EL DISEÑO DEL BLOG ESTÁ AÚN EN RENOVACIÓN. GRACIAS POR LA PACIENCIA

Capítulos

16-Combate, lobos, vampiros, y dudas

Aprovechando las explosiones que se acaban de desatar, Tabnir lanza una granada de luz, cegando a los Fragmentos de Omega. Durante el destello, Katran y Connor se lanzan contra los gemelos Tweedle, embistiéndolos. A la vez, Zack y Jane se enfrentan contra Railo y Horus, respectivamente. Tabnir y un cobarde Lazarus contra Glacius y Tetsu. Byron y Thomas contra Louis y Max. Laimar contra Broken y Fuunra. Y Geremaia contra el mismísimo Stroyer, que mantiene su indiferencia ante lo que acaba de pasar.

-Sabía que ibas a matarnos de todas maneras, habiéndote entregado o no los planos. Pero no contaste con que mi equipo pondría trampas, ¿verdad, Steven?

-De hecho me lo supuse. Pero no creas que así me detendrás, Geremaia.

Mientras los dos líderes se mantienen inmóviles, mirándose con seriedad y esperando a que sus respectivos equipos ganen la contienda que se acaba de dar, los gemelos Twidlecutt rápidamente se levantan del suelo.

-¡MALDITOS SEÁIS VOSOTROS! ¡PAGARÉIS POR ESTO! ¡APLASTÉMOLOS, DEENEAC!

-¡HAGÁMOSLO, DUMINIC! ¡MERECEN MORIR!

Poniendo un pie detrás del otro, y un brazo delante, como si estuvieran a punto de jugar una carrera, lo que en realidad hacen los dos gemelos es prepararse para embestir a los dos hombres que los derribaron.

-¿Acaso van a embestirnos? No lo creo. – comenta Connor, que comienza a cargar su arma.

-…Déjamelo a mí. – le pide, de manera inesperada, Katran, demostrando poseer un tono de voz muy grave.

-Bueno, como quieras.

-¡CON LA VELOCIDAD DE UN UNICORNIO Y LA FUERZA DE UN LEÓN!

-¡TACLEADAAAAAAAAAAAA!

Los dos hermanos corren, como jugadores de rugby, hacia sus dos oponentes. Pero para sorpresa de ambos, durante el trayecto, ven a Katran, que los detiene abruptamente con sus dos manos abiertas, apoyándolas sobre las máscaras de éstos. La fuerza que éste presenta es muy superior a la suya, ya que los paró como si fuesen pelotas rodando. 
Y de pronto, tanto Duminic como Deeneac comienzan a sentirse extraños.

-¡D-DEENEAC! ¡T-TENGO FRÍOOOOOOOOO!

-¡D-DUMINIC! ¡S-SIENTO QUE ME ESTÁN FRIENDOOOO!

Estrepitosamente, los Twidlecutt caen al suelo, derrotados por el silencioso mercenario, que es visto con cierta sorpresa por el guardaespaldas de Geremaia.

Y al mismo tiempo, mientras Katran se dirige nuevamente contra Broken y Fuunra, y Tabnir y Lazarus retroceden de Tetsu y Glacius, sabiendo lo peligrosos que son con la katana y el hielo respectivamente, Zack y Jane, por otro lado, se encuentran cara a cara con Railo y Horus, discutiendo con éstos antes de proceder a pelear.

-¡Zack, te lo advierto! ¡Si no te marchas, seas o no el Zorro Blanco, te mataré con mis propias manos, como debí haber hecho hace cuatro años! – avisa con terquedad Railo.

-¡Lo que digas no me convencerá para abandonar! ¡Te sacaré de esa organización, Ray! ¡De verdad que lo haré!

-¡Por todos los cielos! ¿Tengo que pelear contigo? ¡No me gusta hacerles daño a las chicas! – se queja Horus, frente a Jane, la cual prepara su arma de fuego.

-Qué tierno. Pues a mí no me gusta hacerles daño a los niños. – responde su adversaria burlonamente, apuntándolo con su pistola.

-¡No soy un niño! ¡Soy un hombre! – protesta el Fragmento de Agua.

-¡Horus! ¡Tan sólo ataca! – le dice Railo, impaciente.

-¡De acuerdo, de acuerdo! – obedece su compañero, generando de sus manos un chorro de agua que moja a Jane y a Zack, pero que sin embargo no les provoca daño alguno.

