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21-Andrew Misora

Belleville, París. 6 de la mañana. Luego de haberse marchado de Londres por aire, a través de un helicóptero conducido por su colega “Data”, Abraham y Helena llegaron junto con Stuart, Syrinne y Soleyu a Francia, situándose dentro de uno de los edificios que se encuentran frente al Cementerio de Belleville. Allí, en un apartamento, los dos charlan con Alan Harker, el mismo Data, que se muestra como un hombre joven de pelo corto, ondulado, y con unas gafas, que comparte con Helena el mismo negro que posee como color de cabello, teniendo como ojos unos marrones.

-¡Hace mucho que no veía en persona a Soleyu! ¡Recuerdo cuando solía hacerle bromas en nuestra juventud! Aunque veo que ahora no sólo no me recuerda, sino que también parece muy traumatizado… - argumenta, preocupado – Ahora díganme, ¿qué fue lo que ocurrió?

-…Brook lo ha traumatizado con sus poderes…y casi logra llevarlo a pedir la muerte… - explica Helena, triste.

-¿¡Brook!? ¿¡S-Sigue con vida…!?

-Así es.- responde Abraham, serio al respecto – De alguna forma se salvó de morir hace tres años, siendo rescatado por los Fragmentos de Omega, a quienes se les unió. Ahora se hace llamar Broken, “el Erizo sin Corazón”.

-¿¡Está con los Fragmentos de Omega!? ¡Pero él no haría eso! Esperen, ¿fueron emboscados por los Fragmentos de Omega!?

-Sólo con cuatro de los miembros, incluido él…que sí se convirtió en uno de ellos… con tal de vengarse de nosotros…y especialmente de Soleyu, por la herida que le causó de manera accidental…a causa de Ouroboros.

-¿¡Pero por qué querría vengarse de ustedes!?

-Porque debe creer que0 lo hemos abandonado al creerle muerto… Y también…porque salvamos sólo a Stuart y a Soleyu…en el incidente de Hidden Heaven…

-Maldita sea… tenía que pasar algo así…sin mencionar que gracias a los desastres que los Fragmentos de Omega han causado en Nueva York, los de Hidden Heaven consiguieron encontrar a Soleyu. Y es una suerte que ustedes lo hayan encontrado primero, aunque tuvieran que llevárselo por la fuerza…junto con su chica.

-Pensábamos dejarla allí, pero ellos podrían haberla secuestrado más tarde para exigir de vuelta a Soleyu. Además, como comparte el mismo cabello negro que nosotros, por no decir que casi posee nuestros ojos, corría el riesgo de que Hidden Heaven la asesinara.

-Tienes razón… Pero, ¿por qué ella se parece a nosotros? El cabello negro y los ojos verdes, casi grises. ¿Es también una Van Helsing?

-No lo sé. Lo dudo mucho. Quizás algún pariente lejano haya sido un Van Helsing.

-Ya veo, ¿y cómo se llama ella?

-Syrinne O’kein...

-Entiendo… Bueno, vayamos en serio. Los de Hidden Heaven están ahora por todas partes como sabrán. No sólo estuvieron en Londres, sino que también están aquí en París, e incluso en Berlín, ya que allí se dirigirán los Fragmentos de Omega y Brook, es decir, Broken, ya que saben que como él es uno de los Fragmentos de Omega, lo encontrarán a donde quiera que vaya su organización.

-Eso lo sabemos...

-…Laia, ¿qué te pasa? Estás rara.

-Está así a causa de Broken. – aclara Abraham – Le cuesta aceptar que él nos odia y que quiere vernos muertos.

-Me lo imagino… Volviendo al tema, hay que tener cuidado con Soleyu y su chica. Hay que cuidar de que uno de los dos no se vuelva a escapar como pasó en Londres, por más que no logre huir del todo.

-Sí. Stuart los está vigilando intensivamente. Además hemos estado aplicándole el suero a Soleyu cada cuatro horas con tal de que no pueda utilizar sus habilidades. Y hasta lo hemos atado a tal punto de que ya no tendrá forma alguna de escapar, aunque no creo que lo haga en su estado actual...

-Entiendo...

Y mientras los tres continúan hablando, en una de las habitaciones del apartamento, Stuart observa con serenidad a Syrinne, la cual lo mira con desconfianza junto a Soleyu, que está atado de pies a hombros, mirando al suelo con un rostro todavía tan vacío como su interior, luego del enfrentamiento contra el Fragmento del Alma, Broken. 

