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La tragedia de Railo

Nací el 16 de junio de 1987. Y Sarah, mi hermana menor, dos años después, el 10 de abril de 1989. Somos de Géminis y de Aries respectivamente. Hemos vivido durante toda nuestra infancia y adolescencia en Wisconsin, en un pueblito pequeño llamado Little Moon, ubicado en el estado de Milwaukee. Cuando éramos pequeños y no pasamos aún los seis años, jugábamos siempre con mi madre, una maestra de inglés, pero casi nada con mi padre, un grandísimo hijo de perra. A él no le recuerdo muy bien, pero sé que a diferencia de nosotros, no era de pelo rubio, sino castaño, además de que heredamos sus ojos azules. Siempre lo vi con una bata de científico, por lo que me supongo que era uno, y la mayoría de las veces estaba escribiendo no sé qué cosas en su diario en casa en lugar de darnos su atención.
Para cuando yo tenía cinco años y Sarah tres, él comenzó a beber. Parecía más despreocupado y triste que nunca al principio. Sin embargo, pasados los días y meses, se mostró más iracundo y violento. Nos reprendía innecesariamente por correr en la casa, sin que rompiésemos siquiera alguna decoración, excusándose de que "no le dejábamos trabajar" y golpeaba a mamá cuando ella intentaba calmarlo y convencerlo de dejar el alcohol.

Tras eso, empezó a golpearnos a nosotros. Pero sobre todo a mí. Mientras me maltrataba me decía cosas como "¿Te crees el hombre genio de esta familia? o "Eres una mierdecilla". Un día me harté de la situación en la que vivía, y la convencí de llamar a la policía. Era muy pequeño, y ya estaba viviendo un infierno. Cuando llegaron a mi casa, se llevaron a mi padre por la fuerza, aún borracho. Pensé que nos amenazaría de muerte, pero no lo hizo. En cambio, gritó varias veces que lo dejaran ir, ya que "debía continuar su trabajo".
No volví a saber de él a partir de ese momento, sólo escuché a través de una llamada telefónica a mi madre, que se quitó la vida en prisión, tras recibir una sentencia de 15 años. Me acuerdo que una vez que colgó el teléfono, ella lloró desconsoladamente. Pese a todo lo que nos hizo sufrir, todavía lo amaba...

Ya libres de los maltratos, continuamos con nuestras vidas. Mamá tuvo que comenzar a trabajar mucho para poder mantenernos a Sarah y a mí, que apenas iniciamos la escuela primaria. Si bien mi hermana hizo amigos, yo, por otro lado, no. Solía pelear con cualquiera que se burlara de mí o de mi familia. Incluso cuando estaba en quinto grado, golpeé a mi profesor de matemáticas. El desgraciado intentó coquetear con mi madre un día que ella nos vino a buscar a mí y a Sarah. A causa de esto recibí una suspensión, pero aun así no me arrepiento de haberlo hecho.

Hasta sexto grado, no conocí a nadie que quisiera ser mi amigo, pero entonces llegó el día en el que conocí a Zack. Al igual que yo vive en Little Moon, a unas metros de distancia de mi casa, y pese a ser un año más joven, estaba conmigo en el mismo curso. Todavía me pregunto cómo es que nunca me crucé con él en los años anteriores. De todas formas, nos conocimos durante el primer día de clases, cuando me encontró comiendo solo en una de las mesas de la cafetería de la escuela. Ya que a diferencia de Sarah no soy de hablar con la gente, no dije mucho de mí. Tan solo me limité a decir que me llamaba Elijah Corwin, y que prefería que me llamara por mi segundo nombre, Raymond, debido a que el primero me recuerda a mi padre, que también se llamaba así.
Para mi sorpresa, en lugar de marcharse como el resto, Zack quiso ser mi amigo, y me habló de que era el mayor de tres hermanos, precisamente de Jerome y de Isabella, de que su padre era bombero, su madre enfermera, y de que quería seguir la voluntad de ambos para su futuro.

De inmediato, y sin darme cuenta en un principio, él me cayó bien. Se tomó parte de su tiempo para conocerme, sin que yo se lo pidiera. Había hecho un amigo. Con cada charla que mantuvimos comencé a confiar en él. Tanto, que hasta le invité varias veces a mi casa a dormir y a jugar a la Playstation junto con Sarah. Cuando le conocieron, ella y mamá se encariñaron con él a los pocos segundos por su serenidad, sobre todo Sarah.
Durante cierto momento, Zack nos preguntó por qué no teníamos padre, dada la curiosidad por el hecho de que no me llamara por mi nombre de pila. No quise contestarle, pero mi hermana lo hizo para mi disgusto. Al escuchar nuestra historia, él nos compadeció, e incluso se percató de que yo era violento e insociable con la gente a causa de los maltratos que recibí en mi niñez. Y para intentar detenerme de eso, Zack me pronunció unas palabras que nunca olvidaré. "No todo en la vida es odio".