-...Creo que me resfriaré. – argumenta Jane, tras mojarse.

-¡Yo también! – afirma Zack, que utiliza con rapidez su látigo contra Railo, amarrando el brazo derecho de éste.

-¿¡Pero qué carajo…!? ¡Ahh! – grita Railo, que tan pronto como su brazo fue atrapado por el látigo, cayó contra el suelo, al jalar Zack de inmediato su látigo hacia atrás con fuerza.

-¡Railo!

-¡Estoy bien, Horus! ¡Bien enojado…!

-M-Mierda. – maldice Jane, preocupada. – Zack, escucha. Estamos mojados, y si él utiliza contra nosotros su poder elemental, será nuestro fin.

-¡No lo será! ¡Él no es capaz de matarme, así que no intentará nada!

-¡No me pongas a prueba, Zack! ¡Ahora escúchame! ¡Aléjense de mí, y no los electrocutaré! ¡Hazlo!

-…Ack. De acuerdo Jane... Alejémonos… No quiero arriesgarme…

En silencio, su compañera accede, y con él da un paso atrás.

-¡GANAMOS, RAILO, GANAMOS, Y GRACIAS A MÍ! – exclama felizmente Horus.

-¡Me da lo mismo! – responde enojado.

Y a raíz del resultado, Finem, que se cubrió el rostro con un brazo para protegerse del destello de luz, es sorprendido en el acto por Stefan y Nala.

-¿Qué te ocurre, vampiro? ¿Le temes a la luz? Pobrecito. – se le burla Nala.

-Vete a jugar con alguien más, Nala. Ya te dije que él será mío. – le recuerda Stefan.

-¡Nunca! ¡Quiero vengarme de él!  Mis manos aún están empapadas de sangre. ¡Ellas me piden matarlo!

-Te repito. Vete a jugar con otro. O te apartaré de en medio.

-¿Me estás amenazando?

HAHAHAHAHAHAHA! ¡MORID!

Sin prestarles atención a sus dos contrincantes, el vampiro aprovecha la pequeña discusión para saltar hacia ellos y atacarlos de manera desprevenida. Pero para su desgracia, Stefan lo quita de en medio de un puñetazo, sin siquiera mirarle.

-Claro que te estoy amenazando. Apártate.

-Oblígame – le contesta con desprecio la mercenaria, quitándose los lentes. 

Y en cuanto éstos caen al suelo, Thomas la ve, y rápidamente pasa a estar muy preocupado, como si su vida estuviese en juego.

-¡Oh, cielos! ¡Lo va a hacer!

-¡Thomas! ¿Qué te ocurre? – pregunta Zack, alejándose de la batalla.

-¡Z-Zack! ¡Tú y tus dos compañeros…deben cuidarse de Nala!

-¿Por qué?

-¡Zack, haz lo que te dice Thomas! – le pide Jane, que se aleja de la mercenaria junto con el muchacho.

-¿¡Pero por qué!? ¿Qué es lo que hará Nala ahora?

Y antes de recibir una respuesta, él, y tanto los Fragmentos de Omega como los mercenarios, observan de repente a Nala, que mira con cierta obsesión a la luna llena en el firmamento inglés. 
Alzando la mano derecha hacia ella, como si intentase cogerla, súbitamente se arrodilla, y comienza a gritar, mientras dicha mano adquiere un pelaje blanco, transformándose lentamente en una garra. Y lo mismo ocurre con su otra mano.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! ¡GRRUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRR!

-¿¡Q-QUÉ LE ESTÁ PASANDO!? – exclama Zack, completamente atónito, sin recibir ninguna respuesta por parte de su bando.

En medio de los gritos de Nala, todos ven cómo la ropa de la mercenaria se hace pedazos por la repentina expansión de su cuerpo y músculos. De todos modos, su consecuente desnudez no dura mucho, ya que ésta es cubierta por el mismo pelaje que le cubrió la mano derecha, la cual crece como si fuera pasto. Adicionalmente, una larga cola emerge de su parte posterior, de la misma forma que emerge una flor. 
Y a los pocos segundos, en medio de sus propios gemidos y de las miradas de los demás, su boca y nariz se alargan hacia delante, adquiriendo una especie de hocico canino, exponiendo a la vez sus ya transformados dientes y ojos, ambos idénticos a los de un lobo, dando como resultado un aspecto ya inhumano.