-¿Por qué continúa en ese estado? ¿Acaso no intentaste darle una nueva razón para vivir? – le pregunta Stuart.

-Claro que lo intenté... Pero él continúa así por culpa del Fragmento de Omega que le hizo esto… - contesta la joven irlandesa.

-Tiene sentido. Recuperarse de algo así requiere tiempo, y voluntad.

-¿Y en donde estaban ustedes cuando él escapó?

-No es algo que debas saber.

-¡Tengo que saberlo! ¡Pudieron haber evitado que esto pasara!

-...Mi maestro le inyectó una droga que impedía el uso de sus habilidades. Y hasta le atamos a una silla para evitar que escapara. Pero aún así logró hacerlo.

-¡Como sea! ¿En donde estaban cuando él sufrió? 

-Sólo me limitaré a decir que “patrullamos” en los alrededores de Londres, antes de volver y descubrir a tu novio.

-Sí, claro. “Patrullar”. Malditos imbéciles. – le insulta el alma de Soleyu, Ouroboros, desde el interior de Syrinne.

-¿…Alrededores de Londres? ¿Ya no estamos en América?

-Ups. – se ruboriza Stuart, al escapársele sin querer esa información.

-¡Contéstame! ¿En donde estamos ahora?

-…En Europa, evidentemente.

-¿Seguimos en Londres?

-No tienes por qué saberlo.

-¡Quiero saberlo! ¡De no estar aquí, Soleyu no estaría así como está en primer lugar! ¡Si no nos hubiesen secuestrado, jamás estaríamos pasando por esto!

-Hubieran pasado por algo peor si no los hubiésemos “secuestrado” como dices.

-¿Qué?

-Mi amor, ¿acaso olvidas que estoy dentro de ti? Por eso es que mi cuerpo está así. – le aclara su “amado”. 

Syrinne no le responde, confundida por lo que Stuart le dijo.

-¿Sucede algo? ¿Por qué tienes esa cara?

-No es nada…

-¿Nada? Es lógico que no estés feliz, dada la situación actual y la de tu novio. Pero ahora tienes otra cara. ¿Qué es lo que ocurre?

-Mmph...¡No es nada! – le responde enojada.

-No me mientas.

-¡No te estoy mintiendo!

-No quieres decirme que te ocurre, y para no decírmelo me dices que no te ocurre nada. Eres más fácil de leer que un libro para niños.

-¡Qué molesto eres!

-Grrr…ese canalla de verdad que es molesto, como dices. ¿¡Te parece si lo callamos!? – propone con frialdad su “amado”

-¿¡QUÉ!? – se sorprende Syrinne.

-Sí que te ocurre algo. – afirma su captor, sin sorprenderse.

-¡Te dije que no me ocurre nada!

-No sabes mentirme.

-¡No me ocurre nada!

-Sigues intentando mentirme.

-¡Que no me ocurre nada!

-Déjalo ya. Es inútil.

-¡Tan sólo cállate! ¡Prefiero dormirme que seguir hablándote!

-Bueno, como desees. – responde el hombre cloroformo, dirigiéndose hacia ella para dormirla con su habilidad.

-¡Espera! ¡No me toques otra vez!

-Dices que prefieres dormir que seguir hablando. Pues te estoy dando el gusto.

-¡No! ¡Ya no quiero!

-Grrr, ¿¡Quien se cree que es él para tocarte!? ¡Se las verá conmigo! – exclama con enfado Ouroboros.

-¿¡Qué es lo que harás!?

-¡Protegerte, por supuesto! Aunque voy a tener que tomar control de tu cuerpo por un momento.

-¿Que harás qué?

Y en el preciso momento en el que Stuart estaba a punto de apoyar su mano sobre la cabeza de Syrinne para adormecerla, el mismo ve con sorpresa cómo los ojos de ésta de la nada se tiñen de blanco, y también, descubre el tatuaje de Ouroboros en su antebrazo derecho, con la serpiente en él girando consecutivamente sobre las HH que encierra. No tiene tiempo de preguntarse cómo es que no lo notó hasta ahora, pues Syrinne rompe las ataduras de sus manos en un segundo, para luego derribar a su captor con las mismas, ya convertidas en garras.