Dichas palabras me motivaron un poco para los tiempos siguientes. Conocí a los padres de Zack. A Isabella, su hermanita, que tenía tan sólo dos años. Luego a Jerome, el hermano de Zack, que increíblemente era idéntico a él, sólo que más bocón, y sin el mismo cabello parado. Tardé unos minutos en percatarme que era su gemelo, y que de cierto modo era su "hermanito menor" por nacer después. Con el fin de diferenciarse, vestía siempre ropa de color verde, aunque en mi opinión, su leve egoísmo y su enorme boca ya hacían la diferencia.
Solía burlarme de él diciéndole hipopótamo, cosa que le molestaba mucho. Me acuerdo que en ocasiones, Sarah lo “defendía”, llamándolo en cambio, Pacman. Aún así, logramos llevarnos bien entre nosotros. Y a los pocos días, ya era común que saliéramos con su hermano y con mi hermana a cualquier lugar.

A la edad de 14 años, comencé la escuela secundaria junto a Zack y Jerome. Sarah estaba dos años mas abajo, así que todavía seguía en la primaria. En el primer día de clase, estando en el comedor, encontré a una chica de un largo cabello castaño oscuro, y de ojos pardos, a la que reconocí como una de mis nuevas compañeras de clase. De la misma forma que Zack hizo conmigo, me le acerqué y le pregunté si podía sentarme. Sin embargo, en lugar de responderme, tan sólo me miró unos segundos antes de volver a tomar su bebida, ignorándome. Tomándome eso como un sí, me senté a su lado, preguntándole su nombre.
Continuó ignorándome, sin siquiera molestarse en decir cómo se llamaba. Eso me molestó por un lado, pero por otro, me sorprendí cuando varios un grupo de chicos de segundo año se acercaron hacia nosotros. Frente a nuestra mesa, empezaron a burlarse de ella, hablando como si fueran monos que éramos novios.

Escuchándolos, la chica se enfadó, y me echó la culpa por lo que pasaba. No entendí por qué me culpó de algo que no inicié, además de que debió de haberme dicho que no me sentase en su mesa. Aun así, enfrenté a los bravucones, advirtiéndoles que la dejaran en paz, pese a ser mayores que yo por tan sólo un año de edad. Bastante vanidosos, se rieron de mí, y me arrojaron una botella de leche a la cara. Al ver lo que ocurría, Zack y Jerome corrieron a ayudarme, pero tarde. Luego de que esos hijos de puta me llamaran marica, fue cuando los golpeé enfrente de todos. Al final, como fue siempre habitual, los directivos me castigaron con una semana de suspensión, aunque gracias a mis amigos, los bravucones de segundo año recibieron su merecido también.

Cuando regresé al colegio, me encontré con que ellos ya no molestaban a esa chica, y que cuando me veían, se marchaban sin pensarlo. Al momento que dio inicio el recreo, para mi sorpresa, ella me invitó a comer a su lado en la cafetería. Allí, me dijo su nombre, Nidia Lespoir. También se disculpó conmigo por su resentida actitud aquel día, explicándome que esos chicos solían ser sus compañeros de aula, antes de repetir el año a causa de su falta de estudio, siendo acosada por ellos por su torpeza. Pero que ahora que yo me les enfrenté, podía respirar tranquila y seguir para adelante.
Animado por su actitud positiva y su sonrisa, le dije mi nombre, pidiéndole luego que me llamase Raymond. Cuando supo el por qué, Nidia me preguntó de todas formas si me podía llamar "Eli", diciendo que es un nombre bonito. Debo decir que cuando la escuché decir eso, me sonrojé un poco. E incluso le permití llamarme así para mi profundo pesar.
Rápidamente, Nidia se hizo amiga de Zack, Jerome y Sarah, con la cual cogió un gran afecto, tratándola como una hermana menor. Y cuando mamá la conoció, quedó un poco asustada por el repentino interés de mi nueva amiga en saberlo todo de mí. Tanto, que un día se cortó el cabello para parecerse a mi madre. Conocí a su familia, a su generosa madre y a su sobre protector padre, que siempre me miró con algo de rechazo. Comenzamos a salir a varios lugares y a hacer cosas juntos, como estar presentes en la graduación de Sarah de su educación primaria por ejemplo. Hasta el final de nuestro año escolar, seguimos saliendo. La estrecha amistad que teníamos todos era tan grande, que nos hicimos llamar "los cinco".

