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37-Alegría

Los Fragmentos de Omega regresan hacia el vehículo aéreo por el que llegaron a Berlín. Tomando el control del mismo como piloto, Glacius asciende para luego dirigirse hacia el norte de la ciudad. En pleno aire, Lucifer evita mirar hacia afuera por razones de salud más que de vértigo, al mismo tiempo que gime por los mareos que sufre.

-¡Va a vomitar! – advierte Duminic.

-¡El rarito va a vomitar! – advierte Deeneac.

-¡QUE NO SOY UN RARITO! ¡BRRGHHHH! – responde, para marearse aún más.

-¡Jajaja, mejor no hables, Lucifer! – le sugiere Fuunra, riéndose de él.

-Lucifer-san, no mires hacia fuera si no quieres seguir mareándote. – aconseja el samurai.

-¡GRAY! ¿¡EPHRAIM SE FUE POR ALLÍ!? – le pregunta Max a su roedor, entendiéndolo perfectamente. - ¡HOMBRE DE HIELO, SIGUE ESA DIRECCIÓN!

-…Realmente, ser guiado por una rata es repugnante. – se lamenta Glacius, que continúa pilotando.

Entre tanto, el tan esperado y tardío Fragmento de Tierra, Schlafdat, ronca con indiferencia al resto de sus compañeros. Su plácido sueño, aún así, es interrumpido por el Fragmento de Agua, emocionado por conocerle.

-¡Un nuevo compañero está con nosotros! – exclama ante todos Horus, alegre e ignorado - ¿Qué se siente ser un Fragmento de Omega? ¡Dime!

-…Gut? (¿Bien?) – le contesta en alemán Schlafdat, sorprendido.

-¿Gut? ¡Habrás querido decir “bien”!

-Ja, ja… (Sí, sí…)

-¿Y qué más quieres contarme?

-Es tut mir leid, aber jetzt lass mich schlafen, bitte… (Lo siento, pero ahora déjame dormir, por favor…) – le vuelve a contestar en alemán, para luego dormirse.

-¡Ey, no te duermas! ¡Y háblame en inglés!

-No te molestes, Horus. – le dice Antlar – Friedrich es tan perezoso que como no te conoce ni a ti ni a los demás, prefiere hablarte en alemán que en inglés. Y no te preocupes, se despertará en cuanto lleguemos a donde el lirón nos guíe.

-¡Pero quiero hablarle! ¿Cómo se dice “despierta” en alemán?

-¿Para qué quieres saberlo? Él te entiende. ¿¡Acaso no lo oíste hablar en inglés cuando conversamos en su hogar!?

-Bueno, está bien. – contesta, rezongando - ¡Lo olvidé!

-¡Qué pegezoso es! ¡Hasta paga quitagse el pijama! – advierte Bouclier, sorprendido de que él conserve dicho pijama, pese a usar un chaleco emplumado, caracterizado por poseer plumas semejantes a almohadas.

-HAHAHAHAHA, COMIDA FÁCIL. – indica Finem.

-¡Tampoco te lo comerás! – le advierte a éste el Fragmento de Hierba.

-Yo no lo permitiré, Antlar-sama. – le dice Tetsu.

-¡Nadie de aquí lo permitirá! ¡Pero cielos, qué fiel eres, Tetsu!

-Vivo para servirle a usted y a Stroyer-sama.

-Steven. Quiero creer que no viajaremos directamente hacia el monte Grünmeer. Seríamos cerdos directo al matadero. – le comenta Gliam.

-Claro que no iremos hacia allá, de manera directa. En cierto punto descenderemos hacia el bosque con los paracaídas, y como pasó en Frankfurt con el Caballero Rojo, dejaremos que este avión continúe viajando por sí solo hacia delante hasta que se estrelle, ya que no posee un piloto automático. De cualquier forma nuestros enemigos ya deben de saber que lo robamos.

-Bien pensado. Aunque estoy preocupado por otra cosa en especial…

-…Heather.

-Exacto. Ahora que Ephraim destruyó la máscara de Cooper, ¿cómo vamos a calmar a una bestia?

-Esa bestia sigue siendo tu hermana.

-Lo sé. Y por eso mismo estoy preocupado.

-Ya habrá una forma, Gliam. Tan sólo espera a que la rescatemos.

-Sí. Otra no nos queda. – acepta el Gato no Sonriente, resignado.

