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7-Oxford

Oxford, Inglaterra. El atardecer ilumina las calles y los característicos edificios de dicha ciudad, la cual es mayormente famosa por su universidad, donde estudiaron varios literatos ingleses de gran renombre histórico, como por ejemplo Lewis Carroll, en sus tiempos como un joven Charles Dodgson, y mucho antes de publicar su tan famosa, exitosa y extravagante historia, conocida como “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, siguiéndole después "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí".
La cálida brisa revuelve las caras de los estudiantes y profesores que caminan por el campus. Con muchas ansias de conocimiento, la mayoría de los alumnos tienen como objetivo primordial convertirse en grandes intelectuales y dejar su huella en la historia del mundo, mientras que la minoría desea buscar un buen trabajo y calidad de vida usando como herramienta el intelecto.
Sin embargo, hay una sola persona que no desea ni buscar un trabajo, ni convertirse en una intelectual. Estando sentada en uno de los asientos del campus, Allie mira con desdén las nubes del cielo, deseando marcharse a su casa lo antes posible.

-Odio esta universidad…no me gusta estar aquí. – se dice a sí misma la joven estudiante, de cabello anaranjado y ojos verdes esmeralda, vestida con un camisón blanco, una corbata roja a rayas doradas, y una chaqueta formal igual de negra que su falda, sus medias, y sus zapatos. – ¿Alban, por qué no contestas nunca mis cartas? ¿Por qué no vienes a sacarme de aquí? ¿Acaso querías deshacerte de mí…por haberme criado desde que nuestros padres murieron?

Mientras desea y desea irse, vuelve a recordar el momento en el que Alban, su hermano mayor, la dejó hace dos meses en esta prestigiosa universidad, donde él también había estudiado en su juventud graduándose como científico, con el fin de que se convirtiera en algo que le permitiera valerse por sí misma.
Llevándole doce años de diferencia, es a la vez una figura paterna para su pequeña hermana. Su única familia en el mundo. Por esa misma razón no le permitió en sus años de secundaria salir con chicos ni con chicas, teniéndola casi siempre a su lado, e inadvertidamente, convirtiéndola también en una chica insegura de sí misma, tímida y poco social. Esto la llevó a ser rechazada aquí, tanto por los demás estudiantes como profesores, causando un mal desempeño académico al poco tiempo.

-Estudia como yo estudié aquí. Haz amigos como los que yo he hecho aquí. Gradúate como yo lo he hecho. Sé alguien superior a todos. – le había dicho su hermano al momento de dejarla. – Papá, mamá, y yo estaríamos orgullosos.

-P-Pero Alban…yo no quiero…estar aquí… - le había contestado en lágrimas.

-No quiero dejarte sola en casa mientras no estoy. Por más que tengas dieciocho años y no seas ya una niña pequeña, lo eres para mí. Eres toda mi familia. Sin mí no serías capaz de valerte por ti misma, así que no me vengas con lloriqueos. Llorar no hará que el mundo cambie, Allie. Pero si quieres ser “alguien”, entonces haz lo necesario para serlo, aunque eso implique que tengas que hacer lo que menos es de tu agrado, como el matarte estudiando.

-¡Y por eso mismo! ¡Yo no quiero estar aquí! ¡Este lugar no me agrada en absoluto!

-¿Y a donde demonios quieres ir entonces, a Bristol, a Cambridge? He pagado mucho para inscribirte aquí, y he tenido algo de suerte también en ello. No puedes venir conmigo a donde voy ahora. Así que estudiarás aquí en Oxford. En la universidad más antigua y prestigiosa del mundo, donde yo también he estudiado. Fin de la historia. – la calló con seriedad, para luego marcharse.

