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28-La Reina y el Rey

En una sala desconocida, encontrándose junto a un hombre corpulento y semidesnudo realizando una serie de abdominales, y a una mujer con anteojos pintando en un cuadro lo que parece ser un castillo, un sujeto lee con calma un libro mientras está acostado sobre su propio asiento. 
A medida que lo lee, siente, aunque de manera exagerada, como si estuviera en el lugar del protagonista, un caballero que tiene como misión conquistar la ciudad de Valencia a la vez que está exiliado, sorprendiéndose en cuanto éste lo hace, cabalgando en cuanto éste lo hace, usando como caballo a su propia silla, o incluso atacando en cuanto éste lo hace, moviendo su brazo derecho como si esgrimiese una espada imaginaria.
Entonces, a los pocos segundos, otra mujer entra en la sala, muy alterada, a la vez que intenta ponerse su chaleco de plumas blanco.

-Das ist schlecht, Das ist Schlecht!  (¡Esto es malo, esto es malo) ¡LOS DOS IDIOTAS DE LAZARUS Y TABNIR FALLARON! – avisa a gritos la mujer en cuestión, rubia y de ojos marrones.

-¿¡Enemigos!? – se alerta inicialmente Millos, quien deja de continuar con su serie de abdominales.

-¡Mi lectura! ¡Mi mundo! ¿¡Cómo te atreves!? – la increpa Troval, de ojos también marrones como su cabello, luego de que con su entrada y posterior grito lo distrajera de su lectura.

-¿Qué? Cálmate, Xenophim. No te entendemos. – le pide Quinquel, de bellos ojos azules y cabello marrón, dejando de pintar su cuadro.

-¡De acuerdo! – toma aire - …¡LAZARUS Y TABNIR HAN CONTACTADO CON NUESTRO LÍDER! ¡Y LE HAN DICHO…QUE EL ZORRO BLANCO YA NO ESTÁ CON ELLOS! ¡QUE LO SABE TODO!

-Merda! ¡Esos dos buenos para nada…! – se enfada el corpulento hombre. - ¡Lo único bueno para lo que servían eran para contener al Zorro Blanco, y ahora fallaron! ¿Qué fue lo que pasó?

-¡Por lo que he escuchado, apenas llegaron a Francia junto a esos mercenarios, el Zorro Blanco se emocionó mucho por el hecho de estar en el país! ¡Y su emoción era tanta que una de los mercenarios le dijo que se alejara para tomar un poco de aire y calmarse, sin el permiso de Tabnir y Lazarus!

-No lo entiendo…¿escapó?

-No al instante… De acuerdo a Tabnir, cuando le estaba explicando a esa mujer que él y Lazarus mantenían “convencido” al chico de que era uno de ellos, el mismo regresó de tomar aire, oyendo cada cosa que había dicho, ¡además de que su hermano gemelo está siendo retenido como Gladio en la Secta Astral Europea! Y a partir de ahí escapó…

-Vaya…de todos modos son unos malditos idiotas.

-¿Y es ahora cuando nosotros, los héroes, debemos de involucrarnos en nuestros papeles? – demanda saber poética y rítmicamente Troval, cerrando su libro.

-¡Sí! Como ha escapado, se estima que viajará hacia donde los Fragmentos de Omega quieren llegar. Alemania.

-Donde nosotros estamos. Qué mal por ese zorrito. – comenta Millos - ¿Pero precisamente cuándo llegará? ¿A que día y hora?

-No se sabe. Pero como su objetivo principal, y actual, son los propios Fragmentos, puede que ya entre en acción en cuanto éstos ya estén en el país. Aunque de todas formas ya se nos ha alertado de esto, junto con los Gladios.

-Ya veo…¡qué ganas me están entrando de pulverizar a Zack en cuanto lo vea!

-Ay Millos, tú siempue tan butal... – lo juzga Quinquel, molesta.

-Así me quieres – le responde cariñosamente su compañero.

Y los Fragmentos de Omega, luego de haberse movido por París hacia el este, callejón por callejón, se adentran ahora en el bosque de Vincennes con tal de llegar hacia su destino, la Château de Vincennes, o mejor dicho el Castillo de Vincennes, el castillo más grande existente de la Edad Media en Europa, construido por el rey Carlos V, donde el próximo vehículo de Louis permanece esperándolos.
No obstante, todos parecen esperar a un miembro del grupo, que por alguna razón no está presente con ellos.

-¡MALDITOS HUMANOS! ¡PAGARAN POR INMOVILIZARME! – se queja Finem, luego de lo sucedido en la catedral.

-No podemos dejarte hacer lo que quieres, Finem-san. Por más salvaje que seas, eres miembro de la organización. – le replica Tetsu.

-¡NO POR ELECCIÓN!

-¡Si no hubiéramos desayunado no tendríamos energías para seguir moviéndonos! ¡Estaríamos totalmente destrozados, Deeneac!

-¡Tienes razón, Duminic! ¡Ojalá todos nosotros tuviéramos dispositivos elementales, así no nos cansaríamos nunca!

-¿Cuánto más tardará ese conejo en regresar? - se pregunta Glacius, impaciente - ¿Por qué se retiró en primer lugar?

-¡Quizás fue en busca de su vehículo mágico, maestro Glacius! - responde Horus.

-Que regrese de una vez antes de tener que seguir escuchando tus suposiciones absurdas...

-No ha ido a por el vehículo. - revela Gliam - Sigue aquí en el bosque.

-¿Qué? ¿Por qué...?

