EL DISEÑO DEL BLOG ESTÁ AÚN EN RENOVACIÓN. GRACIAS POR LA PACIENCIA

Capítulos

26-Incidente parisino

Poco después de su pelea contra el misterioso hombre encapuchado, el cual le llamó demasiado la atención, más por su habilidad de crear y manipular un hielo tan verde como el jade, que por sus características físicas, como los ojos dorados y los párpados negros, o incluso el tener como compañera a una serpiente de cascabel, cuya carne era resistente como el hierro, Mantis posee en sus manos al chico buscado por todo el Gobierno Astral, Zack Anderson, acusado por el asesinato del líder de la Secta Astral Europea.
Sintiéndose afortunado, decide entonces regresar al hotel donde está alojado con Allie, el Fleuve des Nuages, llevando al mismo Zack a rastras para que la gente pensara que el muchacho fuera alguna especie de borracho que se quedó inconsciente. Y el hecho de estar con el cabello y la cara mojados por haber estado congelado no le ayuda a lucir lo contrario.

-¡Jejeje! ¡No puedo creer que este sea el día más afortunado para mí! – se dice Alban - ¡Tal vez los irlandeses sí tengamos algo de suerte, pero qué importa! ¡Esto le puede pasar a cualquiera, aunque las probabilidades sean de 1 en un millón!

Durante su viaje, un viejo samaritano se le acerca, preguntándole por el estado del inconsciente joven.

-Non, non! Il est très ivre! (¡No, no! ¡Él está muy borracho!) – le contesta al sujeto, siguiendo su camino.

Encontrándose muy cerca de la Catedral de Notre Dame, justo entre la Quai de la Tornelle y la Rue Frédéric Sauton, varios metros alejado al norte de donde peleó contra Ofidius, Mantis logra verla desde allí por unos segundos, al otro lado del río, considerando visitar dicho lugar con su hermana si se le da la oportunidad. Pero sabiendo que no tiene tiempo que perder sigue su camino hacia el hotel, sin preocuparse por darle alguna excusa a Allie con respecto a Zack, ya que ella no se enteraría de la presencia de éste, porque Alban lo ocultaría en cierto lugar,para luego avisar a sus compañeros o tal vez a los de la Secta Astral de su ubicación con tal de que se lo llevasen. 
Y de manera paralela, en el Pont au Double, uno de los varios puentes de la Île de la Cité, en dirección hacia el sur, se encuentra saliendo de la isla, con los ojos extrañados de la gente clavados en su apariencia y en su pica, el enmascarado. Nada más salir del portal oscuro, y luego de buscarlos con la mirada, finalmente consiguió divisar a los Fragmentos de Omega retirarse por dicho puente de la catedral.

-¿Qué es lo que miran? – le pregunta a todos los ciudadanos franceses el sujeto, al notar que incluso uno de ellos le tomó una fotografía. Sin embargo, nadie parece entender lo que dice.

Sin importarle esto, y tampoco que le tomen fotografías, el enmascarado continúa con su camino. Pero de repente, para su pesar, un grupo de adolescentes, fascinados con su apariencia, lo toman por un cosplayer, comenzando a pedirle de manera insistente su atención para una fotografía.

-S’il te plaît! S’il te plaît! Nous voulons une photo avec toi! S’il te plaît! (¡Por favor, por favor! ¡Queremos una foto contigo, por favor!)

-¿¡Eh!? ¡Piérdanse, niños! ¡No entiendo nada de lo que dicen! – se les queja en vano.

-Oh! Il doit être anglais! Parlons en anglais! (¡Oh, él debe de ser inglés! ¡Hablemos en inglés!)

-Oui! (¡Sí!) – se dicen entre sí los adolescentes.

-¡Ey, piérdanse de una vez!

-¡Segnog, segnog! ¡Quisiéramos una foto con usted! ¡Pog favog!

-¿¡Una foto!? ¡Muévanse y déjenme en paz!

-¡Por favooooooog! ¡Sólo una!

-¡Agh! ¡Está bien, rápido, pero sólo una!