Cuando mi hermana comenzó la secundaria, me ví obligado a "protegerla" hasta su tercer año, debido a que varios muchachos o "imbéciles" por así decirlo quisieron que fuera su novia, aún si ella se negaba a estar en compañía de cualquiera. A algunos los amenacé, mientras que a otros los golpeé, siendo castigado poco después por ello. Por otro lado, estando en mi último año junto a Jerome, Zack y Nidia, planifiqué con ellos salir de vacaciones a Alaska en año nuevo. Habiendo ahorrado para ese momento con trabajos de medio tiempo y con ayuda de nuestras familias, pudimos marcharnos hacia el norte, llevando a Sarah con nosotros. Una vez allí, alquilamos una cabaña barata para pasar una semana en medio de la nieve, esquiando, subiendo y bajando de los teleféricos, etcétera.
Recuerdo que un día cuando todos salimos a jugar con la nieve, Jerome y Sarah no pararon de fabricar varios hombres de nieve. Zack, en cambio, decidió jugar a una guerra de bolas de nieve contra mí, siendo apoyado por Nidia en el acto.
No me importó que fueran dos contra uno, ya que yo los ataqué lanzando cientas de bolas de nieve con ambos brazos, aunque para mi desgracia, me convertí en un hombre de nieve más, al ser cubierto por toda la nieve que ellos me arrojaron.

Luego de aquello, cuando en un momento me puse a contemplar las montañas, Nidia se me acercó sigilosamente por detrás para arrojarme una bola de nieve a la cabeza. El ataque me cogió de sorpresa y fue tan rápido y fuerte que me tira rodando contra el suelo, ya que me encontraba sobre una elevación. Preocupada y a la vez sorprendida por su fuerza, ella corrió hacia mí, y en un acto de torpeza, tropezó con la nieve, rodando hasta caerse encima mío.
Tras preguntarle si se encontraba bien, le dije que no fuera tan torpe. Riendo, Nidia me dice que no se percató de que había lanzado con mucha fuerza la bola de nieve hacia mí, y que no pretendía derribarme así. Enojado por malinterpretarme, estuve a punto de decirle que era por caerse en vez de por atacarme negligentemente, pero entonces...me acarició el rostro con su mano derecha, preguntándome si no me había lastimado. Me sentí muy incómodo, y algo nervioso... hasta que miré sus ojos. Ella me miraba tan profundamente, como si estuviera más que preocupada. Como si estuviera feliz. Feliz de preocuparse por mí... Y pasados unos segundos... nos besamos, uno encima del otro sobre la nieve.

Desde el momento que la conocí, la encontré atractiva sin saberlo. Y ya en Alaska, me enamoré de ella. Yo jamás había besado a nadie, por lo que fue algo que me hizo tan feliz. Y más feliz me hacía el hecho de estar con Nidia, por más torpe y rara que fuera. También, descubrí la primera noche en la cabaña, cuando dormimos juntos y abrazados, que era un año mayor que yo, aunque debí de imaginármelo al haber repetido primer año. De todos modos me importó un bledo, y gracias a ella, a mi mejor amigo, al hermano de mi mejor amigo, y a mi hermana menor, viví las mejores vacaciones de mi vida.
Cuando regresamos a casa, salí solo con Nidia por varios días seguidos. A regañadientes de su padre, dormimos de nuevo juntos en mi casa, y en la suya. Hasta nos sentamos acompañados en la escuela. Está para decir también, que golpeé a aquellos que se burlaron de mí por salir con una "anciana", dada nuestra diferencia de edad.

Y tras mucho tiempo de salir y estudiar juntos, finalmente llegó el día de nuestra graduación. Todos nosotros nos vestimos de gala. Zack, Jerome y yo nos vestimos con un esmoquin elegante, mientras que Nidia vistió un hermoso vestido rojo, que para mí, la hacía ver más bella que cualquiera de nuestras compañeras de clase. Después de que recibiéramos nuestros diplomas, quiso que yo apareciera en varias de sus fotos con su familia. En consecuencia, yo hice lo mismo con ella, apareciendo junto a mí, a Sarah y mamá como una integrante más de la familia, ya que en realidad, lo era, por más lejos que estuviésemos de casarnos. Por supuesto, no me olvidé de mi mejor amigo y de su familia. En resumen, nos fotografiamos entre todos.

