que les permita entrar hacia la Secta Astral. Los únicos que no parecen mantener la calma, en cambio, son Broken, que reconoce a Syrinne como a la misma amada de Soleyu, y el propio Ouroboros, que lo ve a éste desde el cuerpo de la misma.

-Ella… - comienza a murmurar el Erizo sin corazón, manifestando lentamente una terrible sonrisa malvada.

-NO ES SOLO ELLA, BROKEN. OUROBOROS ESTÁ EN SU INTERIOR. Y NOS DESCUBRIÓ.

-Lo sé. – informa, sin dejar de sonreír – Pero da igual. Ignoro qué hace ella aquí, pero una vez que la asesine, ¡Soleyu ya no tendrá razón alguna para vivir!

-ESPERO QUE ESTA VEZ UTILICES MI PODER.

-TÚ, ¿¡AQUÍ!? – habla el eidolón de cola de serpiente, tras verlo – MALDICIÓN. ¡MI AMOR, DEBEMOS HUIR! ¡ESTÁS EN PELIGRO!

-¿Qué quieres ahora? ¡No molestes! – le responde la joven irlandesa, con el pensamiento.

-¡LOS FRAGMENTOS DE OMEGA ESTÁN AQUÍ, HAZME CASO!

-¡No veo a nadie! ¡Y deja ya de continuar pretendiendo que eres Soleyu!

-¿¡QUÉ!?

-¡Tú no eres él! ¡Soleyu jamás querría matar a las personas a su alrededor, ni siquiera tiene hábitos violentos como tú, quien quiera que seas! ¡Tú solo pretendes engañarme!

-¡GRRR, ASÍ QUE ME ESCUCHASTE TODO ESTE TIEMPO!

-¡Claro que sí, ahora hazme el favor y cállate, OUROBOROS!

-JAJAJAJAJA. ILUSA. ¿QUE ME CALLE? ¡NO SABES CON QUIÉN ESTÁS HABLANDO!

-¡Sé que no eres mi amado Soleyu, monstruo! Y por tu culpa, y la de ese Fragmento de Omega que lo dejó en un estado terrible, él…

-HAS ACERTADO. SOY UN MONSTRUO. Y YA QUE ESTOY DENTRO DE TI, ¡SOY LIBRE! ¡JAJAJAJAJA! – la interrumpe.

-¿¡QUÉ!? – grita sorprendida, perdiendo rápidamente la voluntad. - ¡AHHHHHHHH!

-¡Syginne! – exclama el detective, notando con horror su transformación.

-¿¡Qué le ocurre!? – exige saber el muchacho, para luego ser derribado de manera abrupta contra el suelo por Millos, quien con armadura, y la espada y escudo en manos, se apareció desde la maleza. - ¡ARGH!

-¡Finalmente te tengo, zorrito! – se le burla el Querubín, presionando su cabeza hacia abajo - ¿Me has extrañado?

-¡M-Millos…!

-¡MALDICIÓN! – maldice Fireblast, que también es derribado súbitamente hacia el suelo por un disparo efectuado desde muy arriba por Xenophim. Si bien la bala no logró, al igual que la guadaña de Antlar, atravesarlo, la fuerza de la misma lo empujó contra el piso.

-No esperaba que el renegado apareciera también aquí. – comenta el Ángel de la Vigilancia, seria.

-Sacre mère! (¡Madre santa!) ¡Tengo que haceg algo! – se dice Misora, refugiándose por debajo de su coche.

Y en medio de toda la conmoción, una enrojecida Syrinne parece sonreír, enseñando una macabra sonrisa y unos ojos totalmente blancos que miran hacia Broken.

-Ja…ja…ja… - intenta reír el Fragmento del Alma, que rápidamente salta hacia ella.

-¡BROKEN, NO SALGAS! – le grita el conejo - ¡MALDICIÓN! ¡AHORA TENDREMOS QUE SALIR!

-¡Pero si son los Fragmentos de Omega! – comenta Millos, sin sorprenderse tanto - ¡XENOPHIM!

-¡Enseguida! – escucha su compañera, que desata una tormenta de balas con su rifle de mira telescópica hacia la organización. También, da el aviso de ataque a los Gladios.

-¡Bouclier, usa tu escudo! – le ordena Glacius

-¡Sí! – obedece éste, creando un escudo invisible con su elemento.

-¿¡Quién diablos nos está disparando!? ¿¡Es esto obra de una sola persona!? – exclama Fuunra.

-Lo es. – aclara Tetsu, que con sus ojos rojos, divisa al Ángel de la Vigilancia en la cima del monte Grünmeer.

-¡TE MATARÉ, GUSANO! ¡TE MATARÉ A TI Y A TU QUERIDA COMPAÑERA! – le asegura Ouroboros a Broken, atacándolo varias veces desde el cuerpo de la joven irlandesa con sus garras materializadas.

-¡I-In…t-tén…talo! – lo provoca, esquivando cada ataque al mismo tiempo que activa sus ojos rojos.

-¡Grrr! ¡DUMINIC, DEENEAC, INTENTEN DERRIBAR LA ENTRADA DE LA SECTA ASTRAL! ¡AHORA!

-¡Sí, Louis! – escuchan éstos, que con su fuerza bruta se estampan contra esta. Pero al igual que con el Chevrolet, “algo” los detuvo. - ¿¡Qué ocurre!?

-¡BOUCLIER, DESHAZ EL ESCUDO! ¡DUMINIC Y DEENEAC NO PUEDEN PASAR!

-¡Pego si no he hecho ningún escudo allí! ¡Además, estoy puotegiéndolos de la balacega, monsieur Lapin!

-¿¡ENTONCES QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ!?

En ese momento comienza a escucharse una melodía de arpa muy, pero muy sonora. Tanta, que todos los presentes, a excepción de Ouroboros, Fireblast, los Fragmentos Blancos y los Fragmentos de Omega con dispositivo elemental, padecen de inmediato un fuerte dolor de cabeza, sufriendo incluso fallos motores como la pérdida del equilibrio.

-¡AAHHHH! – gritan los dos gemelos, que caen al suelo al no poder mantenerse de pie.

-¿¡DE DONDE VIENE ESA MELODÍA!? – exclama Louis, dejando de sentir temporalmente sus extremidades.

-¡Oh, una gran batalla se ha desatado! – recita Troval, escondido y con tapones en los oídos - ¡Una gran batalla nocturna entre ángeles blancos y demonios negros! ¿Quién ganará está contienda en medio del arbolado?  ¡Por supuesto, nosotros!

-¿¡Quién está cantando!? – grita el payaso, que no siente ni dolores de cabeza.

-¿Extrañabas también los cantos de Troval, Zack? – le pregunta con sarcasmo el Querubín, protegido de la música por su propio casco.

-¡GUUGH! – gime de dolor el muchacho, que no puede hablar.

-¡A nosotros no nos ocurre nada! – indica Glacius a sus compañeros con nanomáquinas - ¡Ataquen al guerrero!

Pero para su pesar, de lo que fuera que estuviese en la entrada que detuvo al coche del detective y a los gemelos Twidlecutt, salen todos los Gladios al ataque.

-Malditos sean…

La batalla entonces se magnifica, y los soldados de negro abren fuego.

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