Maravillados con su aprobación, los adolescentes preparan sus teléfonos celulares con tal de sacarse una fotografía con el enmascarado, quien posaría con su pica en mano junto a los chicos y chicas, los cuales saldrían enseñando los dos dedos.

-¡Guacias, segnog! ¡Quisiégamos hacegle unas últimas pueguntas antes de que se magche!

-¿¡Qué!?

-¿De quién se está disfuazando usted? ¿Y en qué lugag de París se encuentua esa convención de histogietas al que va a acudig?

-¿¡Disfrazarme!? – se sorprende el sujeto - ¿¡Y de qué convención de historieta están hablando!?

-¿¡Eh!? ¿¡No es usted un cosplayeg!?

-¡No sé ni siquiera qué es eso!

-¡Chicos, calma! ¡Debe de seg uno de esos que se cuea un pegsonaje puopio y actúa como tal! 

-¡O algún loco que se cuee un supeghégoe!

-¡Da igual, luce extuemadamente genial con esa pica y esa vestimenta con llamas guabadas en ella! ¡Démosle un nombue! ¿Qué tal…Duagonauta? (Dragonauta)

-¡No, no! ¡Muy simple! ¡Yo opto por Hell Knight! (Caballero Infernal)

-¡No, Fósfogo queda genial! (Fósforo)

-¡Pica!

-¡Déjenme en paz, niños! – les dice el sujeto, harto. - ¡No tengo nombre!

-¡No, no! ¡Tenemos que dagle uno! ¿Cuál es su podeg especial?

-¿¡Eh!?

-¡Dilo, pog favog! ¡Prometemos ignos!

 -Mmph…crear fuego azul.

-¡Ohh, fuego azul! ¡Teniendo en cuenta eso, el tuaje y la pica, ya tengo en clago cual segá su nombue!

-¿Cuál, cuál? – desean saber todos los adolescentes.

-…Figeblast! (Llamarada)

-¿Fireblast…? – se dice el enmascarado, sorprendido y un poco complacido.

-…¡¡¡ES GENIAL!!! ¡EHHH! – se alegran todos los chicos.

-¡Bien, lo puometido se cumple! ¡Guacias pog la foto, segnog Figeblast! ¡Que le vaya bien! Adeus!

-Sí, sí, igualmente… - se despide, ya aliviado de sacárselos de encima. Sin embargo, esa satisfacción le dura poco al darse cuenta de que perdió de vista a los Fragmentos... - ¿¡D-DONDE SE HAN…!

Preocupado, sale del puente a toda prisa, mirando tanto por la izquierda como por la derecha para localizar a sus enemigos, mientras que los niños que tomaron parte de su tiempo, revisando las fotos, se sorprenden de descubrir que en las fotografías tomadas con el teléfono celular, donde debería estar el piquero, no hay nadie. 

-¡Maldita sea! ¡Si no fuera por esos niños…! - comienza a quejarse el piquero, sorprendiéndose nuevamente tras retomar su búsqueda - ¿¡QUÉ!?

A punto de frustrarse, el enmascarado, o más bien, “Fireblast”, divisa a un hombre llevar a rastras, con uno de sus brazos, a un inconsciente muchacho de pelo marrón, al que él identifica como Isaac. Su “hermano”. 

-¡Imposible! ¿¡Cómo es que acabó así!? – se dice enfurecido, decidiendo seguir a ambos sin pensárselo dos veces.

Y ya faltándole poco para llegar al hotel, Alban decide apresurarse, aún con el riesgo de despertar al dichoso Zorro Blanco, sin importarle esto tanto, ya que simplemente podría dejarlo inconsciente en caso de recobrar la conciencia.

-¡Ya falta poco! ¡Ya falta poco! ¡No debo llegar tan tarde! ¡Preocuparé a Allie de lo contrario!

A unos metros, el enmascarado los sigue, marcando cierta distancia con tal de que su presencia no llame su atención, por más que llame la de la gente. Pero para su pesar, llega un punto en el que la gente lo mira tanto, que casi pierde de vista a los dos. E incluso un oficial se le interpone en su camino por el hecho de portar su pica. Entonces, en un acto temerario, decide apartar en medio a la gente con tal de acercarse mucho a sus objetivos.