Pasados unos días, Zack habló con nosotros. Me explicó que quería realizar junto con el resto de nuestros compañeros de clase una fiesta para celebrar nuestra graduación, y que estaba buscando una casa o un lugar donde se pudieran hacer los preparativos. No me interesó su idea, ya que por más que detesto salir de fiesta, quería descansar, dormir varios días en mi cama, junto a Nidia. Por desgracia, ella se marchó de vacaciones con su familia a Utah, pero prometió llegar, aunque tarde, a la fiesta.
Pese a no haberse graduado aún, Sarah se mostró muy interesada en ayudar a mi amigo a buscar una casa, ya que quería estar en una fiesta. Por otro lado, mientras descansaba, mi madre se me acercó, y me preguntó qué tenía pensado estudiar. Le dije que no lo sabía aún, ya que no estaba tan preocupado por mi futuro. Sabiendo que me iba muy bien en historia y en ciencias, me sugirió convertirme en un profesor, o en un científico, como mi padre. De inmediato me negué. No quería ser como mi padre en ningún sentido.

Un día, agobiado por la ausencia del amor de mi vida y por mi hermana hablando todo el tiempo de mi fiesta, necesité un respiro, por lo que me fui al parque de Little Moon a tomar aire.
Allí, mientras veía a los niños jugar en los columpios o en las cajas de arena, pensé en mi futuro para mi propia sorpresa. Con el fin de no ser como mi padre, opté por ser un profesor, pero luego rechacé la idea, al no ser la enseñanza algo que me interese. Después de todo, no me gusta estudiar, ya que lo he hecho desde mi infancia, y es algo odioso. Pensé también en ser un músico, ya que me encantan géneros como el rock psicodélico y la orquesta, y en ser un escritor, al tener cierta afición a la escritura. Sin embargo, mientras pensaba, un "conocido" me encontró en el parque. Gareth Stilson. Un bravucón de cochambre, que solía molestarme en la escuela cuando eramos niños al que le tengo cierto "apego", ya que salió con Sarah por un tiempo, siendo para mi sorpresa una pareja fiel.

Sin verme desde que nos graduamos, me saludó con un molesto estrecho de manos, al no parar él de agitar su mano. Luego de preguntar por Sarah, me preguntó qué hacía aquí. Le dije que estaba pensando en mi futuro, y que no sabía qué hacer. Conocedor de mi padre y mi odio hacia él, me sugirió de ser un científico. Me negué de inmediato, a sabiendas de que me lo preguntó a propósito. Viendo mi reacción, me dijo que debería ser un científico no para ser como mi padre, sino porque tengo cierto talento con las ciencias. Y al ser un fiel creyente del "destino escrito", me dijo que solo sería reconocido por ello, y no por otra cosa que yo quisiese ser. Lo que me dijo me enfadó tanto, que le dije que se largara, a lo que él accedió, no sin antes disculparse por haberme ofendido.
Con el humor para abajo, pensé en el reconocimiento. Yo no creo en esa mierda del destino escrito. Yo quería ser algo diferente a mi padre. Básicamente, quería ser lo opuesto a él. Golpeador, alcohólico, bravucón. No quería ser todo eso. Ni tampoco un científico. Pero tampoco estoy seguro de qué quiero ser yo exactamente en el futuro.

Y fue entonces en ese momento, cuando un extraño tipo se apareció de la nada ante mí. Pelirrojo, ojos verdes, y de aproximadamente veinticinco años. Me explicó que oyó la conversación que había tenido con mi amigo sobre mi futuro y el reconocimiento, interesándose por ello.
Pensé en decirle que se largara, pero había algo extraño en él. Sentí...que era de confianza, y por eso mismo, conversé con él. Se presentó como Steven, explicando que era el líder de una "organización" que reunía a varias personas que buscaban el reconocimiento cumpliendo el principal objetivo de ésta, que era el de "salvar el mundo". Habiéndome escuchado mencionar a mi padre, me dijo que el suyo era igual de "odioso" como sus hermanas y su madre, y que por culpa de todos ellos perdió a la persona que alguna vez amó, Julia. La describió como un regalo del cielo, al estar con él en todo momento, hasta su prematura muerte. Y que quería cambiar el mundo por eso, al encontrarlo "desagradable".
No le vi sentido a todo lo que dijo, pero aún así seguí sintiendo que era de confianza. Acto seguido, me invitó a formar parte de su organización, garantizando que si me unía, lograría lo que deseaba. No sabía que responder, así que no dije nada. Viendo mi reacción, Steven me dio una semana para pensarlo, explicándome que de aceptar y de estar seguro de hacerlo, nos encontraríamos en la mansión abandonada de Akatoikitos del pueblo.