-¡Imposible…! ¡MAESTROOOOOOO! – grita Stuart, alarmando a Abraham, Helena y Data.

-JAJAJAJAJA – ríe “Syrinne”, con una voz inhumana – ¡TOMA ESO, INMUNDICIA!

-Ack…se supone que estás en el cuerpo de Soleyu… - le responde, incrédulo y herido. – Te he oído hablarle a la joven, ya que puedo verte… ¿pero cómo es que estás en SU cuerpo?

-¡POCO IMPORTA! ¡AHORA YA SOY LIBRE, JAJAJA! – pronuncia Ouroboros antes de salir por la ventana, abandonándolos tanto a su “cuerpo” como al resto. Y segundos después de escapar, Abraham, Helena y Data entran a la habitación, alarmados.

-¡Stuart! – grita Helena, notando la herida de garra que él presenta en su pecho.

-¿¡Qué acaba de pasar!? – pregunta con asombro Data.

-¡Helena, trae el botiquín! – le ordena a su compañera Abraham.

-¡S-Sí...! – obedece, marchándose para regresar en un segundo.

-Maestro…dejé escapar a “Syrnina”…lo siento…

-…Es “Syrinne”, pero no te preocupes Stuart. Lo que importa ahora es que te pondrás bien. La herida no es tan grave. ¿Qué es lo que ha pasado?

-Ouroboros… De alguna forma se trasladó a su cuerpo...

-¿Qué? Eso es imposible. La única forma de poder trasladarse a otro cuerpo es por medio del contacto físico pasivo, considerando el estado de Soleyu. Pero aún así, Ouroboros no podría hacerlo. No con el suero que anula sus poderes…a menos que…

-El suero que Soleyu tenía mientras estábamos en Londres se haya acabado poco después de que él fuera atacado por los Fragmentos de Omega… - finaliza Data.

-…Mierda. Ahora tendremos que salir en su busca. Ouroboros podría matar a cualquiera que se cruce en su camino ahora que está libre. Anciano, adulto o niño, a él le da lo mismo…

Cuando termina de hablar, Helena llega con el botiquín para atender de inmediato a Stuart. Y a la vez, encontrándose ya en libertad, desde dentro del cuerpo de Syrinne, Ouroboros se sorprende de encontrarse en otro lugar diferente. Ve ante sus ojos a los autos pasar de largo en la calle, y también, lo que parece ser un cementerio, sin tener idea de donde está ni mucho menos de saber qué tan conocido es el cementerio que está divisando.

-Malditos sean. ¿Ahora en dónde es que estamos….? ¡AGH!

De pronto, en ese mismo momento, siente un dolor en su espalda, o mejor dicho, en la espalda del cuerpo de su "amada", a la cual sigue controlando. 
Con horror, descubre que está perdiendo nuevamente sus poderes. Y antes de perder el control del cuerpo de Syrinne, alcanza a dar la vuelta, para descubrir a Abraham en la ventana por la cual escapó, apuntándole con lo que parece ser un revolver tan gris como sus ojos. No tarda en comprender con furia que él le disparó con una de las varias municiones especiales que posee, volviendo a sellar sus poderes por un tiempo limitado.

-¡MALDITO HUMANO! – le insulta, nuevamente desde el interior de la joven, removiéndose la bala antes de perder el control del cuerpo de su amada.

-¿Qué? ¿¡En donde estoy!? – se pregunta Syrinne, encontrándose sin saberlo, en Francia.

-¡M-MI AMOR! ¡ESCÚCHAME! ¡ESCAPA AHORA MISMO POR DONDE SEA! ¡IRÁN A POR TI!

-¿Tú me sacaste de allí…?

-¡HAZ LO QUE TE DIGO! ¡ANTES DE QUE NOS VUELVAN A COGER!

Completamente sorprendida y confundida, Syrinne decide hacerle caso a Ouroboros. Y a medida que Abraham y Helena bajan del edificio, ella se marcha por el primer lugar que ve, el cementerio de Belleville. Al cruzar la calle, de pronto un auto se detiene abruptamente ante ella, tratándose de un simple conductor que casi la atropella.

-¡Ahhh! ¡Lo siento! – se disculpa con prisa, quitándose de en medio, notando luego que el conductor pareció no comprender lo que le dijo. 