Y entonces se calla. Glacius cierra de inmediato la boca, porque descubre de nuevo a Louis ante sus ojos y los del resto, completamente distinto. En realidad no tanto, pero lo que provoca que llame demasiado la atención de sus compañeros y hermanos es el traje que lleva puesto por encima del suyo propio. 
Con mucho asombro, el Fragmento de Hielo presencia así al Conejo Blanco, vestido con una especie de capa semejante a un emblema medieval: de color gules y oro, es decir, rojo y amarillo en heráldica, que lleva grabada en la parte frontal y de los hombros varias plumas y alas de los mismos colores. Y cubriendo su cuello, una larga bufanda del color de la zanahoria, junto a un pequeño moño plateado adherido a su hombro izquierdo.

-¿Q-Qué...es esto...?

-¡Lamento la demora! ¡Esta capa es muy angosta cuando quiero ponérmela encima! - informa Louis, mirándose la capa roja y amarilla.

-¡SIIIIII, EL CONDUCTOR HA APARECIDO! - exclama Max con alegría, revoleando su revólver hacia arriba.

-¿Pero qué has fumado, conejo tonto? - le pregunta Glacius, estimando que el fanatismo de Louis por el cuento de Lewis Carroll ha ido demasiado lejos.

-¡No he fumado nada! ¡Yo, y sólo yo, que conduciré el último vehículo de todos, debo hacerlo de manera simbólica!

-¿Vistiéndote de alguna especie de heraldo?

-...¡Oh! ¡Juro que esto no es más que una coincidencia! ¡Lo juro! - exclama en unos breves saltos, cayendo en la cuenta - ¡No es que sea el heraldo de ningún rey! Salvo de Steven si lo consideráis de cierta forma... ¡pero el punto es que no me he disfrazado de heraldo, sino de conductor!

-No lo parece, teniendo en cuenta las plumas en esa ridícula capa. ¿Acaso tú la has fabricado? ¿Por qué las plumas y alas son doradas y rojas en lugar de ser grises?

-¡Cuida tu vocabulario! ¡Yo no he diseñado ni creado esta capa!

-¿Entonces quién?

-Yo. - le revela Heather, sonriendo.

Con la Reina a su lado, Glacius rápidamente pierde el aire por unos segundos, temeroso de que ella pueda enfadarse de manera colosal con lo que acaba de decir. A su vez, el resto de Fragmentos lo miran con asombro, a excepción de Finem y de Stroyer.

-L-Lo siento... - se disculpa, temiendo por su seguridad - Es una muy bonita capa...

-¡Ya, ya! - interrumpe Fuunra, impaciente - ¿¡Por qué tuviste que ocultar tu nuevo juguete tan lejos!? ¡Sé que yo no me canso y eso, pero piensa en tus hermanitos!

-¡Lo hice con muy buenas razones! ¡El castillo de Vincennes es muy grande! ¡Y aprovechándome de eso me las he arreglado para ocultar mi próximo vehículo, en el cual viajaremos hacia Alemania! 

-¿Por qué sencillamente no tomamos un avión como antes y ya? – sugiere Horus.

-¡Tonto, porque pueden volarnos en mil pedazos con los misiles desde la Secta Astral Europea! ¡Y tomamos aquel avión porque los del Gobierno Astral pensaron que aún estábamos viajando a Francia por mar!

-Oh… ¡entiendo!

-...Imagino que tu vehículo compartirá el nombre de algún personaje en concreto del mundo de Alicia, conejo. – pregunta Glacius, adivinador.

-¡Casi, casi, pero no! ¡El vehículo será un acorazado, llamado...“Le Chevalier Rouge", que significa Caballero Rojo!

-¡SIIIII! ¡EL CABALLERO ROJO MARCH, EL CABALLERO ROJO! – le dice Max a su liebre, la cual se mueve con alegría.

-¿Caballero rojo? ¿No querrás decir...blanco?

-...¡Es otra coincidencia, lo juro! - vuelve a pronunciar el conejo.

-Pfff…¡JAJAJA! –se ríe Lucifer - ¿¡Shebalir Rush!? ¡Es el peor nombre de un vehículo que jamás he escuchado!

-¿Qué? ¡Eres un mocoso! - se le queja Louis - ¡A nosotros nos gusta! ¡Y es "Le Chevalier Rouge"!

-¡Y a mí qué! Sois todos raritos.

-¡Como si tú no lo fueras con ese maquillaje!

-¡NO SOY RARO!

-¡Mmm, espero subirme a bordo de ese vehículo! – se dice Remy, entusiasmado de que posea un nombre francés.

-Y yo... - afirma Glacius, esperando encontrar algo semejante, o mejor que la Oruga Azul.

-Ya…ca-cállen…se. – les ordena Broken, harto de la cháchara.

-¿Steven, cuánto falta para llegar? – pregunta Heather..

-Poco. Saldremos del bosque por la avenida Daumesnil hacia el sur de éste, por donde entraremos al castillo en busca del vehículo que Louis tiene guarecido allí. Y una vez que entremos en éste iremos hacia Alemania, nuestro destino final.

-Sí. Que bueno…saber eso – contesta, algo triste por lo serio que continúa siendo el líder.

Y al lado de ambos, Railo todavía piensa en París, dándole algo de pesar el hecho de tener que abandonarla, ya que aunque lo niegue, significa mucho para él estar allí. 
Y que por más que le moleste que Zack esté allí también, siguiéndole, en el fondo le alegra saber eso, por el hecho de que ambos están en la capital de Francia, París. La ciudad que siempre quisieron conocer junto a Jerome, Nidia y Sarah, pese a que estos tres no están con ellos. De hecho, ahora mismo está pensando en una conversación que tuvo con el amor de su vida hace tiempo en casa de ésta, respecto a su sueño. Al sueño de ambos. Al sueño de todos los cinco.