-¡Lo siento, pero necesito pasar! ¡A un lado!

De esta manera, logra acercarse demasiado. Lamentablemente, el policía que apartó se le acerca furioso para detenerle, luego de que, aún sin quererlo, desafiase a la autoridad. Entonces, estando muy enojado, pero no tanto como para hacer uso de sus llamas azules, Fireblast intenta disculparse.

-¡Perdón, pero tengo mucha prisa! ¡Compréndame, por favor!

Si sus palabras no convencían al oficial de dejarlo en paz, entonces tendría que recurrir a sus poderes.

-¡...Lo entiendo! ¡Pego de todas fogmas, no puede llevag un agma como esa pog las calles, a menos que sea de juguete! – le contesta la autoridad en su idioma.

-Ehh... ¡Lo es! ¡Soy un “cosplayer”!

-…Oh. Estos nignos de hoy en día. Pues siga su camino, y lo siento.

El enmascarado se alivia, ya que casi estuvo a punto de recurrir a la fuerza para que lo dejaran en paz. Pero para su muy pesar, volvería a perder la calma, ya que luego de lo sucedido descubre a su objetivo mirándolo fijamente con sorpresa. Y extrañado del tumulto que acababa de ocurrir, Alban, aún con Zack, descubre con sus ojos al piquero, e inmediatamente lo reconoce.

-¡Es el renegado del Gobierno Astral! ¿¡Qué hace aquí!? – se pregunta, para luego perderse a toda prisa con su rehén.

-¡Maldita sea! – se maldice Fireblast, comenzando a perseguirlo.

La persecución se da lugar por las calles. Con el muchacho encima, Alban tendría problemas para huir con rapidez. Más sin embargo se vale de sus habilidades como agente para intentar ocultarse entre los callejones que logra encontrar. En cambio, el enmascarado se siente confundido, ya que no logra divisarlos en plena avenida, por lo que corre por ésta lo más que puede para intentar encontrarlos.
No se molesta en preguntarle a la gente si los han visto, ya que no lo comprenderán, por no decir además que no sabe hablar en francés. Correr es por el momento su única opción, la cual aprovecha. No obstante, mientras corre, encuentra un par de callejones, y pudiendo sospechar que se fueron por ahí, se adentra en esos callejones.
Nada más ingresar echa un vistazo a cada uno de ellos, hasta que finalmente se ve estancado en un callejón sin salida.

-¡No! – se frustra, pateando una pared. Luego de unos segundos, decide resignarse y marcharse, pensando en regresar a la catedral en un intento de retomar su búsqueda de los Fragmentos de Omega.

Y justo al regresar a la avenida, algo extraño ocurre. 
La gente comienza a entrar en pánico, ya que se están escuchando disparos. Uno tras otro. Como si alguien disparara y disparara sin cesar contra algo o alguien. A la vez, extraños temblores se sienten.

-¿Qué es lo que ocurre ahora? – se pregunta Fireblast, quien se pone a buscar el origen de esos disparos, que parecen provenir de otro callejón que él no exploró por pasárselo de largo. 

Al llegar hasta el final, descubre allí, entre algunos botes de basura misteriosamente compactados, a un hombre de cabello blanco, tendido en el suelo, acompañado de una joven de cabello negro y ropa informal, justo al lado de lo que parecen ser lanzas amarillentas y puntiagudas, que perforaron parte del suelo y la pared.

-¡Señor Misora! ¿¡Se encuentra bien!? – le pregunta Syrinne, aterrorizada.

-¡No hay nada pog lo que pueocupagse! ¡No consiguiegon hegigme! ¡Pego cielos, aquel vaquego es todo un pistolego! – responde el detective, que observa con tristeza cómo su cigarrillo se consume en el suelo. - ¡Con cada dispago de su gevólveg cueó un temblog, pog lo que debe de manipulag el elemento Tiega!

-¡No debió acercársele tanto! ¡Podría haberle herido de verdad…! ¿¡Quién es él!? – se alarma la joven, que descubre con nervios al enmascarado.