Y tras haberse salvado por los pelos de ser atropellada, entra al cementerio francés, que en realidad debería estar cerrado a las 6:20 de la mañana. 
Dicho cementerio es conocido por albergar en su interior no sólo los restos de varias personalidades como Léon Gaumont, el inventor del cine parlante, sino también un monumento en memoria a los franceses que perdieron la vida durante los disturbios ocurridos durante la Comuna de París en 1871, producto de una insurrección hecha contra el gobierno de aquel entonces.
Una vez dentro, ella corre por al lado de algunas lápidas mientras intenta perderse de sus captores. Si bien siente ahora preocupación por no ser encontrada, también siente miedo y tristeza, ya que no le gusta estar en los cementerios, al recordarle éstos el día en el que su hermano mayor, Carl, fue enterrado después de perder la vida en un disturbio en Dublín.

-M-Maldición… ¡No quiero pensar en ello! – se dice a sí misma, evitando llorar.

Al cabo de un rato, tras mucho correr, la joven pierde el aire. Se detiene por un rato para respirar, ocultándose detrás de uno de los árboles del cementerio, siendo cubierta por la sombra que despliega éste.

-Mi amor…¿Te encuentras bien?

-¿Qué si me encuentro bien? ¿Cómo voy a estarlo?

-Perdóname. No tuve elección. Teníamos que escapar de ellos. No sabemos qué quieren de nosotros realmente.

-¿Pero qué hay de…tu cuerpo?

-¿De mi cuerpo? ¿Eso importa?

-¡Claro que sí! ¡No quiero que estés siempre dentro de mí! ¡Quiero sentir que me abrazas, que me besas, y que me amas!

-¡Pe-pero no lo necesito para demostrarte todo eso!

-¡Aún así, yo quiero eso de ti!

-Ehhh… ¿¡QUIÉN ES ÉL!?

-¿Qué?

Sin haberse dado cuenta de su presencia, Syrinne descubre a su lado, a un misterioso hombre de cabello blanco, bufanda blanca, y traje negro, que la mira atentamente con sus ojos profundamente negros. Al instante, ella se asusta tanto que deja escapar un pequeño alarido.

-¡AH! ¿¡Q-QUIEN ES USTED!? – le pide saber, nerviosa.

-Oh, je suis désolé, mademoiselle! Je ne suis pas un fantôme, hahaha! …Au fait, que faites vous ici? (¡Oh, lo siento mucho, señorita! ¡No soy un fantasma, jajaja! ¿A propósito, qué hace usted aquí?)

-¿Q-Qué...? – contesta sin entenderle nada.

-…Oh, vous ne parlez pas français? (…Oh, ¿usted no habla francés?)

-¿QUEEE?

-…No. Evidentemente usted no habla fgancés – contesta el extraño sujeto, en su idioma y con su peculiar acento.

-¿Habla en inglés…? ¿Me…entiende?

-Pog supuesto. Pero usted no me entiende a mí, segnoguita.

-Oh…¿me habló en francés? Espere, ¿¡estoy en Francia!?

-¡Pues sí! ¡No está ni en Bélgica ni en Canadá! Y a juzgag pog su acento, puedo imaginag que usted es eugopea, ¿o me equivoco?

-N-no. Tiene razón…soy de Dublín.

-¡Oh, de Iglanda del Sug! ¿Pero qué hace aquí?

-¡Eso quisiera saber yo! ¡Fui secuestrada, y ahora es que conseguí escapar de mis captores, que ahora mismo deben venir a por mí!

-¿Qué, de vegdad?

-¡CLARO QUE SÍ, FRANCÉS ESTÚPIDO! – le insulta Ouroboros.

-¡Cállate! – le ordena su amada, frente al sujeto.

-¿Eh? ¿Sucede algo?

-¡Ehh, no, nada! ¡Lo sien….OH NO, ALLÍ ESTÁN! – se disculpa al principio Syrinne para descubrir luego a Abraham y a Helena en la entrada del cementerio.

-¿Qué, quienes? ¿Ellos? ¿Son ellos los que la han gaptado, segnoguita? – pregunta nada más verlos a los dos.

-¡Sí! ¡No permita que me atrapen, por favor!

-Ya veo…¡Métase dentuo de mi chaqueta!

-¿Q-qué dijo?

-¡Sólo hagalo!

