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34-Las fieras

Después de traicionar a sus antiguos camaradas del Gobierno Astral, el segundo al mando original de los Fragmentos de Omega, Antlar de la Hierba, finalmente retoma su lugar en la organización. Y junto con sus compañeros y su líder se mueven del bosque donde estaban hacia la granja abandonada que sirve de base para los Gladios en Frankfurt.
Al llegar, encuentran allí a los Fragmentos Maravillosos, que se asombran de volver a ver al amigo de su hermana mayor, rodeado de varios Gladios inconscientes.

-¡Anthony está aquí! – avisa Louis, al revisar uno de los vehículos tanto terrestres como voladores del Gobierno Astral.

-¿¡ANTHONY!? – gritan incrédulos los gemelos Tweedle al mismo tiempo.

-¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! ¡ANTHONY HA VUELTO! – exclama Max, feliz al igual que March.

-Parece que has dejado para siempre el Gobierno Astral. – le dice Gliam, también contento de verle.

-¡Qué tal, chicos! ¡Me alegro de volver a verlos! Pese a estas circunstancias… - saluda con seriedad Antlar. – Y sí Gliam. He dejado el Gobierno para siempre, puesto que ya tengo lo que quería... ¿¡Qué te pasó!?

-Oh, ¿las cicatrices? Fueron un regalo de despedida de Ephraim…cuando me quitó a Heather sin que pudiera hacer nada.

-Ya veo… - responde, con rencor hacia el Rey de los Tahúres – Veo además que se las han apañado solitos contra todos estos Gladios.

-Quien se las apañó en realidad fue March. Con su inocente imagen de liebre, engañó a los soldados para luego noquearlos uno por uno con un suero adormecedor que Louis preparó. Luego de un minuto cayeron como bebés.

-Entiendo. Bueno, tomemos uno de los vehículos aéreos y larguémonos de inmediato, antes de que los otros Gladios regresen de la ruta por la que el Caballero Rojo fue para ser destruido.

-¡Si! – le da la razón el conejo - ¡Pero esta vez no conduciré yo! ¿Quién quiere reemplazar a este cansado conejo?

-Yo. – contesta Glacius.

-¡Muy bien! ¡Espero que sepas manejar un avión!

-¿Olvidas que yo te ayudé a pilotar el Galimatazo hace tres meses?

-¿Aún con el miedo hacia las alturas que posees?

-Así es. – afirma con desprecio.

Entonces todos se suben al gran automóvil del Gobierno Astral, semejante a una mezcla de avión militar y helicóptero, totalmente negro, y con la estrella de tres puntas en uno de los costados. Ya dentro, el Fragmento de Hielo pisa el pedal, volando a toda prisa hacia la capital de Alemania con el resto de su organización.
Y por otra parte, aún en Francia, tras perder de vista a sus dos cazadores, Ofidius, Guantelete, Rangery y Piercivals se meten dentro de una cueva bajo el ocaso. Dentro, descubren a un montón de Guardianes de la Historia, muertos y despedazados brutalmente por alguna especie de animal o monstruo.

-¿Eztá aquí? – pregunta el homúnculo de capa andrajosa.

-¡Sí, lord Ofidius! Tan sólo hay que tener cuidado de que no nos tome por comida... – dice con preocupación el supuesto director de orquesta.

-¡Si llega a hacerlo, haré escombros toda esta cueva! – avisa el forajido.

-Avanzemos con precauzión de todaz formaz…ya que ez como yo.

Caminando con cautela, los tres homúnculos avanzan más y más en la cueva, escuchando ruidos en el acto. Ruidos de alguien masticando y masticando pedazos de carne humana, bajo un apetito anormalmente insaciable, pese a que en realidad, no necesita comer para vivir. Simplemente lo hace por que sí.
Al final, el trío llega hacia el límite, y hallan de espaldas a la criatura que buscaban, la cual todavía está comiendo.

-…¿Erez tú, Cromania? – le pregunta Ofidius, mientras Guantelete sisea con cierto temor.

