¿Vivir tiene su precio? ¿Es el
destino algo que uno mismo se puede construir? De ser así, ¿por qué existe entonces el
“destino escrito”? ¿Ciertas personas se cruzan por mera casualidad o porque el destino
“así lo quiso”?
2008. Medianoche.
Allí, en una estación de trenes, luego de un largo viaje por los túneles, un ferrocarril se detuvo. Por encima del transporte, mientras una multitud salía de los vagones como si fuesen hormigas, un individuo se puso de pie.
Su presencia fue ignorada tanto por la muchedumbre que por el conductor del tren, ya que a nadie parecía importarle otra cosa más que regresar a casa o ir a trabajar. Por lo que, despreocupado, saltó del ferrocarril hacia los oscuros túneles, donde se perdería a través de una bifurcación en las vías. No se preocupó siquiera por ser arrollado, ya que su destino no estaba tan lejos. Ni siquiera se desorientó con la casi total oscuridad, apenas invadida por las luces. ¿Por qué? Porque sus ojos fueron su guía, y a la vez sus linternas en este oscuro túnel.
Allí, en una estación de trenes, luego de un largo viaje por los túneles, un ferrocarril se detuvo. Por encima del transporte, mientras una multitud salía de los vagones como si fuesen hormigas, un individuo se puso de pie.
Su presencia fue ignorada tanto por la muchedumbre que por el conductor del tren, ya que a nadie parecía importarle otra cosa más que regresar a casa o ir a trabajar. Por lo que, despreocupado, saltó del ferrocarril hacia los oscuros túneles, donde se perdería a través de una bifurcación en las vías. No se preocupó siquiera por ser arrollado, ya que su destino no estaba tan lejos. Ni siquiera se desorientó con la casi total oscuridad, apenas invadida por las luces. ¿Por qué? Porque sus ojos fueron su guía, y a la vez sus linternas en este oscuro túnel.
No le tomó mucho tiempo llegar a lo que es la puerta a otro camino. Se trataba de una de las tantas salas de mantenimiento que hay por las vías, que además conducen a la superficie de la ciudad en caso de una emergencia. Que esté reservada sólo para los mecánicos no significó nada para el individuo, ya que por medio de una patada logró abrir su salida hacia las calles.
Pero entonces, justo cuando estuvo por avanzar, se detiene. Sintió que algo venía desde un lugar lejano, como si se tratara de otro tren. Pero supo al instante que no fue así, porque de lo contrario tendría que haberlo escuchado aproximarse.
Entonces se dio cuenta, de que lo que se acercaba hacia él no venía de los túneles, sino de un lugar más lejano y recóndito. ¿Qué podría ser ese lugar?
Su propio pasado.
Nostálgico, se puso de espaldas contra una de las paredes aledañas, mirando hacia el fondo negro y débilmente iluminado de la dirección contraria por la que vino. Divisando apenas un andén lejano, comenzó a preguntarse cuánto tiempo había pasado desde aquel día en el que su vida cambió.
Diversos recuerdos aparecieron en su mente, uno tras otro, como si estuviera viajando nuevamente en un tren a través de los diversos túneles de su memoria. Sucesos de su vida que lo marcaron para bien como para mal le recordaron que aún no había perdido su humanidad, a pesar de haberlo perdido todo.
Este viaje interno, sin embargo, terminaría en cuanto un tren le pasó por al lado, casi a la velocidad de un rayo. De vuelta a la realidad, este individuo no perdió más tiempo y se marchó por la sala de mantenimientos hacia las calles de la ciudad…
Pero entonces, justo cuando estuvo por avanzar, se detiene. Sintió que algo venía desde un lugar lejano, como si se tratara de otro tren. Pero supo al instante que no fue así, porque de lo contrario tendría que haberlo escuchado aproximarse.
Entonces se dio cuenta, de que lo que se acercaba hacia él no venía de los túneles, sino de un lugar más lejano y recóndito. ¿Qué podría ser ese lugar?
Su propio pasado.
Nostálgico, se puso de espaldas contra una de las paredes aledañas, mirando hacia el fondo negro y débilmente iluminado de la dirección contraria por la que vino. Divisando apenas un andén lejano, comenzó a preguntarse cuánto tiempo había pasado desde aquel día en el que su vida cambió.