-¿Q-Qué…? ¿¡Q-Qué es ella!? – pregunta Railo con nervios y consternación

-¡AHHH! ¡E-ES…ES UN HOMBRE LOBO! – responde Horus, asustado.

-No… Mujer loba. – le corrige Thomas, preocupado por su compañera.

-¿¡MUJER LOBA!? ¡AHHHHHHHHHHHHH!

-¡C-CÁLLATE HORUS! ¡PUEDE COMERTE! – le exige Railo, igual de asustado, pero concienzudo ante la situación.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! ¡MUERE, MUERE, MUERE! – le grita Max a la mujer loba con mucho desprecio y miedo, disparándole varias veces con su revólver mientras sostiene a un tembloroso March con el brazo izquierdo.

-¡EH, MAX! ¡CÁLMATE! – le pide Louis, sin éxito.

-¡M-MIERDA! – grita Byron, que se tira contra el suelo para evitar las balas que dispara el sombrerero, ya que estaba por luchar contra él junto con Thomas, el cual también cae a propósito al piso.

-¡BYRON! ¿ESTÁS BIEN? – le pregunta su compañero.

-¡CLARO QUE SÍ!

Las balas siguen su camino hasta llegar a Nala. Sin embargo, éstas nunca llegan a impactar su cuerpo, ya que rápidamente se hace a un lado para esquivarlas, y los proyectiles terminan impactando en el cuerpo del vampiro, que se encontraba en medio.

-¡F-FINEM! – grita con preocupación Horus.

- ¡...HAHAHAHAHAHA!

Al recibir los impactos de bala, Finem comienza a reír de manera maniática, como si en lugar de hacerle daño, las balas le hicieran cosquillas. Y con el uso de su dispositivo elemental, éste comienza a hinchar los músculos de su cuerpo, hasta el punto de expulsar las incrustadas balas de plomo de sí mismo. Por un momento todos ven cómo su cuerpo se expande por unos segundos al igual que Nala.

-¡NOOOOO! ¡DRÁCULA ME MATARÁ, DRÁCULA ME MATARÁ! – le grita con horror, tras fallar el disparo, a su liebre, que se asusta como él.

-¡No te matará! ¡Steven no lo permitirá! – le consuela Louis, algo furioso con su hermano por disparar sin pensar.

Y luego de quitarse las balas de encima, el vampiro dirige su tenebrosa y sonriente mirada hacia una transformada Nala, la cual le gruñe y le mira con un gran odio, acumulado tanto en sus ojos como en el sonido que produce su gruñido.

- ¡HAHAHAHAHA! ¡SABÍA QUE ERAS UNA DE ELLOS! ¡ME DELEITARÉ CON TU CARNE Y ME COMERÉ TU CORAZÓN!

Dicho esto, Finem se abalanza otra vez contra ella. Pero ya contra el suelo, cuando intenta morderla, la mujer lobo lo muerde primero, pateándolo luego con sus caninos y blanquecinos pies. Luego se levanta rápidamente y saltando hacia el Fragmento, Nala lo ataca con sus garras, desgarrando parte de su chaleco y parte de su carne. Sintiendo el repentino y gran dolor, el vampiro lo resiste, y toma la cola de su enemiga, mordiéndosela en el acto de manera salvaje. Con mucho dolor, la transformada mercenaria aúlla brevemente, pero también patea a Finem para distanciarlo.
Y mientras ambos monstruos y enemigos por naturaleza continúan con su pelea a muerte, un frío Stefan decide darle una mano a Tabnir y a Lazarus, dejándola de lado.

-Todo tuyo. – le dice a su compañera, sin siquiera ayudarla.

-¡Ey! ¡No entiendo nada! ¿¡Nala es una mujer loba!? – pide saber Zack, con el cabello todavía mojado.

-Bueno…sí. Pero no es una mujer loba común y corriente… - le contesta Jane, aún empapada por el agua de Horus.

-¿Qué? ¿Cómo que…no?

-¡MIERDA! ¡TABNIR! ¿¡AUN TIENES GRANADAS DE LUZ!? – pregunta con desesperación Lazarus a su compañero, distanciándose de Tetsu y de Glacius.