Y junto a Broken, que parece esperar con fervor algo, Railo mira los bosques al norte de Berlín, poniéndose a pensar en la agente Canguro, la cual lo sabe todo sobre él, incluyendo todo lo relacionado a su propio padre. ¿De verdad el propio Elijah Corwin padre no se suicidó como dijo ella? ¿De ser cierto, en donde está ahora? ¿Qué es lo que hace? ¿Y cuál es su relación con los Sin Nombre? Por el momento nada se sabe.

En plena calle, tras asegurarse de que el vehículo aéreo se perdió en el horizonte, Canguro corre y corre rápidamente hacia la casa de Friedrich Dernok, de quien ahora es, sin estar consciente de las consecuencias, Schlafdat de la Tierra, sacándose de la boca una dentadura postiza de can con la que mordió a Railo. Luego quita su teléfono móvil.

-¡Canguro aquí, señor! ¿Me escucha?

-Alto y claro. ¿Tienes a la joven?

-¡Estoy por encontrarla, y Antlar no lo sabe! ¿Ya han llegado aquí?

-Sí. Las vamos a estar esperando en la Alexanderplatz.

-¡Entendido! ¡Una cosa más, señor!

-Dime.

-Allie no sabe nada de esto. Ni siquiera sabe que su hermano es una mala persona. Si se llegara a enterar de la clase de inmundicia que es él, justo cuando está empezando a ser feliz, se le rompería el corazón. Y considerando que aún no maduró completamente, el daño podría ser irreparable. ¡Podría suicidarse, o morir de tristeza!

-Cálmate, Canguro. No exageres. Entiendo a lo que quieres ir. Nos pides que le mintamos a fin de que no sepa la verdad… ¿Pero qué le vas a decir tú cuando la rescates?

-Le diré cualquier cosa que sea necesario decir, señor. Prefiero que por ahora viva bajo nuestra mentira que la de su maldito hermano.

-…Estoy orgulloso de ti, Canguro. Nos vemos en un rato.

-Sí señor…cambio y fuera. – se despide, en el fondo contenta por escuchar dichas palabras.

Y en cuanto llega a su destino, toca con mucha urgencia la puerta, sin molestarse en comprobar mediante las ventanas si su amiga está dentro, ya que sabe que lo está. Ante semejante ruido, Allie, que se encontraba leyendo un pequeño libro en el comedor, se asusta, ya que está sola. El miedo que está ganando a causa de los muchísimos golpes le impide contestar.

-¡Allie, soy yo, Kaitlyn! - grita y golpea Canguro, con todas sus fuerzas.

-¿Kay...? ¿¡KAITLYN!? - se sorprende la joven, que por medio de las ventanas comprueba que es, en efecto, ella.

-¡Sí, soy yo! ¡Por favor, ábreme la puerta!

-¡No puedo hacerlo! ¡No tengo la llave!

-¡Cielo santo! ¿Puedes salir por alguna ventana? ¿Algún lugar?

-¿Qué…? ¿Qué es lo que ocurre, Kaitlyn?

-… ¡Tu hermano me envió a buscarte! – le miente.

-¿¡En serio!? – responde, algo incrédula, recordando que antes de marcharse nuevamente con Friedrich, le dijo que no le contestara a absolutamente nadie, pidiéndole luego a su amigo que cerrara firmemente la puerta y las ventanas.

-¡Sí! ¡Por favor, déjame entrar!

-¡La puerta está cerrada, te lo acabo de decir! ¡Ni siquiera puedo abrir las ventanas!

-Entiendo… ¡apártate de la puerta!

-¿¡Apartarme!? ¿Pero qué vas a...? - demanda saber, espantándose en cuanto ve que la puerta principal comienza a temblar un total de tres veces, a causa de las patadas que la agente le propina.

-¡Maldita sea! ¡Desde afuera no se puede derribar! ¡Ahora regreso!

-¿Qué...? ¡Kay!

Nuevamente, Allie se queda sola, escuchando cómo Kay parece retirarse del lugar en busca de algún medio para abrir la puerta. Esto hace confirmar a la joven, que algo extraño está sucediendo.    
Y entonces, escucha cómo de la parte trasera de la casa, un vidrio se rompe. Sumiéndose en la inseguridad, estima que se trata de una de las varias ventanas de la casa. Que alguien, con malas intenciones, encontró el momento adecuado para ingresar y conseguir a la muchacha, tras esperar a que Kaytlin se marchase.
Sin poder moverse a causa del miedo, Allie se queda inerte, mirando fijamente hacia el pasillo de donde vino el ruido de la ventana rota. Ve cómo no parece pasar nada por unos segundos, hasta que el pomo de una de las puertas de las habitaciones gira con brusquedad. Y entonces la dichosa puerta se abre...