Diversos recuerdos aparecieron en su mente, uno tras otro, como si estuviera viajando nuevamente en un tren a través de los diversos túneles de su memoria. Sucesos de su vida que lo marcaron para bien como para mal le recordaron que aún no había perdido su humanidad, a pesar de haberlo perdido todo.
Este viaje interno, sin embargo, terminaría en cuanto un tren le pasó por al lado, casi a la velocidad de un rayo. De vuelta a la realidad, este individuo no perdió más tiempo y se marchó por la sala de mantenimientos hacia las calles de la ciudad…
Junio de 2009.
Son las 2 de la madrugada en la lúgubre ciudad de Manhattan, Nueva York.
Sí, Nueva York, que hoy en día es tristemente célebre por la ola de delincuencia que fluye desde el año anterior por motivos que aún no están claros. Porque mientras unos claman que se debe a los recientes cambios económicos, otros reiteran que las causas de los crímenes son la corrupción y la falta de seguridad como de policías cuidando las caóticas calles.
Pero cualquiera sea la verdadera
razón, se ignora completamente en estos tiempos, ya que se le suele dar
importancia a cosas inútiles y pasajeras, en lugar de prestar
atención a las cosas útiles y duraderas como la vida misma de cada ser humano. Porque de todo lo que existe en este mundo, la vida tiene su propio y único valor. Comparada a ella, el dinero no vale nada. La vida de cada persona no puede comprarse, ni tampoco venderse por efectivo. Si se pierde, se pierde para siempre.
A causa de eso, existen personas
que sólo se preocupan por sus bienes materiales o por sí mismas; aquellas que suelen
menospreciar a quienes piensan en los demás sólo por las diferencias tantos personales como sociales; y otras que se preocupan por todos, pero que se abstienen de
ayudar por el miedo a ser odiadas por la sociedad; y finalmente, personas a las que les da igual la vida de
otros o incluso la suya propia.
Así mismo, también existen aquellas personas...que creen poder determinar la vida de los demás.
Así mismo, también existen aquellas personas...que creen poder determinar la vida de los demás.
Y en un rincón de la ciudad, estaría por suceder algo que lo cambiará todo. Algo, que no sólo conectaría las vidas de ciertas personas, sino que también las cambiaría completamente, en un viaje hacia un futuro tan inesperado como desconocido.
Donde tal vez, los misterios se conviertan en respuestas, que a la vez conducirán a nuevos caminos...
En medio de la noche, un hombre camina por un callejón sinuoso de Manhattan. Sin decir ni una palabra, comienza a mirar tanto el horizonte como a las paredes que lo rodean. Lo que le depara a unos metros, en un camino angosto y con algunos botes de basura en medio, no es más que una verja de aproximadamente el doble de su tamaño.
Nada más descubrirla, se detiene. Desde la corta distancia la examina detenidamente. La verja de metal está hecha de alambres, que se unen entre sí formando un patrón horizontal de rombos, uno al lado del otro. Y el espacio entre rombos es lo suficientemente angosto como para meter una mano entera en ellos.
Entonces, con una ligera mueca, se quita las manos de los bolsillos. Con una patada al suelo, comienza a correr. Y a una velocidad comparable a la de un felino, llega en segundos hacia la verja, la cual comienza a escalar una vez que extiende cada uno de sus dedos. Sintiéndose una lagartija escalando una pared, pronto saltaría hacia el otro lado tras llegar a la cima.
Y luego habría caído al suelo, del cual se levantaría a pie para seguir tranquilamente su camino. Pero no. Terminaría cayendo encima de un auto estacionado, que de inmediato activa el sistema de alarmas como si tuviera instinto. Ante los ojos de cualquiera, esto supondría un intento de robo. Pero a él no le importa, porque sale ileso, sin que nadie pudiera verlo en esa estación privada de autos.