-Ñam…ñam… ¿¡EH!?

La criatura da la vuelta al instante, observando a sus visitantes…o mejor dicho, compañeros, ya que es como ellos. Por compartir los ojos dorados y la capacidad de controlar los elementos de la naturaleza. Y su llamativo aspecto, ya que su chaqueta y su gorro, pese a ser de diversos colores, recuerdan al de un camaleón, por no agregar que posee una lengua muy larga.

-¿¡OFIDIUS!? ¿¡ERES TÚ, OFIDIUS!? – habla rápidamente el homúnculo, sorprendiendo a su camarada.

-¿Cromania…? – responde éste, sorprendido de verlo “diferente”, y no por su desmesurada y mórbida obesidad.

-¡CROMATONIO! ¡MI NOMBRE ES CROMATONIO! – le “aclara” Cromatonio Adaptazia, que con un chasquido de dedos se vuelve de inmediato esbelto.

-…Entiendo. Veo que haz pazado por mucho traz el ataque zorpreza a nueztra baze.

-¡NI TE LO IMAGINES! ¡ESOS MALDITOS HUMANOS QUE ME ENCONTRARON ME HAN ENCERRADO EN UN CALABOZO SUBTERRÁNEO! ¡ME DIERON DE COMER ALIMENTOS QUE NO DESEABA EN ABSOLUTO, YA QUE QUERÍA COMER CARNE FRESCA!

-Pero zi tú no nezezitaz comer… No erez como loz humanoz…

-¡AÚN ASÍ ME ENCANTA COMER, Y LO SABES! ¡GENERA UN GRAN PLACER, SOBRE TODO SI DEVORAS LO QUE TE GUSTA, JUJUJU! ¡DE TODOS MODOS, YA ME HE LIBRADO DE ELLOS! ¡Y MIRA, TENGO TODAVÍA EN MIS MANOS LOS GRILLETES CON LOS QUE ME APRESARON!

-Algo que no entiendo ez que alguien como tú, que pozee una gran fuerza fízica máz allá de la habitual, ze haya dejado capturar por zemejantez inzectos…

-¡TRAS EL ATAQUE A “ANIMAS HOMUNCULI”, HUÍ CON VARIOS HOMÚNCULOS MÁS! ¡ENTRE ELLOS, ESOS DOS DE ALLÍ! ¡Y DURANTE MI ESCAPE, FUI HERIDO EN LA CABEZA! ¡TUVE SUERTE DE SOBREVIVIR, PERO MI CONTROL SOBRE EL ELEMENTO CUERPO SE VIO PERJUDICADO DE MANERA PERMANENTE A CAUSA DE ELLO! ¡Y ES POR ESO QUE PUDIERON CAPTURARME LOS HUMANOS DE ÉSTA ÉPOCA!

-Vaya…¿Cómo que tu control del elemento Cuerpo ze vio perjudicado?

-¡JUJUJU, NO ME ENTENDERÍAS SI ME PUSIERA A CONTÁRTELO! ¡YO AÚN PUEDO CREAR Y MANIPULAR DICHO ELEMENTO A LA PERFECCIÓN! ¡PERO EL PROBLEMA VIENE CUANDO MI CUERPO SE MODIFICA SOLO, EN LOS MOMENTOS MENOS ESPERADOS! ¡MÍRAME AHORA, NO PUEDO CAMINAR BIEN ASÍ! ¡TENGO QUE USAR ESTAS PLACAS EN MIS PIES PARA MANTENERME DE PIE!

-Oh…creo que te comprendo ya. Como zea, ez hora de que noz marchemoz hazia Alemania. Debemoz perzeguir a loz Fragmentoz de Omega, porque Loz Diozez azí lo quieren.

-¡JUJUJU! ¡TIENES RAZÓN! ¡ME MUERO POR COMÉRMELOS A TODOS! ¡PERO ANTES DEBES ESPERAR!

-¿Por qué?