-Eli…yo puedo viajar a París con facilidad. – le reveló Nidia mientras lo abrazaba, estando acostada sobre su pecho.

-¿Qué? ¿Es en serio? – contestó éste maravillado, mientras le acariciaba el lacio y castaño cabello.

-Sí. Mi apellido es Lespoir como sabrás. Y no es ninguna coincidencia que suene a francés, ya que mis abuelos son de Boulogne-Billancourt, uno de los barrios de la capital.

-¿Bulón Billancur?

-¡Jajaja! ¡No se pronuncia así! Es Boulogne-Billancourt

-Boulogne-Billancourt…

-Así, muy bien. Como te decía, mis abuelos son franceses, y tienen parientes allí. De vez en cuando suelen viajar a Francia a visitarlos. Y como nosotros queremos ir allá, junto con Sarah, Zack y Jerome, estoy pensando en preguntarles si nos pueden llevar.

-Pero espera… ¿tú estuviste ya en Francia?

-No…no aún.

-¿Entonces por qué me dices que puedes viajar con facilidad allí?

-¡Ups! ¡Que tonta soy! ¡Debí decir que…

-Que encontraste una forma de viajar a París, je. – le corrigió su novio, con una risita.

-Sí...jeje. Oh, y también les preguntaré a mis abuelos si nos pueden enseñar a hablar en francés. Tú sabes, para cuando recorramos las calles por nuestra cuenta…

-Sí. Me lo imagino. Qué ganas de estar ya allí, cielos…

-Lo estaremos, Eli. Ya llegará ese día…

-Me gustaría que fuera hoy. Y también me gustaría saber francés de inmediato.

-A mí también, Eli… - le volvió a responder, para luego subir hasta su rostro, de modo que se superpusiera con el de su amado.

-¿Qué ocurre?

-Nada…sólo que te amo demasiado. – le dijo con una sonrisa, besándolo varias veces.

Ante ese recuerdo el Fragmento siente mucha tristeza, más se abstiene de llorar. Aún así es evidente que extraña mucho a Nidia. Extraña su cariño, su sonrisa, sus labios, su cabello... Su todo. Y si bien se dice a sí mismo que no la volverá a ver, muy en el fondo desea lo contrario, así como también añora reunirse con su hermana ya muerta y hacer las paces.

-Maldita sea… Ya quisiera llegar al castillo…

-¿Qué te ocurre, Railo? – le pregunta Stroyer, que nota su actitud mientras continúa moviéndose.

-Nada en especial…

-Sigues pensando en aquel mocoso. En Zorro Blanco, ¿no es así?

-Yo… - intenta negarlo, sin éxito.

-Ya te he dicho lo que tenía que decirte al respecto en el bosque de Wanderland. Pero si aún quieres pensar en la amistad que tuviste con él, pues adelante. Sin embargo no olvides que por más amigo tuyo que haya sido sigue siendo nuestro enemigo. Y que si tú no piensas hacer algo al respecto, yo y el resto lo haremos.

-¡Lo sé, lo sé! Es que…tengo cierta nostalgia… Siempre quisimos ir a París, y ya estamos aquí. 

-Ya veo. Pues no te dejes nublar por las emociones. No estamos aquí de turistas. De hecho, estamos por abandonar este país.

-Está bien. Sigamos… ¡Espera! Quisiera saber, si estamos en el barrio de Boulogne-Billancourt…

-No. Estamos en Vincennes. Ese barrio está muy al oeste de aquí.

-Oh, cierto. Lo he olvidado. - contesta con desilusión, pensando que de estar allí podría encontrar a los parientes de Nidia para pedirles que le dijeran que él está vivo, y en París. Aunque pensándoselo mejor decide que no es buena idea, ya que no quiere que nadie lo siga. Ni siquiera Zack.

-Pobre chico – se lamenta la Reina – Tener que enfrentarse a alguien que no para de buscarle…

-No lo busca sólo a él, sino también a todos nosotros, ya que quiere nuestras cabezas. – contesta el líder.

Y luego de un rato, finalmente, todos salen por la avenida Daumesnil, llegando al sur del propio castillo de Vincennes. La belleza y estética del mismo impresiona a la mayoría de los Fragmentos de Omega.

-¡OHHHHH, QUE CASTILLO MAS GENIAL! – exclama con fascinación Horus.

-¡QUIERO SER EL REY DE ESE CASTILLO! ¡JAJAJA! – desea Max, también fascinado - ¡MARCH, TÚ SERÁS MI HERALDO, Y GRAY MI CONSEJERO!

-¡No importa cuantas veces regrese a este lugar, siempre es una maravilla contemplarlo! – recalca Louis. 

-¡Ey, cállense! ¡Concuerdo en que es un lugar genial pero si gritan llamarán la atención! – le critica Fuunra, igual de fascinado pero cauto.

-Esperad. ¿No notáis algo extraño? – les pregunta Gliam, sorprendiendo a todo el mundo.

-¿Extraño? ¿Qué hay de extraño?

-…No hay gente. – adivina Railo – No hay gente alrededor.

-Exacto, cuervo. Ni siquiera notamos a ninguna persona en medio del bosque de Vincennes. Me huelo que algo anda mal. Steven debe de pensar lo mismo.