-¡No me quedan más! ¡Tendremos que pelear mano a mano! Aunque seamos asesinados…

-…Cobardes inútiles. – les insulta el Fragmento de Hielo, creando una estalactita de hielo en su mano izquierda – Si fueran miembros de mi organización me darían muchas razones para matarles, aunque tengo que reconocer que logran de alguna forma mantener al margen al Zorro Blanco.

-¿¡Eh!?

-Glacius-san. – le detiene Tetsu, con su katana. – Yo seré quien acabará con ellos.

-¿Qué…? Mmph, como tú quieras. – asiente de mala gana, retrocediendo.

-¡CARAJO! ¡NO SÉ QUE ES PEOR! ¡ESE SAMURAI O ESE TIPO DE HIELO! – maldice Lazarus, con el Fragmento de Hierro ante sus ojos.

-…Cuando les salvé de ese enmascarado, les había dicho también, que me encargaría de vosotros más tarde. Así que prepararos. – dice Tetsu, esgrimiendo su arma.

-¡Espera un momento! ¡Tú eres un samurai! ¿Está bien para ti…pelear contra alguien que no tiene arma? – le pregunta Tabnir, astutamente.

-…No. Por eso os acabo de decir, que se prepararan.

-¿Eres respetuoso, incluso con tus propios enemigos? – le pregunta con incredulidad Glacius.

-Sería muy deshonroso y descortés de mi parte matarlos si no tienen con qué defenderse. Así que les estoy dando un poco de tiempo para que busquen algo con qué protegerse y pelear.

-Mmph… ¿acaso sigues al pie de la letra ese “código samurai” que posees? Tan sólo mátalos de una vez.

Y entonces, cuando termina de pronunciar dichas palabras, Stefan ataca en un parpadeo a Tetsu con su espada. Pero el samurai prevé el ataque sorpresa, bloqueándolo con su katana.

-Pelea conmigo, samurai. – le ordena Stefan, con interés.

-Pelearé contra los tres. – decide Tetsu.

-…Suficiente. – añade Stroyer, que sin siquiera gritar, logra hacer que todos sus esbirros le presten inmediata atención, a excepción del propio Finem, que en completo frenesí, sigue atacando a una transformada Nala, dándose y recibiéndose mordiscos entre ambos.

-¡HAHAHAHAHAHAHA! ¡MUERE, MUERE!

Y ante la orden de su líder, los gemelos Twidlecutt se levantan doloridos. Railo y Horus miran a Stroyer. Y Broken, que estaba a punto de patear a Laimar, tras haber esquivado los torbellinos de Fuunra, y que para colmo lo tuvo a éste contra el suelo sin abrir los ojos en ningún momento, patea al vampiro para detenerle. Éste termina rodando por el suelo, dejando ir a Nala, que es de inmediato inmovilizada por Byron con una especie de red que es lanzada desde una pistola.
El payaso, por otro lado, mientras intenta librarse de Laimar, presta también atención a su líder. Y el samurai guarda su espada, renunciando a pelear contra sus adversarios, mientras que Glacius mira en silencio.

-¿Qué haces? Te dije que peleases conmigo. – se queja Stefan.

-Haré lo que mi líder ordene. – replica el leal samurai.

-No me interesa lo que tu líder diga. Pelea ahora contra mí, o muere. – amenaza el mercenario, quitando con su mano izquierda la metralleta que lleva colgada en su espalda, con el que apunta al Fragmento.

-No lo haría si fuera tú, escoria. – le advierte Glacius.

-¿Y a ti quién te ha hablado?

Y en ese mismo momento, mientras continuaba apuntando con su metralleta, ésta de pronto se incendia de la nada, pasando a quemar también a su portador. Sorprendido, Stefan arroja su arma y retrocede, apagándose las llamas a base de fuertes y rápidas palmadas. Tras quitarse el fuego de encima, ve con desdén a Stroyer, que lo mira por unos segundos, con sus ojos rojos.

-¿Qué pasa, Steven? ¿Te estás aburriendo? ¿O acaso temes perder? – se le burla Geremaia.

-No quiero perder más tiempo contigo. – le responde el Fragmento de Fuego, pensando en quemarlo con su poder elemental.

-Vaya, me estás mirando con esos ojos rojos. ¿Acaso vas a matarme? Bueno, no tiene caso que sea sarcástico, ya que sé que lo harás. Después de todo, renunciaste a tus emociones…pero parece que no tienes en cuenta algo muy importante de mí.