-¡PORQUE ÉL VENDRÁ!

Y en ese mismo instante, un fuerte temblor se da lugar. Dicho temblor es tan fuerte, que no sólo da la impresión de hundir toda la cueva, sino que hace pensar que el vaquero hizo uno de sus disparos.

-¿Qué ezta pazando? ¿Haz hecho algo, Rangery?

-¡No hice nada!

-¡JUJUJU! ¡NO TEMAN! ¡ES EL GRAN PI!

-¿¡El Gran…Pi!? – se asombra Piercivals.

Entonces, la pared rocosa se hace pedazos, revelando por encima de los escombros de la misma, a una colosal y oscura monstruosidad ante los homúnculos, siendo sus ojos dorados lo único visible. Apenas se aparece, golpea el suelo con la cola a fin de exigir respeto.

-Miz rezpetoz…Gran Pi. – se inclina Ofidius, lealmente, con Guantelete hundiendo la cabeza, también en señal de respeto.

-JUJUJU… - vuelve a reír Cromatonio, inclinándose también como Rangery y Piercivals. – GRACIAS A USTED NOS REENCONTRAMOS.

La enigmática monstruosidad, ante la mutua reverencia, comienza a hablarles en un lenguaje que no parece ser de este mundo.

-LOS FRAGMENTOS DE OMEGA VENDRÁN A POR LA RELIQUIA QUE ESTÁ GUARECIDA EN AQUEL MONTE. SU MISIÓN SERÁ, POR SUPUESTO, MATARLOS. PERO HAY UN PEQUEÑO PROBLEMA. SABRÁN QUE TANTO LOS HUMANOS COMO LOS DEL GOBIERNO ASTRAL ESTÁN USANDO COMO HERRAMIENTAS A ALGUNOS HOMÚNCULOS. Y ALLÍ MISMO EXISTE UNO DE ELLOS, QUE JURÓ SOLEMNE LEALTAD A TODA LA HUMANIDAD.

-Zuzio traidor… - maldice el homúnculo serpentino, que responde en el mismo idioma desconocido.

-ESE HOMÚNCULO MORA ALLÍ DESDE HACE MÁS DE CINCO SIGLOS, JUNTO A SU ANIMAL, SIENDO AMBOS ENCARGADOS DE PROTEGER LA RELIQUIA QUE LOS FRAGMENTOS DESEAN TOMAR.

-Y uzted, todopoderozo zeñor de la juventud y del pazado, ¿dezea que acabemoz con él?  

-NO. INTENTEN CONVENCERLO DE VOLVER A SERVIRNOS, PERO TENED CUIDADO POR SI OS ATACA. ES PODEROSO, PESE A SER “ORDINARIO”. DE LO CONTRARIO, PODÉIS DESTRUIRLO.

-Entiendo. Puez haremoz lo que uzted dezee entonzez, mi zeñor...

-MUY BIEN. AHORA PREPARAOS, PORQUE SERÉIS ENVIADOS HACIA ESE LUGAR. – responde la bestia, creando ante sus siervos, un agujero en el suelo.

-¡Se hará lo que dictamina, Gran Pi! – promete el homúnculo de dientes, extrañado del agujero pero sin estar dispuesto a quejarse.

-Bien…Uzémozlo para ir hazia Berlín ahora.

-¡Yeehah! ¡Hora de divertirnos! – grita excitado el pistolero.

-¡JUJUJU!

Poniéndose entonces de acuerdo, los cuatro homúnculos parten hacia el país germano a través del agujero, que como si se tratara del ingreso a otro mundo, los lleva rápidamente hacia su destino por medio de una onda expansiva, que los arrastra a toda velocidad hasta Alemania. 
Y en ese mismo momento, a la vez que el monstruo conocido como “Pi” desaparece, los Guardianes, Oni y Odín, se acercan con seguridad, e incluso con asco, al final de la cueva parisina. El haberles hecho creer a los humanos artificiales que los perdieron para poder acecharlos sin ser detectados valió la pena. 