Por semejante abandono, Allie odia en parte a su hermano mayor, pero en el fondo lo ama aún, ya que al igual que él, es su única familia en el mundo, luego de que sus padres muriesen cuando ella apenas era bebé y su hermano un preadolescente, en un accidente de auto, en Belfast. Por más que deteste estar en donde está, intenta con todas sus fuerzas estudiar, aunque también desea que Alban la saque de la universidad lo antes posible.
Las campanas de la universidad suenan de repente. Mirando su reloj, la joven comprende que debe ir a clase de ciencias en el colegio de Brasenose. Y al levantarse del asiento, con su mochila puesta, se dirige hacia dicho colegio, al igual que varios estudiantes universitarios, que apenas saben que existe.

-¿Por qué tengo que tener clase con Millicent y Ada? Me odian... - se dice a sí misma con pesar, recordando que esas dos chicas, en una ocasión, escondieron sus útiles y su ropa en el baño de chicos - No soy malvada, pero desearía que alguna vez se conviertan en orugas...

Al llegar, todos ingresan para asistir a la clase. Todos menos Allie. Cuando ella estaba por hacerlo, un hombre cincuentón, alto, canoso y con anteojos la detiene de ingresar, con una actitud educada pero poco cortés.

-Tú no irás a la clase, jovencita. – le dice el sujeto, con un rostro serio.

-¡Rector Gloushire! – responde con sorpresa - ¿Por qué no puedo ingresar?

-Por que ya no estudiarás más aquí.

-¿Cómo que yo…?  ¿No lo estará diciendo en…serio? – responde, desconcertada.

-Lo digo en serio. Tu mal desempeño académico ya es inaceptable, incluso si apenas el semestre ha comenzado. Comparándolo con el de otros estudiantes, el tuyo es bastante…terrible, por más que no llegues tarde a las clases.

-¡P-Pero yo lo intento! – contesta a punto de lagrimear - ¡No me expulse de la universidad, se lo suplico! ¡No tengo a donde ir! ¡Mi hermano me abandonó para que estudiase y no regresará! ¡Seguramente usted le conocerá! ¡Estudió aquí!... ¡Alban…

-Sé muy bien quien es tu hermano mayor, Alda Bedelia. Yo fui su profesor, y hasta tuve el honor de entregarle su diploma. Pero tú…no eres en nada parecida a él… No demuestras interés en estudiar, ni tampoco quieres socializar. Y además… eres irlandesa. – le responde con frialdad, llamándola por su nombre real y desconcertándola más.

-¿Qué...? ¿Y por qué le preocupa que seamos irlandeses? ¡No somos ni nazis ni fascistas, ni siquiera serpientes! ¡Somos sólo un país más en el mundo, con nuestra propia cultura y sociedad!

-No es que me preocupe. Es sólo que vosotros os creéis que tenéis suerte en todo lo que os rodea o hagan. Tan sólo por poseer miles de tréboles de cuatro hojas esparcidos en toda vuestra isla, sin importar si eres del norte o del sur. Sois arrogantes. Creéis tener también mucho oro o tesoros en calderos, como si fuerais leprechauns. Pero no es por eso que he decidido tu expulsión... – contesta, fingiendo no tener sarcasmo. 

Sin embargo, en el fondo, Allie sabe que miente, sintiéndose indignada y totalmente discriminada.

-¡No soy estúpida, rector! ¡Ya se porqué me quiere expulsar! ¡Es un…!

-¿Un qué? – pregunta el rector, sorprendido por dentro de que alguien osara levantarle la voz – …Si crees que te expulso por ser irlandesa, estás equivocada. Habría expulsado a tu hermano mayor hace tiempo, de no ser por su brillante desempeño en la universidad…aunque era irlandés, claro…

-¡No me estoy equivocando! ¡Por más que sea el rector, no puede expulsarme solo…por ser irlandesa! – responde con algo de valor y seguridad.

-¿C-Cómo osas levantarme la voz, pequeña irlandesa? – dice enfureciéndose y tomándola del brazo - ¡Te vienes conmigo a mi despacho, ahora!

-¡Oiga, suélteme! ¡Me hace daño!