Tras pararse de nuevo, echa un vistazo alrededor. Hecho esto, se retiraría de ese garage al que llegó de un salto...mediante otro salto. Porque desde el mismo auto sobre el que cayó, salta hacia la cornisa de un pequeño edificio adyacente. Sus manos se aferran a ella con fuerza. Y a paso lento, los dedos se mueven hacia la derecha, al igual que el cuerpo del sujeto, que no parece temblar en absoluto por la presión ejercida para sostenerse.
No obstante, el temblor no tardaría en hacerse presente. Y cuando ya no lo puede soportar más, el hombre decide soltarse y caer de pie al vacío. Sin hacerse daño alguno, termina por frotarse la frente, lo que lo haría darse cuenta de cuan sudado está.
-Ufff... Qué cansado estoy…No he conseguido nada después de todo…- se dice a sí mismo este hombre joven, vestido con una gabardina y pantalones negros, que comienza a caminar hacia su hogar, completamente solo.
Después de muchas maniobras y saltos realizadas durante la tarde, el cansancio comienza a apoderarse de él. Había gastado casi todas sus energías en su hobby habitual, el Parkour. También conocido como el “arte del desplazamiento”, el parkour consiste en atravesar cualquier obstáculo del camino por medio de las habilidades del cuerpo humano, con el fin de superarse a sí mismo y ser lo más veloz posible.
Sin embargo, ése no es el fin con
el que Soleyu practica este “deporte”. Lo hace por algo más. Algo que parece causarle mucha nostalgia, ya que se detiene por un momento a mirar sus manos, todavía temblorosas por el esfuerzo gastado.
Pero en lugar de examinarlas por el cansancio, centra solamente su atención en su mano izquierda. Dicha mano, al igual que el resto de su antebrazo, está cubierta por varias vendas, dándole un aspecto momificado. Tales vendas parecen cubrir, más que su antebrazo y mano, un misterioso secreto. ¿Una herida del pasado, una cicatriz sanando, o tal vez...un arma de destrucción masiva?
Ni siquiera él parece saberlo muy bien, ya que hasta entonces nunca se había quitado dichas vendas. Se mira entonces, por ambos lados, la mano vendada mientras camina. Examina sus dedos e incluso sus propios nudillos, sin encontrar nada fuera de lo común...
Pero en lugar de examinarlas por el cansancio, centra solamente su atención en su mano izquierda. Dicha mano, al igual que el resto de su antebrazo, está cubierta por varias vendas, dándole un aspecto momificado. Tales vendas parecen cubrir, más que su antebrazo y mano, un misterioso secreto. ¿Una herida del pasado, una cicatriz sanando, o tal vez...un arma de destrucción masiva?
Ni siquiera él parece saberlo muy bien, ya que hasta entonces nunca se había quitado dichas vendas. Se mira entonces, por ambos lados, la mano vendada mientras camina. Examina sus dedos e incluso sus propios nudillos, sin encontrar nada fuera de lo común...
-¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
De la nada, un repentino grito lo saca de sus propios pensamientos para sumergirlo en otros. A juzgar por el nivel del sonido, el grito parece provenir de otro callejón cercano a donde se encuentra Soleyu.
De la nada, un repentino grito lo saca de sus propios pensamientos para sumergirlo en otros. A juzgar por el nivel del sonido, el grito parece provenir de otro callejón cercano a donde se encuentra Soleyu.
-¿¡Qué ha sido eso!? Acaso fue…¿un grito?
Sin tener deseos de ir a ver qué ocurre en aquel callejón, otra vez silencioso, el corredor de Parkour intenta seguir su camino de vuelta a casa. Pero para su desgracia, la duda empieza a crecer tanto en su interior... ¿Qué fue eso? ¿Había alguien por allí en serios problemas?
-...Nah, a lo mejor debo estar soñando... - se trata de convencer - Quizás ha sido un gato, o un perro...
-...No es un animal.
Sin habérselo esperado, una voz estoica lo contradice.
-¿Quién... quién anda ahí? - contesta Soleyu, alarmado, y con la mirada por todos lados.
-Ve... ¡Ve allá!
-¿Ir? ¿Cómo que ir? ¡No lo haré! - vuelve a contestar, marchándose hacia su casa.
Tras una caminata larga, el corredor se habría quitado de encima a la voz, que lejos de sonar distante, parecía estar ya ausente. No pudo estar más equivocado.