Descubierto, el mismo camina hacia ellos esgrimiendo con fuerza su arma.

-¿Qué es lo que ocurrió? – pregunta éste, algo indiferente.

-¿Un enmascagado, con una pica? 

-¡Respóndanme! ¿Quién hizo esto?

-¿Qué cosa? ¿Los tembloges o estos dientes?

-¿Dientes? ¡Los temblores!

-¡Un vaquego, con una habilidad mogtífega en el uso del gevólveg! Aunque pogta dos en sus manos… ¿Y tú quien eges, pog ciegto?

-Nadie en especial... ¿Acaso ese “vaquero” llevaba consigo a alguien?

-Pues…a un apagente shegiff, o digectog de ogquesta, bastante peliguoso también…

-¡Oye! ¿A qué viene todo esto? – le demanda saber la joven.

-¡A-NADA-EN-ESPECIAL! - la silencia, palabra por palabra.

Levantándose del suelo, el detective Misora se le acerca con el fin de confrontarlo.

-Oye, no me has dicho quién eges…¡Y no está bien que le levantes la voz a una dama!

-Ya te lo he dicho, no soy nadie en especial. ¡Y lamento sonar rudo, pero estoy con prisa!

-¿Oh, así que no eges nadie, y estás con puisa? ¿Y a quién se supone que buscas, pog ciegto?

-No es de su incumbencia.

-¿Qué no es de mi incumbencia? Bueno, esto tampoco pagece seglo para ti. ¿Pego quién sabe? ¿Quizás el sujeto que buscas tal vez sea el mismo que intentó matagnos a mí y a mi acompagnante? Soy detective, sabes. Y como tal, pienso que TODO me puede incumbir.

-Mmph…como sea. Parece que no lo encontraré aquí. Adiós.

Con descaro se marcha, abandonando al detective Misora y a Syrinne. Sin embargo, éstos se disgustan con él.

-¿Quién se cuee que es? ¡Oh, puede que sea otuo de ellos! – se plantea el detective.

-¿Otro de ellos? – pregunta Syrinne, extrañada – Por lo menos no nos atacó… ¿Acaso va a seguirlo?

-¡Pog supuesto que sí! ¡Quizás nos lleve a otras puegtas sin abuig! ¡Acompágname, Syrinne!

-Está bien…¡pero no haga nada temerario esta vez, por favor!

Y los dos le siguen. Y mientras el piquero se marcha del callejón hacia la calle, descubre en otro callejón, paralelo a éste, con total sorpresa, a quien parece ser Isaac, inconsciente y sentado en el suelo de espaldas contra la pared. Decidido, corre hacia él, siendo a la vez seguido por el detective Misora y por la joven irlandesa.
Nada más llegar, Fireblast encuentra a Zack, y a un cambiado Alban, quien se disfrazó nuevamente como Mantis ante la situación. No tarda mucho en percatarse de que ha sido encontrado.

-¡MIERDA! – maldice, señalándolo luego de retroceder unos pasos - ¡LOGRO PERDERTE DE VISTA, LUEGO EMPIEZAN A ESCUCHARSE VARIOS DISPAROS SEGUIDO DE TEMBLORES, Y AHORA TE TENGO A TI OTRA VEZ! ¿¡QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO!?

-¡No lo sé, ni me importa! ¡Entrégame a Isaac!

-¿Isaac? ¡Querrás decir Zack Anderson, el Zorro Blanco! ¡Y no pienses que te lo entregaré! – le contesta Alban, armándose al instante con su guadaña.

-¡Syrinne, no te acegques! – intenta detenerla el señor Misora, sin éxito.

Los dos hombres armados con pica y guadaña respectivamente se sorprenden por la aparición súbita de la joven irlandesa, quien está más sorprendida que ellos al escuchar inicialmente el nombre de Zack, para luego encontrarlo en persona, totalmente inconsciente.

-¿¡ZACK!? – exclama, muy asombrada. Sin embargo, el muchacho continúa inconsciente.

-¿Tú…? - murmura Mantis, quien parece reconocer a la joven.