Con la ofensa que nadie jamás se atrevió a hacerle, el rector de la universidad se la lleva por el campus hasta su propio despacho, pretendiendo darle un castigo careciente de total ética, como el golpearla con una regla. Pero de pronto, un adulto se mete en su camino. Vistiendo un traje formal, y con un peinado prolijo, comparte con Allie el mismo color de cabello y ojos. De manera educada, se les acerca y los detiene.

-Querido profesor, ¿esa es manera de tratar a una dama? – pregunta el sujeto, esbozando una cordial sonrisa.

-A-Alban… - comenta la joven, muy sorprendida por su inesperada aparición, y con el brazo izquierdo algo lastimado.

-¡Pero si es mi querido y más preciado estudiante! Hace mucho que no te veía en persona. Ya eres todo un científico y botánico… ¿Qué es lo que te trae por aquí?

-Estoy aquí para buscar a mi hermana menor, al saber que le iba muy mal en las clases. No será tan estudiosa como yo, pero la entiendo de todas formas. Y ahora yo le pregunto, ¿a dónde piensa llevarla ahora mismo? ¿Y por qué la toma del brazo como si fuese un niño malcriado?

De repente, el hombre la suelta y finge que nada es lo que parece.

-Ella se perdió. Yo la llevaba hasta su dormitorio para que recogiera sus cosas con el fin de marcharse de aquí – se excusa, soltando a la joven.

-¡No es cierto! – se queja Allie, sin miedo - ¡Pretendía llevarme a su despacho!

-Oh… ya veo. – contesta su hermano, pasando de tener una cara sonriente a una seria. - ¿Acaso piensa lastimarla con una regla? ¿Como ha hecho con varios estudiantes que osaron rebelarse contra usted en mis tiempos? De ser así, me parece que olvida que ella es una dama, profesor Gloushire. Y déjeme adivinar. Pese a que ha pasado un mes desde que comenzaron las clases, y pese a que no sólo ella, sino también otros pocos estudiantes han obtenido tan malas notas, desea expulsar a mi hermana sólo por la nacionalidad que compartimos ambos.

-…Será mejor que cuides tu vocabulario conmigo, Alban. He sido compasivo contigo sólo por tu desempeño, y te respeto porque has pasado todos los exámenes que he hecho solamente para ti. Y si bien solía ser un profesor, ahora soy el rector de la universidad, y puedo dejar de ser compasivo y respetuoso contigo llamando a las autoridades, mi querido estudiante irlandés.

… No es mi culpa que sea irlandés. Aún así, eso no significa que odie serlo. Al contrario, estoy muy orgulloso de mi nacionalidad. El trébol es el símbolo nacional de nuestra patria, y solemos tener suerte, eso sí, quizás un poco más de lo normal, pero sólo cuando nos proponemos y queremos hacer algo que sabemos que lograremos. Pero la suerte no es solamente exclusiva de Irlanda, sino de todo el mundo. Muchas personas suelen tener suerte también. Usted ha tenido mucha suerte también en su vida, ¿o me equivoco? Aún así, el hecho de que mi hermana sea irlandesa no es un impedimento para que tenga el derecho a estudiar aquí. Por que todo el mundo tiene derecho a aprender en donde sea, no importa el lugar donde vayan, O DE DONDE VENGAN.

El rector se sorprende ante las palabras de su antiguo estudiante, sabiendo que tiene razón. Cualquier persona en el mundo, de cualquier nacionalidad, tiene derecho a estudiar en donde sea o en donde pueda. Aún así, pretende defenderse con descaro, mostrando en el acto, ser muy patoso.

-Tienes razón, mi querido estudiante. Cualquiera en el mundo tiene el derecho de estudiar, sobre todo aquí. Pero con respecto a Alda…ambos sabemos que su nivel académico es bastante inaceptable, y por esto mismo, considero que debe marcharse de esta universidad.