De vuelta en casa, me quedé pensando en lo ocurrido en el parque. Jamás había hablado tanto tiempo con un desconocido, hasta el punto de conocerle y aprender su motivación de "cambiar el mundo". Aún así, tenía cierta desconfianza. Nunca antes lo había visto, hasta su repentina aparición allí, y que me invite a su organización el mismo día que nos conocemos es algo extraño por así decirlo. Decidí no contarle a nadie de esto, para no causar preocupaciones.
Pensé en no ir, pero sus palabras me causaron curiosidad, por lo que supuse que ir para conocer un poco más de su organización no estaría mal. Así que una semana después, fui a la mansión de Akatoikitos. Cuando llegué, encontré el lugar algo tétrico. Si bien me he pasado algunas veces por ahí, nunca estuve dentro para reunirme con alguien. De todos modos, entré, llevándome la sorpresa de encontrar el lugar bastante decorado, con globos, ornamentos, equipos de radio, y hasta una bola de espejos en el techo. 
Era bastante raro para ser una casa abandonada. Fue entonces cuando escuché una voz, que provenía del piso de arriba. Se trataba de Steven, que me escuchó entrar, sabiendo de algún modo que era yo. Me pidió que subiese, lo cual hice.

Subiendo las escaleras, encontré varias puertas cerradas, y una entre abierta, donde varias voces se podían escuchar de allí. Sabiendo que estaba allí, entré. Al abrir la puerta, me llevo un gran susto al encontrar la sala oscura, y con varios ojos rojos, mirándome atentamente. Pensé en irme de inmediato, al escuchar a esos ojos hablar de mí como un "pringado", "niñato", o incluso "comida". Pero de repente, Steven calló a todos, e iluminó la sala...sin siquiera tocar el interruptor de luz, que se encontraba a mi lado.
Al iluminarse el cuarto, descubrí a varios hombres con él, vestidos cada uno con un chaleco emplumado, que me miraban con algo de desprecio. Menos uno, de pelo naranja, que me miraba con una perturbadora sonrisa, al poseer dientes afilados, la piel pálida y la ausencia de las cejas. Luego me dirigí hacia el hombre por el que había venido a la mansión. Él me explicó que ellos son los miembros actuales de su organización, los cuales se presentaron uno por uno.

El primero fue Fuunra del Aire, un aparente "payaso" por así decirlo, al usar una extraña peluca de color verde y una nariz roja. Luego siguió Vortaxio de la Gravedad, de pelo negro, que tan sólo se limitó a decirme "Mucho gusto" antes de apartar la mirada, con una actitud algo vanidosa. Después se me presentó Glacius del Hielo, cuyo cabello azul me causó cierta intriga, así como sus pocas palabras. El cuarto fue Finem de la Sangre, al cual encontré aterrador por su apariencia y sus dientes... y su constante risa. Y el quinto fue Antlar de la Hierba, de pelo naranja y ojos verdes, que me dio la bienvenida de manera educada con un acento británico, mostrándose como la mano derecha de Stroyer del Fuego.
Antes de preguntar quién era Stroyer, los últimos tres tipos me dieron la bienvenida  uno tras otro mezquinamente y sin ningún respeto. Flashodan de la Luz, un hombre asiático de cabello rojizo, me llamó cara de pene, lo cual me molestó mucho. Luego, Morbor del Hierro, un tipo robusto de cabello blanco y mirada fija, me mostró el dedo medio. Y finalmente, Hydrust del Agua, un chico un poco más grande que yo, con el cabello azul y más oscuro que Glacius, me habló de manera afeminada, y riéndose de mi cara.