-¡Maldición! ¿¡Porqué me siguieron!? – les pregunta el enmascarado, furioso. 

Y al instante, siente que el agente se abalanza sobre él y Syrinne con su arma, por lo que la empuja tanto para salvarla como para también contrarrestar el ataque sorpresa de su oponente.

-¡Ah! – grita Syrinne, quien hubiera caído al suelo de no ser por el detective Andrew Misora.

-¡Vayamos a esas sombras, Syginne!

-¡Sí!

Ambos entonces se refugian en unas sombras cercanas, desde donde contemplan la pelea desatada entre el piquero y el guadañero, quienes forcejean con sus armas luego de chocarlas.

-¡Maldito! ¡Pudiste atacar a esa chica que nada tiene que ver!

-¡Sabía que la ibas a quitar de en medio! Y yo no diría que nada tiene que ver…

-¿¡Qué!?

Ambos se separan. Y mientras se mantienen a distancia para luego volver a atacarse, inician a la vez una conversación.

-¡Esa chica fue secuestrada por los Fragmentos de Omega hace tres meses! ¡Se suponía que vivía feliz en América luego de eso, pero ahora que ella está aquí en Europa, parece ser que la cosa puede ir demasiado lejos!

-¿Qué, demasiado lejos? – se extraña la joven, confusa.

-¿Así que fue secuestrada por ellos? – se pregunta el piquero - ¿Y porqué está aquí entonces?

-¡Eso quisiera saber yo, por más que los Fragmentos de Omega sean también mis enemigos!

-Oh... ¿no eres un Fragmento de Omega?

-¿Eh? ¿¡QUIÉN TE PIENSAS QUE SOY!?

-¡Cálmate! Sé que estás con el Gobierno Astral. Puedo ver el emblema del mismo en tu pecho. La famosa estrella de tres puntas…

-Oh, ya veo…pues podría decir lo mismo de ti, ya que tienes el emblema en tu espalda…¡si no fueses un traidor al Gobierno!

-No entiendo nada de lo que dicen. – comenta el detective Misora.

-¿Yo, traidor? ¡Ellos me han usado! ¡Se han aprovechado de mí! ¡No tienen ninguna otra intención conmigo más que de usarme como juguete! ¿¡Así que quién es el traidor!?

-¡Tú! – le reitera Mantis, abalanzándose sobre él para atacarlo con su arma.

Y en un acto de torpeza, el piquero no choca a tiempo con su arma, retrocediendo bruscamente, lo cual es aprovechado por el agente para cortarlo con su guadaña como si fuese un verdugo, por lo que termina recibiendo el ataque. 
Pero para sorpresa de todos, incluyendo a Syrinne y Andrew Misora, Fireblast no se inmuta por éste, poniéndose nuevamente firme.

-¿¡Qué diablos...!? – se asombra su adversario, recordando su pelea contra Ofidius - ¿¡POR QUÉ NO ESTAS HERIDO!?

-¡Yo…no lo sé! – se asombra.

-¿Que no lo sabes? ¡NO JUEGUES CONMIGO! – se enfurece el agente, quien lo ataca nuevamente, chocando otra vez su arma con la de su oponente, para luego dañarlo rápidamente en la máscara. El impacto ocasiona que la misma se quiebre, revelando el ojo izquierdo del piquero.

-¡Maldición…! - exclama, a la vez que pestañea.

-¡TE DIJE QUE NO JUGARAS CONMIGO!

-¡No lo hago! ¡Y me llevaré a Isaac! – contesta, obligándolo a retroceder.

-¡Sobre mi cadáver! – responde con determinación Mantis, que retrocediendo, se prepara para efectuar otro ataque con su guadaña.

-¡Mejor aléjate si sabes lo que te conviene! – lo amenaza, creando para posterior asombro, su característico fuego azul, de una mano. Tanto Syrinne y el detective Misora como el agente se asombran de su misteriosa habilidad.

-¡IMPOSIBLE! ¿¡CÓMO PUEDES CREAR FUEGO!? – demanda saber Mantis, sobrecogido.