-Mmm…creo que veo a unas personas allí. – avisa Glacius, mirando hacia el oeste, haciendo uso de su visión perfecta.

-¿Son la policía, civiles o Gladios? – pregunta Fuunra.

-Son civiles, pero hay algo raro en ellos. Se ve como…si no se movieran en absoluto, o como si no nos notaran, ya que por más lejos que estén deberían de vernos. Sin embargo parecen tener la mirada perdida. Miran a cualquier lugar menos a éste.

-HAHAHA, DÉJENME COMERMELOS – pide Finem con ansias.

-No. Sigamos nuestro camino. – ordena Stroyer, para su pesar.

-¡MALDITO HUMANO! ¡NO SE PORQUÉ NO PUEDO ATACARTE!

-Deberías cuidar tu lengua, Finem-san. – le aconseja Tetsu.

Los Fragmentos obedecen a su líder y siguen de largo hacia el castillo, pese a la misteriosa soledad que está presente en la zona. Entran sin problemas al amplio interior de la fortificación, donde Louis toma la delantera.

-¡Muy bien! ¡Por más que no haya nadie ni aquí ni a los alrededores nos da igual! ¡Seguidme y encontraremos al Caballero Rojo!

-Pfff... – intenta no reírse nuevamente Lucifer.

-Acostúmbrate – le dice Glacius.

Los Fragmentos siguen entonces al Conejo Blanco hacia la cámara donde el vehículo permanece guarecido. Y durante el camino contemplan a la torre del homenaje del castillo, así como algunas ornamentaciones y el propio patio central del mismo.

-¿Sabíais que la torre del homenaje sirvió como residencia para las familias reales del país en tiempos anteriores? – pregunta Heather al resto de los Fragmentos.

-¿Y como refugio de emergencia también? – pregunta Lucifer, curioso.

-Exacto. Se ve que sabes sobre castillos, Lucifer.

-¡Lo dije por lógica, ya que en cualquier castillo se guarece gente! ¡Pero aún así, mi interés en ellos radica en destruirlos, junto con los adornos que tengan!

-Vaya…y pensar que te gustaba la música metal.

-¡También!

-Cada vez se parece más a un satanista. – se burla Fuunra – Hey Glacius, ¿Imagino que te da igual esa torre, me equivoco?

-Mmph… idiota. - se molesta éste, por tener miedo a las alturas.

-¡Jajaja!

Mientras camina, Railo contempla también el interior del castillo, con invisible regocijo. Y cuando pasa por una de las capillas, dicho regocijo se convierte en un visible terror al creer ver sobre una de las paredes a lo que parecer ser unos tres monstruos inclinados, que aparentemente lo miran con ojos de cazador.
Dichas criaturas, pese a lucir idénticas, guardan bastantes diferencias. La que está a la izquierda parece ser la más alta. La de la derecha tiene el tamaño de un niño pequeño. Y la que está en medio posee alas. 
Este trío incomoda al Fragmento, hasta el punto que éste cree verlos moverse un poco en la oscuridad. Pero rápidamente se calma, ya que se da cuenta de que dichos monstruos no son más que parte de las varias gárgolas de piedra del lugar. 

-Fiu… - suspira, mientras continúa su camino, ignorándolas.

Y ya afuera, mira el cielo azul. Ve las nubes, y algunas aves en él. Luego sigue de largo junto al resto, sin darse cuenta inicialmente de que algo bastante raro está sucediendo.

-…De verdad que tengo un mal presentimiento. – sigue extrañado Gliam.

-No eres el único, Gliam – le dice Stroyer, igual de cauteloso - ¿Has notado que las aves están como suspendidas en el aire?

Al oírlo Railo se sorprende, volviendo a mirar con total asombro que las aves en cuestión, estaban quietas.

-¿Qué carajo está pasando? – se pregunta intranquilo.

-¡Algo raro ocurre aquí! - advierte Horus, que parece preocuparse.

-¡No me digas! – le contesta con sarcasmo el payaso.

-…Gliam, aléjate de aquí, con Heather. Ahora. – le ordena al Gato Sonriente su líder.

-¡Muy tarde!

Todos se sorprenden por la repentina voz, que proviene del mismo lugar en el que se encuentran. 
Al no ver a nadie por delante, ni cerca ni lejos, los Fragmentos dan la vuelta, para descubrir a dos filas de hombres vestidos con aparentes armaduras, armados con rifles de asalto y con picas. 
Y delante de todos ellos, a un sujeto de ojos dorados, cubierto por lo que parece ser una capa andrajosa y verde, que lleva encima a una serpiente de cascabel que sisea con excitación. Y a su lado a otro hombre, también con capa, sólo que de color azul, y con la mitad izquierda del rostro quemado.

-¡AHHHHH, USA UNA SERPIENTE COMO BUFANDA! – se asusta Max, nada más ver a Ofidius. March, al igual que él, también se altera.

-Zuzio humano… - lo insulta.

-¿¡Quién es él!? – pregunta con muchos nervios Horus - ¿¡Y por qué tiene a una serpiente encima suyo!?

-¡ESE TIPO TIENE LA CARA QUEMADA, DEENEAC!

-¡DA MIEDO, DUMINIC!

-¡Jajajá! ¡Tan retrasados como siempre, Duminic y Deeneac! – advierte Caraquemada, que de alguna forma los conoce. – Al igual que el resto de sus hermanos…

-¡Ey, cómo sabe usted de nosotros! – exige saber Louis.