Molesto por sus actitudes, me estaba por quejar de ellos, hasta que Steven los calló. Luego, se presentó como "Stroyer del Fuego", y procedió a hablar de su organización. Ellos se hacían llamar "Los Fragmentos de Omega", y tenían como misión "traer de regreso al Ente Omega", un dios que fue conocido como "La Última Vida", o el "Ente Yin", para poder salvar el mundo con su poder.
Yo no entendía nada de lo que decían, pero Steven explicó que él, junto con el Ente Alfa, "La Primera Vida" o "Ente Yang", cuidan de este planeta desde las sombras, aún con sus cuerpos destruidos y fragmentados, equilibrando la vida y la muerte como si ambos se trataran de una balanza. Y que el propio Ente Alfa lo había escogido desde que era niño para salvarlo todo, enseñándome una pluma blanca y demasiado grande, que dijo que provenía del mismo Ente, y que se la dejó como prueba de que tenía una misión que cumplir.

Estuve a punto de reírme de lo ridículo que sonaba por dentro, pero por otro lado lo encontré crédulo, al explicarme "Stroyer" que él y todos sus esbirros podían controlar cada uno de los doce elementos de la naturaleza. Fuego, Agua, Aire, Hierba, Luz, Hielo, Hierro, Gravedad, Sangre y Alma. Y que sólo faltaba encontrar a una personas que controlase el elemento Tierra, ya que ahora había hallado al portador del elemento Rayo. Sabiendo que hablaba de mí, me atreví a preguntarle si todo esto de los Entes era de verdad cierto. Señalándome un maniquí que había en la misma habitación, de repente me asombro al ver cómo de su dedo índice creó fuego, el cual consumió a la misma figura. Esto me asustó un poco, pero a la vez, me fascinó, por lo que decidí de inmediato volverme un miembro de esta organización, sin tener en cuenta el precio a pagar, el "sacrificio" a dar.

Observando mi fascinación, sacó de su bolsillo una especie de canica metálica, que se trataba en realidad de una nanomáquina esférica, con el diminuto símbolo de un relámpago grabado en él, y me lo entregó. 
Lo presentó como un dispositivo elemental, un aparato que otorgaba el poder de un elemento, en este caso el Rayo. Luego, me pidió que me arremangara cualquiera de los brazos e insertara el dispositivo en él. 
Me arremangué el brazo derecho, pero no supe cómo meterme el aparato en él, hasta que Steven me pidió que oprimiera un minúsculo botón que había en él. Al oprimirlo, una aguja salió de la base, y penetró en mi piel. Al principio dolió un poco, pero me sorprendió cómo además de una aguja salieron unas pequeñas "armas" que se ajustaron a mi brazo, actuando como una especie de soporte. Terminado esto, él me ordenó extender mi mano derecha hacia lo que quedó del maniquí, y actuar como si pudiera crear rayos. 
Lo hice, y para mi asombro, generé electricidad, como si yo fuese una especie de cable suelto o algo así, destruyendo el resto de la figura.

Algunos de los otros sujetos se asombraron al ver mi buen control elemental. Antlar me dijo que no estaba mal para ser mi primera vez, mientras que Morbor añadió que podría manipular el rayo mejor que yo mofándose. Le ignoré, y para estar seguro, Stroyer me preguntó si de verdad quería ser uno de ellos, aceptando cualquier sacrificio para "cambiar el mundo". Sin pensarlo bien, acepté, al quedar fascinado con el control elemental, recibiendo la bienvenida de parte de Steven como "Railo del Rayo". Luego, pregunté por curiosidad si ellos decoraron la mansión para darme alguna clase de bienvenida, entregándome un chaleco emplumado idéntico al que usaban los demás, que terminé poniéndome. Me sorprendí cuando vi cómo se pusieron escépticos todos. Fuunra me preguntó si acaso estaba drogado, cosa que afirmó con descaro Flashodan para mi molestia. Confundido, pregunté entonces quién decoró la mansión.

Interrumpiendo, Vortaxio me dijo que la casa ya estaba decorada cuando ellos llegaron. Entonces, de repente, escuchamos muchísimas pisadas. Pisadas que vienen de abajo. Alarmados, todos mis nuevos compañeros miraron con seriedad la puerta. Sin entender qué estaba ocurriendo, Antlar me pidió que retrocediera, cosa que hice. Las pisadas aumentaron. Pasaron del piso inferior hasta arriba, a la vez que escuché a las demás puertas abrirse. Y cuando la misma puerta de la sala donde nos encontrábamos se abrió, un tipo de negro, con el símbolo de lo que parece una estrella blanca en el pecho, y equipado con una especie de visores, apareció ante nosotros. Estuvo a punto de gritar "despejado", antes de llevarse la sorpresa de encontrarse a Steven, el cual, para mi horror, lo mató al instante quemándolo vivo. 
Segundos después, otro sujeto de negro se apareció, sólo para ser asesinado como su compañero.