Rápidamente, la joven aparta su mirada y se tapa los ojos con las manos. Pero contrario a lo que pensó, nada malo ocurre. Por que cuando devuelve la mirada, descubre a la agente Canguro, y a la vez a su primera amiga, a sus espaldas, lo que rápidamente la sobresalta, aunque a la vez la pone feliz y tranquila.

-¡Estás bien! – exclama la Sin Nombre, abrazándola con preocupación.

-¡Kay! – le responde, con otro abrazo - ¿Qué...que está pasando? ¿Y por qué luces ese...traje?

-Escúchame bien… Necesito que te vengas conmigo hacia la Alexanderplatz, ¿sí?

-¿Por...qué?

-Porque…corres peligro.

Dichas palabras confirman sus no tan raras sospechas.

-¿¡Peligro!? ¿¡Qué está pasando aquí!?

-Tu hermano…no es un científico como te hizo creer, Allie. Ni siquiera yo soy una científica.

-¿¡Qué!? ¿¡Entonces qué son!?

-Somos…agentes secretos. – le confiesa y le miente a la vez – Y estamos persiguiendo a un grupo conocido como los Fragmentos de Omega, cuyo líder es un hombre malvado y cruel que quiere controlar o destruir el mundo.

-¿Fragmentos…de Omega?

-Sí. Alban es por así decirlo, el agente más temerario. Fue siguiéndole el rastro, hasta finalmente infiltrarse en su organización. Y en un descuido, te dejó en la casa de uno de sus nuevos miembros.

-¿¡En serio!? ¿¡El señor Dernok es una mala persona!?

-Probablemente no, pero quién sabe, tal vez lo será, ahora que se unió. Y de seguir aquí, seguramente él y los demás miembros… sobre todo el segundo al mando, que es alguien muy manipulador, te raptará sin que tu hermano pueda hacer algo al respecto.

-No…No quiero… ¡No permitas que me rapten, Kay! – le implora la joven, totalmente horrorizada.

-¡Por supuesto que no lo haré! ¡Por eso vine aquí, ya que Alban…me pidió hacerlo! – vuelve a mentir, lamentándose en silencio por defender el “honor” de Antlar.

-¡Muchas gracias, Kay! – le agradece Allie, sin dejar de abrazarla aún - ¿Y cómo saldremos de aquí? ¿De la misma forma que entraste?

-No. ¡Saldremos por la puerta!

-¡Pero si está firmemente cerrada!

-¡Ya no lo estará! – asegura, pateándola desde dentro varias veces hasta dañar la cerradura, y por consiguiente abrirla - ¡Bingo!

-¡La has abierto! – le dice, muy sorprendida, admirando su fuerza.

-¡Sígueme, vamos hacia mi coche!

Y las dos amigas se mueven hacia el auto, ubicado a un par de cuadras, volviéndose a subir a él bajo la luz de la luna. A toda prisa, Canguro conduce hacia la Alexanderplatz, permitiendo que Allie se siente a su lado, muy triste por la situación.

-…Kay… - le habla, mirándola.

-¿Sí, Allie?

-¿Qué será…ahora?

-Ya te lo dije. Iremos a la Alexanderplatz. Allí nos reuniremos con mi equipo. 

-¿Tu equipo? Claro... imagino que tú y Alban no son los únicos agentes secretos...

-Así es... Pero descuida, no son malas personas. De hecho, mi hermana mayor es una agente también, y trabaja conmigo.

-¿En serio...? ¡Qué maravilla! Ja...jaja... - intenta reír, pero no lo consigue. Su tristeza es tal que no puede disimular no tenerla.

-Ja... Escucha... Ella, yo, y el resto de mi equipo te dejaremos en un lugar seguro antes de perseguir a los Fragmentos de Omega. Juro que no será por mucho tiempo.

-¿No…me dejarás…sola? - le pregunta mientras comienza a llorar.