-¿Y qué es lo que no tengo en cuenta de ti? ¿Que acaso vas a matarme también con tal de detenerme? ¿Que tienes un as bajo la manga? No soy ingenuo, Geremaia. Y te mataría ahora mismo, pero como acabo de decir, no quiero perder más tiempo. Los soldados del Gobierno Astral deben estar buscándonos a los dos ahora mismo, y para cuando los haya matado a todos, será una molestia tener que matarlos a ellos cuando realmente tengo que ir a por la reliquia astral que mora en Alemania. Y a propósito, no intentes detenerme ahora mismo, porque mis Fragmentos te aniquilarán en un abrir y cerrar de ojos.

-…Je. Sí que eres listo, Steven. ¡Laimar, deja ir a ese payaso!

Escuchando a su hermanastro, el mercenario de ojos cerrados lo deja libre. Acto seguido, Fuunra y Broken se van con su líder, llamando en el acto a Lucifer, el cual sale de su escondrijo. Y sin responderle a su ya ahora rival, Stroyer se marcha, junto al resto de sus Fragmentos, por la calle de Victoria Embankment en dirección hacia el norte. Y antes de seguir de largo, Railo mira a Zack por un instante.

-¡POR FIN SE HAN IDO! – exclama con alivio Lazarus.

-…Idiota. – le insulta Laimar – Teníamos a esos cuatro Fragmentos acorralados. Si no te hubieras ido llorando con ese disfraz, no te habrían tomado de rehén, y quizás no tendríamos que habernos encontrado con el resto, y ni siquiera tendríamos que haber peleado.

-Ya está, Laimar. No es su culpa. Cualquier niño correría asustado. – excusa Geremaia de manera burlona.

-¡P-PAPÁ!

-¡JAJAJAJAJA! ¡NENAZA! – le vuelve a llamar Byron.

-...Maldición. – se queja Stefan – De verdad que quería pelear contra ese samurai. El líder de los Fragmentos de Omega me la pagará muy caro. Pero bueno, también quería aniquilar a ese vampiro…de no ser por la lobita.

Escuchándolo mencionar a Nala, Zack mira a la todavía transformada mercenaria, atrapada en una gran red, intentando librarse de ella de manera brusca con fin de atacar a los de su bando, ya que no distingue entre amigos o enemigos como una mujer loba.

-¿Q-Qué será de ella…? – pregunta nervioso.

-Bueno… - empieza a explicar Jane.

-Imagino que no se quedará así siempre. – interrumpe Tabnir, algo preocupado.

-Claro que no. Cuando la luna llena esté cubierta por las nubes o se haya ido con el amanecer, volverá a su forma humana. – explica Thomas.

-¿Pero cómo es que una mujer loba está con ustedes?

-Bueno…como Jane dijo hace un momento, Nala no es una mujer loba común y corriente… Cuando era niña, ella y su familia vivían dentro de un bosque en Alemania. Y un día, cuando pasearon por dicho bosque, un hombre lobo los atacó de sorpresa. Suena increíble, considerando que son criaturas legendarias…pero sabiendo que el Fragmento Finem es un vampiro…

-Cualquier criatura puede ser tan real como ficticia en estos tiempos…

-Sí... Como decía, dicho hombre lobo atacó a Nala y a su familia. Todos fueron asesinados, excepto ella, que si bien sobrevivió de milagro, fue mordida por dicha criatura…

-Y a raíz de esa mordedura, pasaría a convertirse en una mujer loba...

-Exacto.

Escuchando la conversación entre su compañero y el Fragmento Blanco, Byron muestra interés y se mete en medio.

-¡Al principio ella no controlaba sus transformaciones! ¡Cuando se hacía de noche, se transformaba y lastimaba a la gente a su alrededor! ¡Tanto era su temor que se escondía en lugares cerrados para evitar salir! ¡Pero cuando conoció al jefe, todo cambió! ¡Se volvió una gran luchadora, y hasta aprendió a transformarse sólo cuando fijara sus ojos en la luna llena, como acabáis de ver hace unos minutos! De hecho, también estoy investigando junto a Tommy sobre una droga que le permita conservar la voluntad en sus transformaciones...

-¡Byron! – le reprende Jane.

-¿Qué? ¡Quiero conversar!