-¡Eso quisiera saber yo! ¡Ahora, aléjate, y no regreses!

-¡Lo sabía! ¡Es, en efecto, un homúnculo! – se dice el detective.

-¿Será…peligroso? – pregunta en cambio la joven, con mucho miedo, recordando inconscientemente a Stroyer.

-¡No lo volveré a repetir! ¡Vete! – reitera.

-Grrr... ¡Muy bien! ¡Tómalo! ¡Pero no creas que la cosa se queda así, Dragón! – advierte el agente, llamándolo por su alias verdadero, porque por ese nombre era conocido el piquero entre los altos mandos del Gobierno Astral. 

-¡Fireblast! – le dice su adversario - ¡Ese es mi ”nombre”!

-¿¡Fireblast!? ¡Da igual! ¡Que no se te olvide que nos volveremos a ver! – vuelve a advertir, procediendo a marcharse totalmente furioso hacia el hotel.

-…Por fín. – se alivia, luego de asegurarse de que el agente realmente se marchó. Y en cuanto apaga sus llamas, se percata nuevamente de la presencia de la joven y del detective que lo siguieron, frente a Zack. - ¿¡Siguen aquí!?

-¡Zack! ¡Despierta! ¡Zack! – le pide a gritos Syrinne, ignorando completamente al piquero.

-¡Nunca nos hemos ido, colega! – le contesta el detective, mientras se enciende un cigarrillo.

-…Ahhh…. – gime Zack, quien logra ser despertado por la joven, que se pone feliz - ¿Qué está pasando…?

-¡Zack! – contesta Syrinne, abrazándolo de alegría.

-…¿SYRINNE? – responde éste, totalmente confuso - ¡Syrinne!

-¡Me alegro de volver a verte, Zack!

-¡A...A mi también me alegra verte! Pero espera… ¿Qué haces aquí? ¿Y qué hago yo aquí? Oh no…¡Jane! ¿¡Qué es lo que ha pasado!?

-¡Zack, cálmate! ¡Fui secuestrada junto con Soleyu, así que no sé tampoco qué es lo que ocurre!

-¡Pero yo estaba…con Jane…es decir, quien era en realidad la oficial Winifred Burkle! ¡Y después, un tipo con capa verde, que podía manipular el hielo, me…! – intenta decir, cambiando completamente la cara al ver de nuevo al enmascarado.

-Así que despiertas… - le responde éste.

-¡TÚ! ¿¡QUÉ HACES AQUÍ!? – le interroga el muchacho, muy asustado - ¿¡ACASO TÚ TAMBIÉN ESTÁS CON EL ENCAPUCHADO ESE!?

-¿Qué? ¿De quién estas hablando?

-¡De ese que cecea, y que posee una serpiente de cascabel! ¡Del que me ha secuestrado!

-¿Eh? ¡Ese agente no ceceaba! ¡Ni tenía una serpiente ni una capa! Aunque sí una máscara de insecto… - recuerda con rencor.

-¿Máscara de insecto? – se sorprende, recordando a aquel sujeto que había peleado contra el encapuchado y su serpiente - ¿Él me secuestró? ¡No entiendo nada de lo que está pasando! ¿Tú sabes quién es él?

-Es un agente del Gobierno Astral. Y como tal, debió ir a por ti luego de lo que has hecho en la Secta Astral Europea, Isaac.

-¡Isaac! ¡Yo no soy Isaac! ¡Soy Zack! ¡Zachary Anderson! ¡Y no soy el Zorro Blanco!

-¡Zack! – interrumpe Syrinne, preocupada - ¡Cálmate, por favor!

-¿¡Syrinne, por qué razón estás junto a este tipo!? ¡Intentó matarme cuando vigilaba a los Fragmentos de Omega en el Reino Unido!

-¿QUÉ? – se asombra la joven, que mira con incredulidad al piquero.

-¡Mmph! ¡Tú sabes muy bien por qué lo hice, Isaac! - se excusa, cruzando los brazos.

-¡Soy Zack!

-¡Él es Zack! – confirma Syrinne, que no para de mirarlo.