-Oh, ¿Louis? ¿Eres tú? ¡Jajajá! ¿¡POR QUÉ DEMONIOS USAS UNA MÁSCARA DE CONEJITO!?  ¿¡DE HECHO, POR QUÉ TODOS USTEDES LUCÍS COMO PAYASOS!?

-Quién ze cree que ez eze humano para zer un conejo…

-¡Ey, yo soy el payaso aquí! – se queja Fuunra.

-¡Quien te crees que…! – reprocha Louis, para luego callarse súbitamente al cogerle un gran miedo. Un miedo traumático, al percatarse de quién es esa voz.

-¡Imposible...! – se asombra Gliam, al igual que sus hermanos.

-¡Ey, quiénes son! – pregunta Fuunra, sin saber nada, como los demás Fragmentos de Omega.

-N-no… - se altera lentamente Heather, ante Caraquemada.

Ante la actitud de Heather, Stroyer mira con rencor al misterioso sujeto, que al igual que ella reconoce por su sombría voz.

-Tú… Al final no estás muerto… Ephraim.

Al escuchar su nombre, Caraquemada se ríe de manera psicótica, quitándose la capucha que cubre su cara, dejando al descubierto un pelo rojizo y completamente desordenado, y un rostro que mantiene el mismo y sombrío carácter, pese a las quemaduras en la mitad izquierda de éste, faltándole allí tanto la ceja como parte de la oreja.

-¡CIELOS! ¡ME HAS DESCUBIERTO AL INSTANTE, STEVEN! ¡SIN EMBARGO, YA ME LO ESPERABA! – declara, sonriendo maliciosamente.

-Parece que has conseguido evadir mis llamas en aquel entonces…aunque no has podido evitar quemarte.

-¡Jajajá! ¡Steven, Steven! ¡Yo sabía que ibas a quemarme! ¡De hecho, SABÍA que podías crear fuego mucho antes de que intentases matarme!

El líder no se deja sorprender, aunque en el fondo, se extraña de sus palabras.

-¿Sabías?

-¡Así es, jajajá! ¡Porque como también sabrás, puedo ver el futuro! – declara, sorprendiendo aún más a los Fragmentos de Omega.

-...Ya veo. ¿Y pudiendo ver el futuro, por qué entonces no evitaste ser quemado por mis llamas?

-¡Es una larga historia, pero no fui quemado por tus llamas, Steven! ¡Cuando intentaste matarme en aquel entonces, luego de que acabase con Cooper, conseguí deshacerlas con suma facilidad!

-Cooper… - murmura la Reina, todavía perturbada, y al borde de las lágrimas por volver a ver a su antiguo prometido, y a la vez, al asesino de su hermano menor.

-¡Steven, Heather está a punto de…! – advierte Gliam, sabiendo que de esa manera, su hermana mayor puede perder la razón y volverse una bestia asesina.

-Lo sé. – responde, golpeando ante la vista de todos a Heather en su ombligo, dejándola inconsciente.

-¡HERMANA! – grita con preocupación Max.

-¡Max, cálmate! ¡Steven lo hizo por su bien! ¿¡Prefieres verla enfadada!? – lo detiene Louis.

-¡Jajajá! ¿Es esa la manera de tratar a una dama, Steven? – se burla Ephraim.

-Es mejor que verla sumamente enfadada. Gliam, huye con ella.

-¡Pero Steven…!

-No eres rival para Ephraim. Ni ninguno de tus hermanos. Además, tu principal prioridad es tu hermana. Ahora huye.

-…¡Sí! – obedece finalmente, alejándose con su noqueada hermana.

-¿Y cómo es que pudiste deshacer mis llamas, Ephraim? ¿Acaso creas y controlas el elemento Agua?

-¡No! ¡Simplemente adelanté el tiempo de tus llamas, hasta el punto de desvanecerlas! ¿Por qué, te preguntarás? ¡Porque puedo crear y controlar algo mucho mejor! ¡El tiempo!

Todos se sorprenden, salvo Ofidius y sus asesinos, que permanecen en silencio y sin perseguir a Gliam.

-¿El tiempo? ¿Controlas el elemento Tiempo? Entonces…puede ser que por eso las aves están quietas en el aire, y aquellos civiles que Glacius ha visto no se hayan movido. Detuviste el tiempo.

-¡Exacto, exacto! - confirma entre falsos aplausos - ¡Hasta he quitado de en medio a las personas que merodeaban por aquí con tal de tener una reunión mas cómoda y amplia contigo! ¡Y todo gracias a esto! – explica, revelando ante todos su más preciada posesión. 

Los Fragmentos descubren con asombro, una gran pluma atada a su cuello en su mano, idéntica a la de Stroyer, sólo que de color azabache. Ante el objeto que presenta su enemigo éste se sorprende, aunque no de la misma manera que sus esbirros. Tan sólo abre los ojos más de lo normal.

-¿¡UNA PLUMA COMO LA DE STROYER!? ¡IMPOSIBLE! – grita Railo, incrédulo.

-¡Exacto! ¡Poseo la Pluma Negra! ¡Y sé que Steven posee la Pluma Blanca!

Aún sorprendido, el líder de los Fragmentos saca de su chaleco su pluma para compararla con la de Ephraim. Para su pesar, descubre que son idénticas físicamente, diferenciándose por el color. No obstante, no se deja llevar por la tensión.

-...Posees la pluma del Ente Omega… ¿De dónde la sacaste?

-¡De la misma forma que tú obtuviste esa pluma! ¡De niño, en un día como cualquier otro! 

-¿Cómo sabes que yo obtuve la Pluma Blanca de niño?