-¿Puede ser que por esa razón, ella sea algo antipática? – pregunta Zack – Ya saben, como está siempre seria…

-¡Correcto! ¡Suele odiarse a sí misma por transformarse en la cosa que mató a su familia! ¡Tanto se odia, que suele desquitarse con los demás cuando se enfada! ¡Y a mí me gusta eso, jajaja! Aunque me golpee…

-¿Eh? Bueno, es evidente, viendo como eres.

-¡Jejeje, ya me estás conociendo! ¡Pienso que nos llevaremos muy bien, chico!

-¡Byron! – vuelve a reprenderlo Jane.

-¿Qué? ¡No he hecho nada!

-¡Como sea! …Verás, Zack. Es cierto que Nala suele ser seria y sonriente, pero en el fondo, es una buena persona, que piensa en los demás. Aunque claro está, que no desea que la molesten o que la tomen por estúpida.

-Sí…Ya lo creo.

-Bueno bueno…ya acaban de oír la historia de Nala. – interrumpe Geremaia – Perdonen mi interrupción, pero debemos de ir a por los Fragmentos de Omega. Durante el viaje podrán seguir la charla.

-Tienes razón Gere. – le dice Jane – No tenemos tiempo que perder.

-Jejeje... Thomas. ¿Te encargarías de Nala?

-Sí, señor. – asiente el joven mercenario, que saca ahora de su mochila una especie de lanza dardos tranquilizantes con una especie de jeringa, el cual contiene una sustancia casi igual de transparente como el agua. Tratándose en realidad de un somnífero, éste es disparado por Thomas hacia Nala, quien recibe de manera súbita el impacto en una de sus piernas. No tarda mucho en quedar inconsciente.

-Muy bien… Katran, ¿podrías cargarla mientras nos vamos?

-Sí, señor. – asiente el corpulento mercenario, quien levanta sin ningún problema, pese al peso adquirido por la transformación, a su dormida compañera, junto con la red que la envuelve.

-¿Ahora sí ha hablado? ¡Tiene una voz demasiado grave! – exclama Lazarus.

-Mejor cállate, Dean. Sigamos de largo. – le pide Tabnir.

Poniéndose de acuerdo, todos deciden marcharse hacia Francia con tal de interceptar a los Fragmentos de Omega otra vez. Para ello, deciden ir en un hidroavión que el propio Geremaia pediría para que los viniese a recoger en Westminster. Y a la espera del vehículo aéreo, que aterrizaría sobre las aguas del río Támesis, Jane le expresa a su amigo y jefe su preocupación por los planos que posee Stroyer.

-Geremaia, ¿qué será ahora? Steven tiene ahora los planos de creación de los dispositivos elementales...

-Así es, Jane. Pero yo tengo una copia de ellos conmigo. ¡Suena increíble, teniendo en cuenta que el papel sobre los que están grabados los planos está muy viejo como para copiarlo!

-¿De verdad? ¿Puede ser también que lo que le hayas dado a Steven no fuesen los planos verdaderos?

-Me temo que lo que le he dado son los planos verdaderos. Pero aún así, si bien los tiene, dudo mucho que encuentre el material esencial para crear más dispositivos elementales.

-…El gas Vexus.

-Así es. El meteorito que hace dos décadas se estrelló aquí en el planeta, y que contenía dicho gas en su interior desapareció misteriosamente.

-Ya veo… ¿Y cómo fue que obtuviste esos planos?

-Bueno... hace muchos años, creo que por 1985, cuando tú eras una bebé pequeña, un científico se apareció ante mí en mi oficina. Era por así decirlo de mi edad, o un poco mayor que yo en aquel entonces, de veintitantos años. Tenía el cabello pardo algo largo y desordenado, y vestía además una larga bata blanca, notándose por debajo de ella una camisa informal y bastante arrugada. Ese día vino a ofrecerme a cambio de dinero unos planos sobre los que se explicaba paso a paso la fabricación de los dispositivos elementales.

-¿Qué? – interrumpe Zack, sorprendido y escuchando la charla - ¡Cuéntenos! ¡Queremos oírlo!

-De acuerdo... Debo decir que ese científico parecía como muy preocupado por venderme esos planos. Normalmente, pese al estado de antigüedad de dichos planos en aquel entonces, yo rechazaría la oferta de ese hombre, hasta que me mostró…que poseía un dispositivo elemental.

-¿¡En serio!?