Allie se sorprende por la terquedad del rector, pero más aún cuando su hermano contesta con una nueva sonrisa.

-Ya veo…en ese caso… ¿Podrías ir a tu habitación a preparar tus cosas, Allie, y esperarme luego en la puerta de la universidad? Yo acompañaré en tu lugar al rector hacia su despacho, para hablar con él de muchas cosas… - pide y responde Alban, llamando la atención de su antiguo profesor, que accede a irse con él.

Triste y alegre por marcharse de la universidad, pero sorprendida aún por lo que le acaba de pasar, ella se va hacia su dormitorio a preparar sus cosas. Una vez que terminó con todo, se dirige con una maleta enorme hacia la entrada de la universidad de Oxford. Tras unos minutos, su hermano regresó, manteniendo aún esa sonrisa.

-¿E-Estás…enojado conmigo? – le pregunta con timidez Allie, por su mal desempeño académico.

-¿Por qué lo voy a estar? Debí comprenderte mejor hace un mes, y haber leído tus cartas, las cuales empecé a leer hace unos días, jeje. Además, eres tan inteligente como yo, aunque no lo hayas demostrado, claro. Por más que te haya ido mal en la universidad en la que yo estudié, confío en ti, y también te quiero, más que a nada en el mundo, porque eres lo único que tengo de familia.

-Alban… - contesta su hermana, lagrimeando un poco.

-En lugar de enojarme, te pido perdón. Por haberte hecho pasar un infierno aquí, pero créeme que era por tu bien…aunque de verdad, te estuviese yendo bien o mal aquí, te he venido a recoger por otro motivo.

-¿Por qué?

-Me iré hacia Alemania. Y esta vez me acompañarás. Ya no te volveré a dejar sola.

-¿I-Irás hacia Alemania? ¿Pero para qué? ¿Sabes alemán?

-Por trabajo, Allie, ¿por qué crees? Jajaja. Und Ja, ich spreche Deutsch. – responde lo último en alemán, con claro acento irlandés.

-…De acuerdo. No sé que dijiste, pero veo que lo sabes.

-Pues claro, soy inteligente, al igual que tú. Ahora acompáñame, tenemos que buscar un taxi para ir hacia el aeropuerto.

Escuchándolo, Allie obedece, y se marcha para siempre de la prestigiosa universidad, en la que, si las circunstancias hubiesen sido distintas, habría estudiado con gusto, ya que es una grandiosa y antigua universidad en la que estudiar. Y caminando por las calles de la ciudad, Alban recibe una llamada telefónica en su teléfono móvil, proveniente de un tal “Wombat”, la cual contesta con seriedad, no sin antes alejarse un poco de su hermana tras pedirle que detenga un taxi.

-¿Wombat?

-Mantis, escúchame. Los Fragmentos de Omega se dirigirán hacia Alemania como sabemos. Pero no lo harán por aire, sino por tierra y por mar, de modo que para llegar allí, deberán navegar hasta Francia, e ir desde allí hasta la base de la Secta Astral Europea en Berlín.

-Sí lo sé. Saben que de ir en avión, volarán en mil pedazos con los misiles que les lanzarán los de la Secta Astral. Después de todo, allí poseen muchos armamentos, cañones, y hasta bombas. Ahora mismo me dirigiré hacia Alemania en avión, y nos encontraremos allí junto con los demás.

-De acuerdo. ¿Ya has recogido a tu hermana?

-Así es…

-Bien. Luego te informaré más. Adiós.

-Chao.

Nada más finalizar el llamado, Alban ve que su hermana menor encontró un taxi, por lo que vuelve con ella con total tranquilidad, y volviendo a esbozar otra sonrisa. Al mismo tiempo, en el despacho del rector, varios estudiantes asisten a quien alguna vez fue el profesor Rob Gloushire, tras encontrarlo totalmente golpeado en el rostro y pecho, aparentemente con un objeto duro y bastante largo, como una regla.

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