Ante la situación en la que se halla, la joven irlandesa decide confiar en el hombre francés, que abre su chaqueta para luego cubrir con ella a Syrinne, mientras se mantienen ambos detrás del árbol. Entretanto, Abraham y Helena comienzan a buscarla mientras se mueven por el cementerio como si se tratase de un cordero que escapó de su rebaño.

-El Cementerio de Belleville debería estar cerrado a estas horas. Normalmente abre a eso de las 8 de la mañana, ¿y aún así ella consiguió abrir la puerta? – comenta Helena, sorprendida.

-No tendríamos que sorprendernos por ello, ya que Ouroboros está en su cuerpo. Pero aún así, le sería imposible entrar, ya que le disparé con la droga que suprime los poderes del eidolón, a no ser que alguien más haya abierto esta puerta. – contesta Abraham.

-Eso es lógico… Aún así tenemos que darnos prisa en encontrarla, ya que debe de estar perdiendo mucha sangre por la herida que le causaste.
0 -Tienes razón. En cuanto la hallemos la sanamos y la volvemos a meter con Soleyu. No tenemos tiempo que perder.

-¡Vayamos a ver esos árboles! Puede que ella se esconda detrás de uno de esos.

-¡No! ¡Están viniendo hacia aquí! – advierte Syrinne.

-¡Mantenga la calma y el silencio, segnoguita! – le pide el sujeto misterioso, que ve con calma a los dos captores acercarse.

Y cuando ambos llegan revisan los árboles por detrás para encontrar a la joven, teniendo en cuenta las sombras que éstos proyectan. Sin lograrlo, dan con el árbol en el que ella y el hombre francés se encuentran, y al revisarlo por completo…no la encuentran.

-…No. No está aquí. ¡Maldición!

-Maldita sea, Ouroboros… - maldice Abraham – Debe de haberse marchado por otro lugar. Volvamos Helena. Tenemos que requerir de la ayuda de Stuart y de Data...

-Sí. Tienes razón Abraham… Sólo espero que no se muera…

Los dos se marchan del cementerio, lo cual deja tranquila y a la vez muy confundida a Syrinne.

-¿Morir…? ¿Qué fue lo que pasó? ¡Nos han visto y luego se fueron!

-…No, segnoguita. No nos han visto. Pog eso se han magchado. – le informa el sujeto, que deja de cubrirla con su chaqueta.

-¿Cómo que no nos han visto? …¿Acaso usted hizo algo?

-Tan sólo le he salvado la vida, hahaha.

-…Entiendo… ¿Cómo se dice “gracias” en Francés?

-Merci!

-…¿Mejzhi?

-Bueno…lo ha puonunciado mal, pero no impogta. ¡De nada!

-…Me llamo Syrinne. Syrinne O’kein. ¿Cómo se llama usted?

-Je m’apelle Andrew Misora! …Quiego decig. ¡Me llamo Andrew Misora!

-Ya veo…¿Y qué hace aquí? ¿Tiene…algún familiar fallecido?

-Oh, no, no. No estoy aquí pog eso. Nogmalmente, Le Cimetière de Belleville, es decig, el Cementeguio de Belleville está cegado hasta las 8 de la magnana. He abiegto la entuada de éste paga podeg inguesag e investigag pog así deciglo. Dada la hoga actual, 6:37, no imaginé que alguien poduía entuag.

-…Oh. ¿Es un detective? Siento interrumpir su trabajo…

-¡Oh, no tienes pog qué decig eso! ¡Si no lo hubiegas hecho tal vez habuías sido captugada, sin que yo te pudiega ayudag, hahaha! ¡Y sí, soy un detective puivado!

-Entiendo…a decir verdad, tuve suerte de escapar…pero…

-¿Te ocuge algo? Pageciega como si estuviegas cansa… - pregunta Andrew, notando que la parte interior de su chaleco está manchado con un poco de sangre. Pasado un segundo, ve cómo Syrinne se desploma en el suelo.

-¡MI AMOR! – grita también Ouroboros, preocupado e indignado de no poder hacer nada.

-¡Syginne! – grita el detective, que la toma en sus brazos, descubriendo la herida en su espalda.

Y antes de perder por completo la conciencia, Syrinne alcanza a ver cómo Andrew la toma en sus brazos y echa a correr hacia un lugar desconocido. Pasados unos poquísimos segundos, todo se vuelve ya negro para ella.

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