-…No. Claro que no te dejaré sola. Estoy empezando a conocerte, pero realmente me caes bien. Y considerando además la situación actual, simplemente no puedo hacerlo.

-¿De verdad...?

-Sí, Allie... ¡Deja de llorar, por favor...!

-¡K-Kay...!

-¡No...no lo haré! ¡Te lo prometo! ¡No te dejaré nunca sola! Tu… y yo…viviremos juntas…a partir…de ahora... - empieza a contestarle, emocionándose hasta el punto de llorar también, mientras continúa con las manos al volante. 

Porque comienza a recordar a la vez el paseo que ambas han hecho en plena tarde, y los momentos que pasó años atrás junto a Mantis. Junto a aquel Mantis que solía recordar como un apuesto, divertido y carismático compañero, mucho antes de revelarse como verdaderamente es. Un asco de persona. Un asco de persona, que en lugar de ser alguien humilde y sereno por la falta de infancia y la temprana adultez que experimentó, eligió ser alguien que no siente vergüenza alguna en usar a los demás con fin de lograr sus incomprensibles objetivos. 
Y al que sin embargo, muestra ante su inocente hermana como un heroico ser humano, siendo en realidad todo lo contrario, prefiriendo que ésta sufriera temporalmente con la mentira que de manera permanente con la verdad, para la cual no está preparada aún, a fin de no perder la felicidad que está comenzando a experimentar por vivir.

-¡Kay…te quiero mucho! - le dice Allie, llorando cada vez más.

-¡Y YO TAMBIÉN, ALLIE! ¡YO TAMBIÉN! – le contesta a gritos, también sumisa en llantos.

Y bajo un semáforo en rojo, presa de las tantas emociones que ocupan su cabeza, entre lágrimas, Canguro desea soltar ahora mismo el volante para abrazar con todas sus fuerzas a su joven amiga. Y así lo hace, sin dejar de soltarla, llorando junto a ella hasta el momento que dicho semáforo cambia de color...

Por otra parte, aún volando, los Fragmentos de Omega, o precisamente, Glacius, sigue la dirección que Gray, el lirón, increíblemente le indica haciendo movimientos e inclinaciones con su pequeña nariz, por encima del mando.

-¡Sigue adelante! ¡Pronto llegaremos hacia nuestra hermana mayor! – le pide Louis al Fragmento de Hielo.

-No soy sordo. Cállate y déjame pilotar con normalidad.

-¡Lo sé! ¡Continúa!

-¿Qué te acabo de decir, conejo tonto?

Y cuando los dos Fragmentos comienzan a discutir, el pequeño roedor de pronto se queda quieto. Quieto del pánico, puesto que a lo lejos, en el norte, con sus pequeños pero precisos ojitos, ahora tan grandes como pelotas, divisa dos misiles blancos, que van directo hacia su dirección.

-¡Gray! ¿Qué es lo que te…? – le pregunta el conejo, para descubrir al instante, con horror, lo que lo asustó.

-¡¡¡STROYER, LOS MISILES VIENEN HACIA AQUÍ!!! – informa de inmediato Glacius, descendiendo de altura en un intento de esquivarlos. Y si bien logra esquivar uno, el otro destroza una de las alas del pequeño avión, generando al instante una falla en el mismo.

-¡MIERDA! ¡SALTEN AHORA! ¡CON LOS PARACAÍDAS! – ordena Antlar.

-¿¡Cómo nos encontraron!? – cuestiona Railo, incrédulo ante la situación. - ¡NI SIQUIERA ESTAMOS ACERCÁNDONOS HACIA EL MONTE!

-¡Ya sabían que robamos este vehículo! ¡Y se ve que aún así nos han detectado, aún sobre esta zona! ¡Salta! – le informa Gliam, siendo el primero en salir del avión. Luego, todos le siguen.

-¡MAAAARRRRCCCCHHHH! ¡NO QUIERO MORIRRRRRRRR! – le dice el Sombrerero entre sollozos a su liebre, que también está aterrorizada.

-¡Max, cállate y usa tu paracaídas! – le ordena Louis, con Gray en sus manos, el cual salta de regreso hacia Max.

-HAHAHAHAHA, YO NO NECESITO PARACAÍDAS – avisa Finem, que se convierte en el segundo en saltar, desatando a la vez sus alas.

-Huh? Sind wir hier…? (¿Huh? ¿Ya llegamos…?) ¡AHH! – se despierta Schlafdat, asustándose al instante.

