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2-Mañana bizarra

7 de la mañana

Cuando una persona cae inconsciente a causa de la fatiga extrema, se vuelve incapaz de mostrar resistencia alguna, e incluso de despertar en horas. Esto se debe a que el cerebro también cae agotado, y al ser un órgano de vital importancia del cuerpo humano, necesita de un largo tiempo para recobrar tanto las funciones como las energías perdidas.

Por esas razones, la persona tampoco es capaz de tener sueños durante su descanso. Sólo se manifestará una profunda negrura hasta su despertar...

Pero en este caso, las luces se prenden.

Un blanco puro se manifiesta ante Soleyu, que aparece tendido en una cama, dentro de lo que parece ser una habitación de hospital. Inmóvil, y sin tener control de su cuerpo, no tarda en percatarse de que está soñando. O más bien, recordando el día en el que fue dado de alta de uno de los hospitales de Manhattan, ya que logra reconocer cada uno de los elementos del cuarto, como la ventana, los sueros conectados a su brazo, e incluso la televisión adherida a una de las paredes.
También recuerda, muy pero muy vagamente, a la doctora que le dio el alta. Porque de repente, siente cómo su cabeza es acariciada con ternura por una misteriosa mujer a la cual no le consigue ver el rostro, debido a que no puede siquiera mover los ojos.

No obstante, sabe que quien quiera que fuera esa señorita, no le hizo daño alguno aquella vez. Tan sólo se limitó a decirle lo siguiente antes de retirarse:

-...Acabas de obtener el alta médica, Soleyu... y una gran cantidad de dinero en una cuenta bancaria registrada a tu nombre... En unas horas ya podrás irte...Y podrás moverte sin cesar por toda la ciudad...hasta que recuerdes quién eres. Adiós...

-Es...pera... ¿Quién...? - intentó preguntarle, confundido, sólo para verla irse. Él sabía, que de alguna forma, esa mujer lo conocía personalmente. ¿Pero de dónde? 

Y antes de que empezara a pensar en ello, el recuerdo se desvanece, por lo que la oscuridad regresa su mente.

Ninguna luz, ningún color, a excepción de un negro profundo, incluso más intenso que aquel callejón donde Raimundo Cortez fue asesinado, se encuentra frente a sus ojos grises.
Confundido, Soleyu se pregunta, e incluso pregunta alrededor en donde está. Sin embargo, no encuentra ninguna respuesta a su pedido. Al menos inicialmente.
Porque de pronto, un sonido inquietante comienza a escucharse. Como si se tratase del grito de alguien que corre o escapa sin cesar de algo desde lejos, el sonido aumenta hasta convertirse en una inquietante risa. Una risa que de algún modo le es familiar...

-JAJAJAJAJAJAJAJA.

La carcajada es tal que logra asustar de nuevo a Soleyu, quien intenta buscar de dónde proviene dicha risa, que todavía continúa. No faltaría mucho para que su calma ya estuviera por rebasar el límite de tolerancia posible. Y más después de encontrarse a un asesino con ojos rojos.

-¿¡Quién es!? - exclama, con un tono pavoroso.

En consecuencia, la “voz” deja de reír. 

-...Soy "yo"...- le contesta esa voz, indiferente.

Y es ahí, cuando ante él emerge un destello rojizo, del cual comienza a formarse una silueta con cada partícula de luz, hasta adquirir el tamaño del propio corredor. Por no añadir que una larga cola surge también de la parte posterior a la velocidad de un látigo.
Ante esta inesperada aparición, que parece algo salido del propio infierno, Soleyu se muestra obviamente atónito. Sus nervios se incrementan aún más. Su corazón palpita a gran velocidad. E incluso palidece del horror, cuando descubre que el rostro de lo que sea que se estuviera formando frente a él termina de construirse. ¿Qué sería entonces aquello?
La respuesta tendrá que esperar, pues la figura desaparece tan pronto como estaba por aparecer, junto con la oscuridad que rodeaba tanto a ella como al corredor. 

Éste había vuelto a la realidad. 

-¡AH...! ¿Do...dónde... estoy? - se pregunta, nada más despertar. 

Muy confundido, se rasca los ojos. Y de pronto se lleva la gran sorpresa de encontrarse en su propio apartamento de tres ambientes. Acostado en su sofá, ve tanto su televisor como su mesita. La reacción que padece es tal, que incluso ignora la caída de un vaso que había en dicha mesita, derramando el agua que contenía por el piso.

-¿Pero qué demonios...? - dice Soleyu, al mismo tiempo que se pregunta si aún continúa soñando.

Aún desconcertado, y sin creerse nada de lo que había pasado, se levanta y examina su sofá con el tacto, y luego su alrededor con la vista. Al cabo de un rato concluye que de hecho, despertó en su propia casa.
Lo que entonces lo lleva a preguntarse dos cosas; la primera: ¿cómo es que llegó de vuelta si acabó desmayándose en plena calle al huir de aquel asesino?; y la segunda: ¿qué había sido aquella “pesadilla” que acababa de tener?.
Así que, sin saber cómo responder a esas dudas, Soleyu toma el control remoto de la mesita y enciende su televisor para ver el canal de las noticias, con el fin de encontrar algo que pudiese resolver sus problemáticas. Tiene la suerte de encontrar un canal de noticias en el momento apropiado:

PRIMICIA
EL ALCALDE DE NUEVA YORK, MUERTO.

-¡Esta es una terrible noticia para nuestros ciudadanos neoyorquinos! ¡La noche anterior, el alcalde de la ciudad, Gilbert Rosemberg, ha muerto junto a su mujer Giselle y sus tres hijas Ariadna, María y Camille en un incendio ocurrido en su hogar! La policía investiga en este mismo momento si este trágico evento pueda tratarse de un accidente, o de un homicidio…

El sorprendente descubrimiento provoca que Soleyu deje caer el control remoto al piso mojado.

-¿El alcalde, asesinado...? ¿Qué está pasando aquí? - se pregunta, sin creérselo. El alcalde había sido asesinado junto a su familia la noche anterior... ¡Justo cuando el corredor había descubierto a un delincuente morir a manos de un misterioso asesino!

Sin embargo, aunque la inesperada noticia le sorprende, no le ayuda a aclarar lo que le pasó anoche en absoluto. De hecho, lo lleva a preguntarse si aquel individuo de ojos rojos tuvo algo que ver con este incidente también. Por no decir que ni se ha mencionado aún el asesinato de aquel hombre asesinado por este mismo sujeto. ¿Acaso ese desgraciado también tendría relación alguna con la muerte del alcalde?
Sin saber nada, y con más dudas de lo normal, el corredor se levanta y abre la ventana de su casa, buscando un respiro. Con inseguridad, contempla entonces el tránsito y a la gente caminar por la ciudad de Manhattan.

Por otro lado, desde la calle, alguien descalzo, y vestido con un gran abrigo marrón y cubierto por una capucha parece ignorar a la gente que mira su aspecto. Con indiferencia, mantiene sus ojos fijos en la ventana de un apartamento del quinto piso de un complejo, donde precisamente está Soleyu. Después de verle por un par de segundos, se marcha...

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