Asustado, pregunté qué diablos estaba ocurriendo. Él me explicó que ese era un Gladio, soldado al servicio de sus enemigos principales, las Sectas Astrales, unas organizaciones que también creen en la existencia de los Entes Alfa y Omega, y que quieren impedir su misión de "salvar el mundo", al considerarlo un terrorista.
Sin entender, estuve a punto de largarme, pero Glacius me detuvo. Mirándome con frialdad, me preguntó si acaso quería abandonar la organización, tras haberme unido hace unos segundos. Yo dije que no quería matar a nadie, pero Stroyer, interrumpiendo, me dijo que mi trabajo como "Fragmento de Omega" empezaba ahora mismo, y que de no ser por la intromisión de los Gladios y mi inconsciente aceptación a unirme a su organización, tal vez me hubiera dejado ir ya.
Y en ese mismo momento, comenzamos a escuchar una música de disco, proveniente de abajo. Pensando que de algún modo habrían más de ellos, Antlar sugirió de ir a echar un vistazo. Como mano derecha de la organización, le ordenó a Flashodan que apagara las luces, utilizando su poder elemental para ello. Todo se volvió oscuro. Ahí me di cuenta cómo ellos prendieron la luz de la habitación.

A la vez que salimos de la sala, Vortaxio miró hacia la izquierda, donde una de las ventanas del piso superior se encontraba rota y con pedazos de vidrio esparcidos por el suelo, señalando que los Gladios debieron entrar por allí. Encontrándolo irónico, Hydrust comentó por qué entrarían por la ventana si podían haberlo hecho por la entrada principal. Y fue cuando me percaté, de que tal vez sería por que otras personas aparte de nosotros y de los tipos de negro, habían entrado por allí.
De algún modo, guiándome por la música de disco, recordé que Zack y Sarah estaban buscando un lugar para realizar nuestra fiesta de graduación. Horrorizándome aún más de lo que estaba, recé en mi mente porque ellos no estuvieran aquí. Mientras bajábamos por las escaleras, escuchamos las quejas de varios chicos, que querían que la luz volviera, al mismo tiempo que la música corría.

Y cuando Flashodan iluminó la sala... divisé a todos mis compañeros de clase, vestidos de gala, inquietándose por la presencia de Stroyer y sus esbirros. Escondiéndome detrás de él, divisé también a mi mejor amigo, a mi hermana, e incluso a Gareth, que ignoraban mi presencia. Confundido, Fuunra le pregunta a su líder qué deberían hacer con ellos. Imploré que esto fuera tan sólo un sueño cuando ordenó...que los mataran a todos, por "interferir en su camino".
Lamentablemente, para mi más profunda desgracia, supe que no lo era. De repente, todos mis compañeros intentaron marcharse asustados, pero repentinamente, Antlar creó del suelo varias plantas que bloquearon la entrada a la mansión, y que incluso atraparon y estrangularon a varios de los presentes. Luego Finem se abalanzó sobre una pareja para morder con brutalidad sus brazos hasta arrancárselos y comérselos. También, Vortaxio creó unas especies de bolas negras que al impactar contra algunos de mis compañeros, explotaron, causándoles la muerte. Sólo Fuunra se vio incapaz de seguir la sanguinaria orden de Stroyer, al igual que yo. Hasta que veo a Glacius, Flashodan, Morbor e Hydrust acercarse a Zack, Sarah y Gareth, quien en un acto de valentía, intentó enfrentar a los cuatro con el fin de permitir que ellos dos intentaran escapar. Vi con asombro cómo mi hermana lloró por no querer dejarlo solo, hasta que mi amigo se la llevó consigo hasta una de las habitaciones de la planta baja. Corrí de inmediato hacia él para intentar salvarlo, pero fue demasiado tarde. Glacius creó con su mano izquierda una estalactita de hielo con la cual atravesó su cuello, matándolo al instante.