Y en medio de la caída mortal que el avión está haciendo, todos los Fragmentos de Omega salen del mismo con sus paracaídas a fin de evitar sus muertes. La altura a la que saltaron para su suerte les permite utilizar a tiempo sus paracaídas, llegando a tierra el tiempo suficiente para escapar de la inevitable explosión del vehículo. El impacto de la misma es tal, que por mala suerte, Lucifer cae mientras vomitaba por sus repentinos mareos, estrellando su cara contra su propio vómito.

-¡No me puede estar pasando esto...! ¡HORUS! – lo llama el metalero, sintiéndose en el fondo afortunado de sobrevivir.

-¡Aquí estoy, Lucifer! ¡Euu, qué asco!

-¡Cierra la boca y límpiame la cara!

-¿Con qué?

-¡CON TU AGUA, IMBÉCIL DE MIERDA!

-¡Lo siento! – se disculpa rápidamente, creando un chorro de agua que lo moja por completo. El vómito en el Fragmento de Luz desaparece, así también como su maquillaje.

-¡Ya está…! ¡Oh, tu cara!

-¿Qué hay con mi cara?

-¡Ya no es blanca, ni negra!

-¿Qué? ¡Oh, cielos! ¡Mi maquillaje! – se preocupa éste, tocándose la limpia cara con las manos.

-¡No tienes un rostro tan temerario!

-¿¡Y qué!? ¿¡Acaso te estoy gustando!? ¡Mírame! ¡Sin mi maquillaje parezco un niño pequeño, porque tengo cara de infante!

-¿Dónde? ¡Yo tendría que decir eso de la cara además!

-¡Me da igual! ¡Crea un chorro de agua aquí en el suelo!

-¿Por qué?

-¡NECESITO UN REFLEJO PARA MAQUILLARME! ¿VES ACASO UN ESPEJO POR AQUÍ? – le hace entender, quitando de su chaleco varias pinturas.

-¡Ya, ya! – escucha Horus, haciendo lo que le pide.

-¡Horus, donde estás! – le grita Fuunra, acompañado del resto de los Fragmentos.

-¡Maestro Fuunra, estoy aquí, con Lucifer!

Escuchándolo, el payaso y sus compañeros van hacia él.

-¡Qué alivio que todos estemos bien...! ¿Qué está haciendo Lucifer?

-¡Se está maquillando!

-¿Maquillar, por…? – pregunta para callarse al verlo a éste sin estar pintado. - ¡JAJAJAJAJAJA!

-¿¡DE QUE TE RÍES, PAYASO DE MIERDA!?

-¡JAJAJAJAJA! ¡PARECES UN BEBÉ CON ESE ROSTRO! ¡DE DEMONIO A SIMPLE DIABLITO! ¡JAJAJAJAJAJAJA!

-¡VETE A TOMAR POR CULO! – le maldice, pintándose el rostro de blanco y luego de negro.

Y Fuunra continúa riéndose tanto que cae al suelo, sin que cesen aún las carcajadas.

-¿Se calmará? – pregunta Railo, algo preocupado y aliviado de salir ileso.

-Deberá hacerlo. Tenemos que seguir adelante. – responde Tetsu.

Entonces, un molesto Broken aparece, y utiliza su elemento para deprimir al payaso. Las risas interminables ahora cesan.

-Mmph…

-¡OH, DUMINIC, ESTOY FELIZ DE QUE ESTÉS BIEN! – le exclama Deeneac a su hermano, chocando ambos sus máscaras en medio de un abrazo.

-¡LO MISMO DIGO, DEENEAC! ¡OH!

-¡OHHHH, GRAY, GRAY! ¡ESTOY FELIZ DE QUE ESTÉS BIEN! – le suspira con alegría Max a su ratoncito.

-¿Ese souris no pogtagá enfegmedades? ¡hip! ¡hip! – pregunta Bouclier, aún asustado por el ataque aéreo.

-¡No, pero preocúpate ahora por lo que dirán nuestros líderes! – le responde Louis.

-…Max, ¿tu lirón aún puede olfatear a Heather?

-¡SI, STEVEN! ¡GRAY, LLÉVANOS HACIA ELLA!

El animalito entonces obedece y se tira al suelo, moviéndose por un camino de árboles con todos los Fragmentos de Omega a sus espaldas.

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