-¿Qué fue ese temblor? ¿Acaso hubo una gran bestia aquí junto a esos homúnculos? – comienza a cuestionar el ogro, que camina entre los cadáveres.

-Yo…no lo sé.

-En fin. ¿Los has escuchado también, Odín? Viajarán hacia Alemania.

-Son unos monstruos… Han matado a todos estos ... Creo que voy a vomitar si sigo aquí. Utiliza el Fragmentador para irnos ya, Oni.

-Sí. – accede su compañero, creando otro portal de la oscuridad hacia su próximo destino, por el cual desaparecen ambos dejando ya la cueva, hasta que otros Guardianes vengan para tomar los cadáveres de sus compañeros…o lo que quedó de ellos...

Y en otra parte de Francia, mientras aún permanece allí, Ephraim planifica entre maldiciones y quejas cómo va a ir a por Stroyer y los demás Fragmentos de Omega, junto a una totalmente inmóvil Heather, que todavía mantiene la espada en mano, la posición de ataque, y la mirada llena de odio. Ambos se hallan en una especie de plazoleta, sin gente alrededor.

-¡Ay, ay, ay! ¡Tengo que pensar en algo! ¡Viajar hacia Alemania no me supone ningún problema! ¡Tengo la fortuna suficiente como para comprar cien aviones privados a fin de irme ya! ¡Puedo saber a dónde irán Steven y sus lacayos por medio de mis visiones! ¡Puedo enfrentármelos sin ayuda! ¿¡Pero qué haré si esos malnacidos de Ofidius y sus compañeros me encuentran otra vez!? ¡Heather, dime que hago!

Sin embargo ella no le dice nada, ya que está inmóvil.

-¡Ya sé! ¡Puedo conseguirme más sicarios…para que me los maten con facilidad! ¡Si con los Fragmentos no han podido, con ellos menos! ¡Ay, ay, ay! ¡Tiene que haber otra forma!

Y es en ese momento, que siente no una, sino tres presencias cerca de él. 

-¿¡QUIÉN ANDA AHÍ!? – exclama, esgrimiendo su cuchillo.

Nadie le responde.

-¡SÉ QUE HAY ALGUIEN POR AHÍ! ¡QUIEN QUIERA QUE SEAN, NO ME HAGAN IR A POR USTEDES! ¡ASÍ QUE APARÉZCANSE YA!

-…Como guste.

-Como desee.

-Como quegáis.

-¿¡EH!?

Desde las sombras, sin salir aún de las mismas, se dejan ver tres monstruos hechos de piedra ante él. Tres monstruos, cuyo aspecto había visto ya en el castillo de Vincennes, al compararlo con el de las demás gárgolas de la fortificación por sus características llamativas. Cuernos pequeños; dientes afilados; cuerpos hechos de piedra; agujas afiladas en sus codos y rodillas, y un aspecto feral y algo vampiresco.

-¡Monstruos! – los llama Caraquemada, sorprendido. ¡Son unos monstruos! ¡Se parecen a las gárgolas de aquel castillo!

-De hecho somos gágolas, segnog. Hechas a medida de los vampigos para segvigle. – contesta la más grande de ellas, poseedor de una cola de reptil larga y superando por una cabeza al humano.

-De día no podemos movegnos. Pero a medida que la noche se acegca, dejamos de estag quietas. – añade la más baja, cuyo aspecto recuerda al de un diablillo pequeño, o al de un perrito.

-De noche nunca nos cansamos, gacias a la luz de la luna. Y a medida que el sol lentamente desapagece, poduemos movegnos sombua pog sombua. – anuncia la única que posee alas, cuyo aspecto se asemeja indirectamente al de un mítico grifo.

-¿¡Y qué quieren de mí unas gárgolas!? ¡Pensé que no existían más que como simbólicas estatuas!

-Bueno, como de día no podemos movegnos, es lógico que nos convigtamos en ciegto modo, en estatuas. – vuelve a responder la gárgola más alta.