-…Mmph. A lo mejor, puede que sí. Que seas esquizofrénico, como dicen…

-¿¡Hablas en serio!?

-¡Pues sí! ¡Todo el mundo, incluso los Fragmentos de Omega, andan diciendo que el Zorro Blanco tiene múltiples personalidades!

-¡No! ¡Yo soy Zack, y nada más!

-¡No me hagas las cosas difíciles! ¡Tú creaste un portal que me trajo aquí a Francia! ¡Incluso me has prestado tus pastillas para la cordura! ¿¡Lo olvidas!? – le dice, enseñandole dichas pastillas.

-¿¡Qué!? ¿¡Y qué es esto!?

-¡Son TUS pastillas para la cordura! ¡Tómate una ahora!

Con tal de probar que no está loco, Zack accede a tomar, con desconfianza, una pastilla. Al cabo de unos segundos no siente nada, salvo un leve dolor de cabeza, pero sólo eso. Sólo logra sentirse como si se hubiera tragado un caramelo de menta.

-¿Es esto algún tipo de placebo? ¡No me ha pasado nada!

-...¡Su efecto no debe ser inmediato! – se sorprende el piquero.

-¡Oigan, oigan! – interrumpe el detective Misora, ganando la atención de todos – Mantengamos la calma pog un segundo, segnoges. Nadie, pero absolutamente nadie, sabe qué es lo que está pasando aquí. En mi caso y en el de Syginne pegseguimos a unos dos sujetos que, al pegcatagse de nuestua puesencia, intentagon liquidagnos. Y en el caso del piquego, o sea tú, pegseguiste a un sujeto con el que al final peleaste, tan sólo para obteneg a ese muchacho, que en su caso, no sabe nada, y además, es conocido de Syginne pog lo que veo. Así que dime, ¿tú te llamas Zack, o Isaac?

-¡Zack Anderson! – le responde, totalmente seguro de su identidad.

-Muy bien. Puimego que nada, yo soy el detective Andrew Misora. Y como detective, quiego sabeg el pog qué de todo esto. Luego explicagé cómo es que di con Syrinne, pero ahoga quiego que me digas quien eges exactamente y cómo es que fuiste secuestuado.

-¡Está bien! ¡Ya que usted está con Syrinne, lo haré!

-…Je. Cueo que nos llevagemos muy bien.

-¡Ey! ¡Qué te hace pensar que permitiré este…interrogatorio! – lo detiene el enmascarado, molesto - ¡Vine a por él, y no quiero perder más tiempo!

-¡No te lo llevarás! – le avisa Syrinne, enojada.

-Aguagda, Syginne. Déjame esto a mí. – la detiene el detective, volviendo al enmascarado – Así que, ¿qué me hace pensag, dices, que vas a dejag que lo integogue? Muy simple. Al igual que él, y que nosotuos pog ciegto, quieges sabeg qué es lo que ocuge, ¿me equivoco?

-Mmph…me da igual. ¡Tan sólo quiero llevármelo!

-¿Y qué hagás si nos negamos? ¿Acaso vas a lastimagnos con esas llamas? De seg así, ¿pog qué protegiste a Syginne de seg alcanzada pog la guadagna de ese agente?

-…¡Por que no tiene nada que ver conmigo!

-¡Mas allá de que no tenga nada que veg contigo, el punto aquí es que no quisiste vegla pegjudicada! ¡Ni ahoga mismo estás siendo buto! Así que eso me lleva a pensag que no eges alguien muy “violento”…lo cual me sogpuende mucho… ¿me equivoco? - le pregunta, como si lo conociera completamente.

-...No. No lo soy. ¡Pero aún así, deseo irme con él! ¡Tengo que perseguir a los Fragmentos de Omega!

-Oh, ¿y cómo lo hagás? ¿Tienes acaso algún gastuo de ellos? ¿Sabes en dónde están ahoga?

-Maldita sea. ¡No, no lo sé!

-¡Muy bien! ¡Esa es suficiente y evidente gazón para que yo empiece mi integogatogio!

-¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Empieza ya tu interrogatorio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores (¡Sigue este blog!)