-¡Porque puedo controlar el tiempo, te lo acabo de decir! ¡Puedo ver el pasado, presente y el futuro de quien me dé la gana! ¡De hecho es así como te encontré! ¡Incluso si lo quisiera, podría retroceder en el tiempo hasta reencontrarme contigo cientos de veces! ¡O también para quitarte esa Pluma Blanca!

-Ya veo. ¿Y ahora me dirás que el Ente Omega se te ha aparecido?

-¡No! ¡No lo he visto, pero la pluma simplemente se apareció ante mí, así como tu pluma se ha aparecido ante ti, cuando debieron ser encontradas por otras personas!

-A dónde quieres llegar diciendo eso. – le exige saber Stroyer, muy serio.

-¡A lo que voy es que nosotros dos estábamos destinados a encontrar estas plumas! ¡Por esa razón es que las poseemos, Steven!

-…Ya veo. Puede que tengas razón, ya que a diferencia de ti, el Ente Alfa se me ha aparecido luego de tomar su pluma. Y me ha encomendado salvar este mundo. Así que es lógico que fuese cosa del destino que yo posea la Pluma Blanca. Sin embargo tú, que no eres nada más que un psicópata, lograste obtener la Pluma Negra cuando debería tenerla alguien más. Así que, ¿a quién le quitaste la pluma?

-¡Jajajá! ¡Seré un psicópata, pero no se la he quitado a nadie! ¡La he obtenido de la misma forma que tú! ¡Se me ha aparecido sólo ante mí, por más que La Última Vida o incluso La Primera Vida jamás se me hayan aparecido!  ¡Y adivina qué! ¡Poco después de encontrar mi pluma, intenté destruirla por aburrimiento! ¡Pero al hacerlo fui golpeado por el increíble poder desatado de ésta, ganando a raíz de eso el poder de crear y controlar el tiempo!

-¿Y piensas que por eso eres el elegido? Cualquier otra persona pudo obtener el poder del tiempo.

-¡No! ¡Sólo los elegidos! ¡En una ocasión dejé que uno de mis secuaces intentara destruir la pluma, pero al hacerlo, murió! ¡En cambio, yo no! Ahora… Imagino que tú también intentaste destruir tu pluma…

-No.

Ephraim se sorprende enormemente.

-¿QUÉ? ¿¡CÓMO QUE NO!? ¡Deberías! ¡Ahora entiendo por qué en mis visiones tú siempre optaste por viajar tanto por cielo y por mar que por medio del elemento Espacio! ¡Eres un incompetente, Steven!

-Grrr….¡MUERE EPHRAIM! – le grita Max, quien intenta dispararle con su revólver, tras aguantar por mucho su presencia.

-¡MAX, NO! – trata de detenerlo Louis, sin éxito.

Preso de la ira y el resentimiento, tanto por burlarse de Steven que por matar a Cooper, o incluso por haber sido envenenado con mercurio, el Sombrerero le dispara un total de tres veces a su antiguo padre adoptivo. 
Sin embargo, Ephraim no se inmuta en absoluto por los disparos, deteniendo ante la sorpresa de los Fragmentos las balas sin siquiera hacer un solo movimiento, quedando éstas suspendidas en el aire como los pájaros en el cielo y las personas en la calle.

-¡DETUVO LAS BALAS, COMO SI NADA! – se aterra Max, al igual que March.

-¡Jajajá! ¡Sabía que harías eso, Maximilian! ¡Espero que no te moleste que te las regrese! – le dice, al mismo tiempo que con rapidez da vuelta las balas con sus dedos, dirigiéndolas hacia su antiguo hijo adoptivo. Luego, con un chasquido de dedos, las balas dejan de estar inmóviles, dirigiéndose a toda velocidad hacia quien las disparó.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! – grita del horror el Sombrerero.

Sin que los demás pudieran reaccionar a tiempo, todo se hubiera vuelto negro para él… de no ser por Stroyer, quien prevé la situación al observar a su enemigo girar las balas, al igual que Glacius, el cual crea de inmediato una pared de hielo que protege al Fragmento de una muerte segura. Una vez creada la pared, Ofidius parece sorprenderse. O más bien, asquearse.

-Vaya…el uzuario del elemento Hielo… - deduce, mientras Guantelete sisea como si estuviese enfadado.

-¿HUH? ¡ESTOY VIVOOOOOOO! – exclama Max, alegre, mientras su liebre salta con regocijo y su lirón, dentro de su sombrero, suspira de alegría.

-…Iba a protegerlo también, pero bien hecho Glacius. – felicita el líder a su esbirro.

-¿Podemos atacar? – pregunta éste.

-Desde luego.

-¡JAJAJÁ! ¡SABÍA QUE HARÍAN ESO! – exclama Ephraim, con excitación - ¡LOS SENTENCIO A MORIR, FRAGMENTOS DE OMEGA! ¡ATAQUEN!

-¡Sí señor! – lo escuchan y obedecen sus esbirros, quienes se preparan para la batalla.

-Ya era hora de que ataquemoz, Caraquemada…

-¡Lo sé! ¡DISPAREN!

Los montones de esbirros obedecen, abriendo fuego contra los Fragmentos de Omega. Sin embargo, previendo esto, y por orden de Stroyer, Remy utiliza su poder elemental para volver a crear una barrera de gravedad con tal de proteger a todos y a sí mismo de la lluvia de balas, sorprendiendo a todos los esbirros de aspecto medieval.

-¿Qué tal lo hice? – pregunta el nuevo Fragmento de la Gravedad.