-¡Sí, sí! ¡Ahora díganme qué quieren!

-Bueno, quegemos segvigle, segnog.

-Bueno, acompagnaglo.

-¿¡Qué!?

-Lo que ha oído. Nosotuas, las gágolas, segvimos desde antagno a aquellos con podeg. Fuimos cueadas hace mucho tiempo con tal de protegeg a las pegsonas de alcugnia y podeg tanto político como económico. Así seguimos, hasta que el castillo de Vincennes dejó de seg una gesidencia monágquica. Como sabuá, los tiempos han cambiado. Y pegmanecimos así de inmóviles, en espega de un nuevo segnog desde hace muchos años, hasta que finalmente lo encontuamos a usted, al “Quemado de Vincennes”.

-¿¡Quemado de Vincennes!? ¿Pero por qué me escogieron a mí? ¡No fui el único que estuvo allí en el castillo!

-Lo sabemos. – empieza a hablarle la gárgola más pequeña – Pero usted fue capaz de deteneg el tiempo, pog lo que lo considegamos el más podegoso de todas esas pegsonas que contuolaban los elementos de la natugaleza, ya que si detiene el tiempo cuando es de noche, ésta nunca se igá, y nosotuas poduemos segle más útiles de esta manega.

-Vaya, vaya… ¿Y ustedes son las únicas gárgolas “con vida” de aquel castillo?

-Lo negamos. – le contesta la gárgola alada – Todas las gágolas de la fogtificación y de toda Francia están tan vivas como nosotuas tues, pero fuimos las únicas que accediegon a buscaglo a usted, ya que las demás no cueían en sus podeges.

-¡Jajajá, pues debo decir que no me esperaba esto! ¿Has visto, mi amor? ¡El tiempo me está favoreciendo!

-¿Pog qué esa humana pagece estag detenida?

-¿Pog qué pagece estag enojada?

-¿Pog qué es zugda?

-¡La he paralizado con mi poder elemental! ¡Es una larga historia! Ahora díganme sus nombres…si es que tienen.

-Yo soy Hugo, el alto. – dice la gárgola de mayor altura.

-Yo soy Pieter, el enano. – dice la gárgola de menor altura

-Yo soy Gérard, el alado. – dice la gárgola con alas.

-¡Muy bien! ¡Yo soy su nuevo señor, Ephraim Decken! ¡Y no el dichoso “quemado de Vincennes” o como lo que sea que querían llamarme! Y ya que está oscureciendo, ¿pueden moverse, o incluso volar?

-Sólo Gérard puede volag, mon segnog.

-Sólo si lo desea, mon segnog.

-Sólo pog las noches. Y aún no se ve la luna, mon segnog.

-¡Eso no será un problema! – asegura, acelerando el tiempo a su alrededor con un simple chasquido. Como si se estuviese adelantando una película en la televisión, el ocaso rápidamente desaparece para ser sustituido por la luna misma. A partir de ahí, deja detenido el tiempo.

-Ahora sí se poduá, mon segnog.

-Ahora Gérard puede volag, mon segnog.

-Ahora estoy completamente a sus ógdenes, mon segnog.

-¡Perfecto! ¡De esta manera llegaré a Alemania y podré enfrentarme tanto a Ofidius como a Steven! ¿Pueden subirse?

-Sí segnog. El peso no es un puoblema paga nosotuas. – afirma Hugo. 

-Sí segnog. Podemos enganchagunos con facilidad. – afirma Pieter

-¡Genial! ¡Vámonos mi amor, es hora de ir a Berlín! – le dice a su Reina de Corazones, tomándola consigo sobre la parte superior de Gérard - ¡Vuela hacia el norte!

-Sí segnog. Sosténgase bien. – obedece la pétrea y alada criatura que ya emprende vuelo, con Hugo y Pieter agarrados de sus pies traseros.

-¡Que hermosa vista nocturna! ¿¡No lo crees, Heather!? ¡Jajajá!

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