Encontrándome sobre él, casi a punto de llorar, recordé entonces que los otros tres compañeros de su asesino fueron en busca de Zack y de Sarah, por lo que a con toda prisa, ignorando las advertencias de Glacius, quien me decía que debía cumplir con las órdenes de Stroyer.
Mientras muchos de mis compañeros y de los invitados morían, encontré a Hydrust entrando a una habitación oscura, a la cual entré también con el mayor sigilo. Y una vez que Flashodan iluminó la sala, divisé a mi mejor amigo y a mi hermana abrazados, y escondidos detrás de un sofá. Sin embargo, creando una bola de metal y arrojándola con violencia hacia el asiento como para lograr apartarlo a la fuerza, Morbor los halla. Sonriendo y deleitándose con los llantos de Sarah, comentó con crueldad que despedazará su cadáver por ser una mujer, mientras que decapitará a Zack y pondrá su cabeza sobre el cuerpo de ella antes de desmembrarlo. Quejándose, Hydrust comenta que quiere ser él quien los mate, ahogándolos con sus "cascos de agua", pero a la vez, Flashodan exclama que él quiere cegarlos antes de que cualquiera de los dos los mataran.

Aprovechando la discusión, y sin querer perder a mis dos seres queridos, me acerco hacia los tres sujetos. Y una vez que estoy detrás de ellos, los atravieso a cada uno sin pensarlo con mi mano derecha cargada de electricidad. Muriendo a causa del inesperado golpe, escucho cómo Hydrust gime como una mujer antes de caer muerto, mientras que Morbor y Flashodan se maldicen por dejarse matar por mí.
Luego me dirijo a Zack y Sarah, quienes me reconocen horrorizados. Nervioso y sin querer hablar me limité a decirles que había que salir de aquí. Buscando una salida, veo la ventana de la habitación, revelando fuera el gran bosque de Little Moon. Entonces, creando electricidad una vez más, destruyo la ventana, y parte de la pared en el acto, escapando con los dos hacia el exterior.

Mientras huimos en medio de los árboles, de repente Zack se detiene. Aterrorizado por la masacre que estaba ocurriendo en la mansión, y por verme con la misma vestimenta que los tipos que comenzaron a matar a sus compañeros, me exigió una respuesta, ignorando a Sarah, que tan sólo quería largarse.
Intenté decirle que no sabía nada, que no sabía que la fiesta se haría allí. Escuchándome un poco, me preguntó con rabia si acaso boté mi teléfono móvil para no ver los mensajes que me había enviado con respecto a eso, pese a haberle dicho que no me interesaba hacer la fiesta. Quitando el teléfono de mi bolsillo, encontré los quince mensajes sin leer, y luego pregunté por Nidia y Jerome.
Bastante devastada, Sarah me dijo que Jerome estaba en casa de una de sus varias novias, y que Nidia aún no había venido a la mansión, por suerte. Luego, Zack la calla y me demanda saber si acaso yo estoy con ellos, si acaso yo odiaba a mis compañeros, y si acaso yo lo odiaba a él y a mi hermana.

No sabía que responder. Cualquiera que fuera la respuesta, sabía que él no me entendería. Intenté decirle que había que seguir huyendo ya que los Fragmentos de Omega lo matarían, pero no me hizo caso. No paró de preguntarme qué estaba haciendo yo con ellos, ignorando que yo había salvado su maldita vida, a costa de matar por primera vez. Su insistencia me molestó tanto, que perdí el control de mí mismo. ¡Deseando que cerrara su puta boca, generé electricidad y corrí hacia él para atravesar su pecho!
¡Fue ahí cuando recobró por un momento la cordura! ¡Y también....cuando mi hermana, bastante angustiada, quiso detenerme interponiéndose en el medio.....! Y como consecuencia, la atravesé. La maté, sin querer, al estar cegado por la ira y la locura. Antes de caer al suelo, me miró horrorizada, y soltando una lágrima. Al observar cómo se desplomó, y cómo Zack se arrodilló totalmente traumatizado, grité de horror, y me largué corriendo, abandonándolos...

...Pasadas unas horas, a la vez que veo desde un rincón oculto a la policía llegar, los demás Fragmentos de Omega me encuentran, entre ellos Steven. 
Al verle, lo insulté por haberme inmiscuido en su maldita organización, sin haberme dicho nada de matar a las personas. Con seriedad, me respondió que todo se vale y todo se pierde en su misión. Que los sacrificios son inevitables. Y además, que yo mismo me había inmiscuido solo. Que debí imaginar que esto iba a pasar en el momento que usé mi poder elemental.
Muy molesto y frustrado, supe que tenía razón. Y a la vez, me castigué a mí mismo. Por no pensar en las consecuencias. Por mi egoísmo. Y por haber "sacrificado" a mis seres queridos para convertirme en el Fragmento de Rayo... Como castigo, me veo obligado a ayudar a Stroyer a salvar el mundo, cosa que por un lado me motiva, en un intento de impedir que haya más muertes y personas como yo...

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