-Sí. Recuerdo que aquél día, hizo levitar mi escritorio, con todas las cosas que tenía encima, y luego lo volvió a dejar en su lugar sin que nada se cayese estrepitosamente. También noté cómo sus ojos azules pasaron a brillar en rojo al momento de utilizar su habilidad elemental. De todas las personas que me he encontrado, nadie había llamado tanto mi atención como él.

-Y por lo que veo, aceptaste los planos. – le responde Jane.

-Por supuesto. Y a cambio, le entregué a ese científico un billón de dólares. Aunque al momento de vendérmelos, me hizo jurar que los utilizara para el bien de la humanidad.

-¿Por el bien de la humanidad? – contesta, sorprendida - ...¿No lo habrá dicho por los Fragmentos de Omega?

-No lo sé realmente, pero puede que sí.

-¿Gere, cómo se llamaba ese científico? ¿Acaso era…el creador de los dispositivos elementales?

-…No sé si era el creador por así decirlo, teniendo en cuenta que los planos que me vendió eran muy viejos como para haberlos hecho él, pero bueno, quién sabe… Y en cuanto a su nombre, no quiso revelármelo.

-¿No quiso decir su nombre? ¿Por qué? – dice Zack, curioso.

-Como has oído, Zachary. No quiso decirme su verdadero nombre. E ignoro el por qué. Tan sólo me dijo que era un científico que quería “vivir en paz”… Ahora que lo pienso, se parecía un poco a tu querido amigo, al que quieres sacar de la organización de Stroyer.

-¿Qué? ¿Hablas de Ray, digo, Railo? ¿Cómo que se parecía a él?

-Bueno…tenía el mismo cabello desordenado que él, pese a no ser rubio. Y sus ojos eran del mismo color azul.

Escuchando lo que Geremaia le dice, Zack se sorprende mucho, y dentro de su mente, se imagina a Ray con el pelo marrón, tanto enojado como sonriente. Y en base a esa imaginación, recuerda a su padre, que era también un científico, y al que sólo ha visto únicamente en las fotografías familiares de la casa de éste, dado a que el mismo se quitó la vida en prisión tras el maltrato físico hacia su familia. 
Tras pensarlo un poco, parece llegar a una sola conclusión.

-¿Sucede algo, Zachary?

-...Nada malo. Pero es que, de acuerdo a la descripción que hiciste de aquel científico, se me viene a la mente la imagen…del padre de Ray.

Casi todos se sorprenden por la respuesta de Zack, inclusive él mismo.

-¿El padre…de Railo? – contesta Jane, sorprendida.

-Pues…sí, aunque ahora está muerto. Se suicidó en prisión tras maltratar a la señora Corwin, a Ray y a Sarah cuando eran niños.

-¿Pero…por qué piensas en él?

-Es que Ray me dijo que era científico. Yo jamás lo conocí, pero supe cómo era físicamente por las fotos que mi amigo tenía en casa. En todas ellas siempre vestía una bata de laboratorio.

-¿Y cuando murió?

-Creo que en 1992, tras ser arrestado por agresión doméstica.

-¿Y por qué maltrataba a sus hijos? – interrumpe Byron - ¿Acaso no los quería?

-Bueno… Cuando se lo pregunté hace tiempo, la señora Corwin me dijo que era la mejor persona que había conocido, pero que desde cierto día, su actitud cambió. Siempre parecía preocupado por algo, si bien ella nunca supo de qué exactamente. Casi todos los días decía que tenía que “seguir con su trabajo”, y que como consuelo a sus penas, recurrió al alcohol, emborrachándose la mayoría de las veces. Y que por emborracharse, maltrataba a sus hijos, justificándose de que no le dejaban “trabajar”.

-Vaya…no entiendo nada. Aunque capté el hecho de que maltratara a su familia por estar borracho.

-Yo tampoco entiendo mucho. Nunca lo conocí.

 -¿Sabes cómo se llamaba él, Zack? – pregunta Jane.

-…Elijah Raymond. Como mi amigo.

-¿Elijah Raymond? ¿Corwin?

-Eh… no. Corwin es el apellido de la madre de Ray. No conozco el apellido de su padre. Ni siquiera mi amigo lo sabe.

-Vaya, vaya, vaya… - añade Gere, pensativo - De haber sido él quien me vendió los planos de los dispositivos elementales hace veinticuatro años, tal vez previendo algo así, entonces puede que Railo sea de alguna manera más que un simple Fragmento de Omega…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores (¡Sigue este blog!)