-Nada mal…Bouclier. – lo alaba Glacius – Mantén esta barrera.

-¡Sí!

Los Fragmentos atacan. Glacius crea un par de estalacticas que lanza contra los esbirros de Ephraim, matando a la mayoría de ellos. Stroyer, por un lado, genera bolas de fuego con las que igualmente aniquila a varios de los esbirros.

-¡Oigan, quiero atacar! – pide Lucifer, de manera egoísta.

-¡Pues ataca! – le grita el Fragmento de Hielo, mientras continúa atacando.

Entonces, con su permiso, el metalero crea unas ráfagas de luz que terminan por cegar momentáneamente a todos, a excepción de Ephraim y de Ofidius, quienes se protegen de los repentinos destellos.

-¡SIIIII! ¡TOMEN ESO! – grita con excitación el nuevo Fragmento de Luz, a la vez que les muestra el dedo medio a sus enemigos.

-¡No te pongas tan alegre! ¡Casi nos ciegas, diablito! – le reprende Fuunra, que crea torbellinos de aire para repeler a sus enemigos. Al igual que Lucifer, logra atacar a todos salvo a los dos socios.

-¡Ey! ¡Las picas de esos tipos son idénticas a la de aquel enmascarado! – advierte Railo, al ver cómo uno de los esbirros esgrimía su arma.

-¡Es cierto…oh cielos! ¡Casi lo olvido! – se dice Louis - ¡Ephraim! ¿¡Tú eres el enmascarado que invadió nuestra casa!?

-¿Qué? ¿¡De qué estás hablando!? ¡Y querrás decir MI CASA! – le responde éste.

-Louis, no tiene caso que le preguntes eso. No es él. – le dice Stroyer – Aquel enmascarado podía crear fuego, como yo, y Ephraim sólo manipula el tiempo.

-¡Tienes razón!

-¿¡Enmascarado, con una pica!? ¿¡HABLAN DE AQUEL QUE ME HIZO ESTA QUEMADURA!? – exige saber Caraquemada, enfurecido.

-¿Sabes quien es? – le pregunta el Fragmento de Fuego - ¿Acaso fue él quien te quemó con su fuego azul?

-Grrr…¡ASÍ ES! ¡ESE HIJO DE PUTA CON CABEZA DE DRAGÓN! ¡Y LO PEOR ES QUE POR ALGUNA RAZÓN NO PUDE PREVER SUS MOVIMIENTOS! – afirma, ignorando que Ofidius lo mira levemente sorprendido.

-Pues qué pena por ti… Finem, ¿querías comer, no?

-¡HAHAHAHAHA, POR FIN!

Excitado por permitírsele “comer”, el vampiro salta temerariamente contra el resto de los asesinos que quedan, quienes aterrorizados le disparan a muerte. Lamentablemente para ellos, las balas que consiguen tocar a Finem no le hacen daño en absoluto, siendo devorados feroz y consecuentemente por el Fragmento de la Sangre.

-Con que ez un vampiro… - comenta Ofidius, indiferente ante la situación y la pérdida de todos los secuaces de su socio.

-¡Jajajá! ¡Justo como lo esperaba, Steven! ¡Justo como lo esperaba! - confiesa entre nuevos aplausos falsos.

-Todos tus esbirros han muerto. Ahora ríndete y te daré una muerte rápida y no dolorosa, Ephraim.

-¿TÚ, DARME UNA MUERTE RÁPIDA Y NO DOLOROSA? - le pregunta, incrédulo - ¡No te mientas a ti mismo, Steven! ¡Yo solito puedo contra ustedes!

-¡CÁLLATE, EPHRAIM, DEENEAC Y YO TE MATAREMOS POR LO DE COOPER! - le grita repentinamente Duminic, habiendo perdido la paciencia con él.

-¡PREPÁRATE PARA MORIR, MALDITOOOOOO! - grita ahora Deeneac, encolerizado. 

-¡Duminic, Deeneac, noooooo! - les grita Louis, de nuevo inútil.

-¡No ataquen! – les ordena, inútilmente, Stroyer.

-¡JAJAJÁ! ¡NO NECESITO DE MI PODER PARA ACABAR CON USTEDES! – aclara Caraquemada, que saca de su bolsillo un mazo de cartas de póquer que lanza a cada uno de los gemelos Twidlecutt. Los naipes arrojados terminan hiriéndolos como si fueran cuchillas.

-¡AGHHH! ¡TE MATAREMOS CUESTE LO QUE CUESTE, EPHRAIM! – le reiteran Duminic y Deeneac, que pese al dolor que acaban de recibir continúan moviéndose hacia él.

Ante esto él sonríe, y procede a chasquear los dedos para así, detener el tiempo. Y al cabo de unos segundos, Stroyer descubre a cada uno de los Fragmentos Maravillosos, incluyendo a los Twidlecutt, completamente heridos.

-¡ME DUELEEEEEEEEEE! – se aflige Max, quien intenta ser arrastrado de vuelta por su liebre.

-¡NOOOO, CHICOS! – grita Horus, preocupado..

-¡Jajajá! ¡Parece que todavía continúan siendo unos niños llorones! - declara Ephraim, con un cuchillo empapado en sangre en una de sus manos - ¡Pero descuiden, no los mataré a todos ustedes aún! ¡No mientras Heather no esté viéndome!

-Tú no volverás a tocarla, ni a ninguno de sus hermanos. – le amenaza Stroyer.

-¿En serio? Pues te darás cuenta de que ya lo hice, Steven. – le contesta con malevolencia.

En un abrir y cerrar de ojos, el líder de los Fragmentos descubre ante él a una inconsciente Heather, sobre los hombros de Ephraim. A su vez, encuentra en el suelo a un malherido e inconsciente Gliam, con la máscara de Cooper hecha añicos.

-¡Gliam! – exclama Railo, preocupado.

-Detuviste el tiempo de nuevo…y sin que pudiéramos hacer algo fuiste a por ella, maldito bastardo. – lo maldice el Fragmento de Fuego.

-…Steven, tal vez, si tú hubieras “despertado” los poderes que la Pluma Blanca encierra, podrías haber intentado detenerme… No. No hubieras podido. ¡Jajajá! 

-Lo pagarás muy caro.

-¡Eso lo veremos! ¡Vámonos Ofidius! ¡Nuestro siguiente destino es Alemania!

-¿Qué, ezo ez todo? ¿No vamoz a acabar con loz Fragmentoz? Dijizte que pelearíamoz contra elloz…

-¡Pues cambié de opinión! ¡Acabaremos con ellos allí, en Berlín!

-No lo azepto. Ni Guantelete azepta ezto. No hemoz hecho nada máz que mirar.

-¿Que no? ¡Me da lo mismo si no te gustan mis decisiones! ¡Trabajas para mí como el resto de tus compañeros, y si quieres reencontrarte con esa persona que escapó de mi calabozo no tienes más opción que hacer lo que yo te diga!

-Mmph…maldito humano.

-¿¡QUÉ DIJISTE!?

-…Nada. Haré lo que tú digaz, puez… - se resigna Ofidius, a la vez que su serpiente sisea con amargura.

-¡Bien, pues andando! ¡Y Steven, más te vale guardar distancia, si no quieres que de verdad “toque” a Heather como tú hiciste hace un rato! ¡Jajajá!

Satisfecho, el Rey de los Tahúres se marcha del castillo de Vincennes por el norte con Ofidius, el cual observa a Stroyer por un rato, abandonando así tanto a los Fragmentos como a los cadáveres de los sicarios, mientras los primeros los miran con impotencia.

-Finem…usa tu poder elemental para sanar a nuestros compañeros. – le ordena al vampiro.

-HAHAHAHAHA – ríe Finem, cumpliendo con la orden.

-AHHHHHH…ESTO NO QUEDARÁ ASÍ… - expresa Max, que se quita el largo sombrero para hablarle a su lirón – G-GRAY…SIGUE A NUESTRA HERMANA…Y LUEGO REGRESA…PARA QUE NOS PUEDAS LLEVAR HACIA ELLA…

El pequeño ratoncito, que lo entiende perfectamente, obedece, y se marcha veloz hacia la dirección por la que Ephraim y Ofidius se fueron. 
Y es en ese momento, que los Fragmentos se percatan de que el tiempo volvió a la normalidad, al ver a las aves del cielo volver a volar, y también a las nubes continuar lentamente con su desplazamiento. Al mismo tiempo que los civiles franceses, una vez que recuperaron el movimiento, se preguntan con horror qué fue lo que sucedió para terminar en un lugar distinto al que se hallaban.

-¡Mierda! ¡Ha jugado con nosotros! – se frustra Railo, ante todo lo que pasó.

-Esa fue su intención desde el principio, Railo… – le contesta su líder, quien rápidamente presiente que le falta algo. Y al darse cuenta, se enfurece aún más, aunque se controla. – …Maldito seas, Ephraim. Te llevaste también mi Pluma Blanca.

-S-Steven…lo siento…nos precipitamos… - se disculpan los gemelos mientras son curados por Finem.

-Yo también debería disculparme, Stroyer-sama. – se disculpa también Tetsu.

-Yo no…t-tenía po-porqué…a-ata…car… - dice Broken, sin importarle la situación.

-No. La culpa es mía. Tetsu, al igual que Railo, Horus, Bouclier y Broken, no te ordené atacar, aunque hubiera sido inútil debido a las habilidades de Ephraim. Y Duminic, Deeneac, los perdono por ser imprudentes, ya que han cometido el mismo error que Max. Perder la paciencia. Ahora lo más importante es que se recuperen, como el resto de sus hermanos.

-S-Sí… - entiende el Conejo, que mira con débil serenidad hacia la dirección por la que Ephraim se marchó junto a su socio. Pero en cuestión de segundos parece alterarse nuevamente con lo que descubre ahora - ¡¡¡S-S-STEVEN…!!!

-¿Qué es lo que ocurre, Louis?

-¡¡¡L-L-LOS CADÁVERES…SE ESTÁN LEVANTANDO!!!

-¿¡QUÉ!? – se sorprende enormemente Railo, junto con el resto, cuando ve que todos los secuaces asesinados se levantan del suelo, como si hubiesen tenido un largo sueño en lugar de haber muerto. 
Y mientras sueltan involuntariamente los rifles de asalto se acercan lentamente hacia los Fragmentos de Omega, gimiendo por carne humana.

-Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh………

-¡S-SON…! – empieza a decir Remy, o mejor dicho, Bouclier.

-¡ZOMBIES! – terminan por decir Lucifer y Horus, nerviosos.

-¿¡Qué es lo que sucede aquí!? – cuestiona con incredulidad Glacius, mientras Stroyer observa con enojo y sorpresa a los secuaces de Ephraim, convertidos ahora en muertos vivientes.

Y desde el tejado del castillo, un gato blanco se asoma, esbozando una larga sonrisa...

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