-Estúpido... ¡Ve!
La voz, que continúa presente sin que haya alguien visible ante Soleyu, nuevamente lo intenta obligar a ir a investigar el origen del grito. Éste, por su parte, se ve completamente confundido. ¿Cómo es que esa voz sigue allí, hablándole a él? ¿A quién le pertenece? ¿Y por qué tiene un tono tan convincente como amenazante?
-Alguien está en apuros. Ve a averiguar qué está ocurriendo... Ahora.
-¡No! ¡Sal de donde estés! - ordena, nervioso.
-Ve... "Ahora".
La pronunciación final de esa palabra lo hace detenerse. ¿Su propia conciencia lo estría traicionando? ¿Está, de alguna forma, enloqueciendo? Soleyu no lo sabe. Pero sí sabe que eso que le está hablando no lo dejaría en paz hasta que decidiera buscar la fuente de aquel grito. Así que con cierta sumisión, le hace caso, metiéndose con cautela por un callejón en busca de la fuente de ese grito. Supuso a regañadientes que no le pasaría nada, siempre y cuando mantuviera la boca cerrada ante lo que sea que pudiera encontrarse.
-Mierda... Porqué estoy haciendo esto… Ya estoy al final de este callejón. Espera…¿Acaso eso es...? ¡Hay un hombre aterrado en el suelo, y seriamente lastimado! Se está arrastrando hacia atrás…¿Pero de quién?
Tras llegar al final del camino, encuentra lo que busca con más asombro de lo normal. El grito provenía de un hombre, barbudo y de un aspecto más desgraciado del que tiene ahora. Aterrado, y con su rostro sudando a cántaros, empieza a arrastrarse hacia atrás en un intento vano de escapar de alguien.
Soleyu se muestra sorprendido ante esto, y por el momento callado. Pero aún así, no puede evitar asombrarse aún más cuando descubre, a unos pasos del hombre, a un extraño individuo, de cabello rubio y vestido con un chaleco emplumado de color gris. Su oscuro traje, sumado a la misma oscuridad presente en el callejón, lo hace ver como una especie de verdugo que no pertenece a este mundo.
Soleyu se muestra sorprendido ante esto, y por el momento callado. Pero aún así, no puede evitar asombrarse aún más cuando descubre, a unos pasos del hombre, a un extraño individuo, de cabello rubio y vestido con un chaleco emplumado de color gris. Su oscuro traje, sumado a la misma oscuridad presente en el callejón, lo hace ver como una especie de verdugo que no pertenece a este mundo.
-Eres una escoria, Raimundo
Cortez. El "líder" declara que no mereces vivir por interferir en nuestras “misión”
y por la cantidad de atrocidades que has cometido. Viviste y vives para robar
las cosas de los demás. Deseas obtener cualquier bien material, aunque eso
implique el matar a una familia inocente para ello. ¿Acaso sentiste pena por
aquellos padres, o por aquellos niños que asesinaste? ¡NO!
Arrastrando su trasero hacia atrás, el desgraciado intenta suplicar por su vida.
-¡P-POR FAVOR, TEN PIEDAD! ¡NO
QUIERO MORIR! ¡PERDÓN POR NO TENER AQUÍ LA PIEDRA! ¡PUEDO CONSEGUÍRSELA, SI TAN SÓLO
ME DEJAN VIVIR! ¡PUEDO HASTA SERLES ÚTIL! ¡DÉJENME SER UNO DE USTEDES! ¡DEJARÉ DE LADO LA LEALTAD
HACIA MI….!
-¡CÁLLATE! – grita con ira el individuo - ¿¡ACASO ESTÁS PENSANDO EN LA FAMILIA QUE MATASTE!? ¡NO ERES MAS QUE UN MALDITO DESGRACIADO! ¡TAN SÓLO MUERE!
Es en ese momento que ocurriría algo tan sorprendente como espeluznante. Porque mediante la extensión de su mano derecha, el misterioso sujeto comienza a generar a
voluntad electricidad, cubriendo con ella su brazo y mano de ondas eléctricas azules. Luego, se aproxima
hacia un aterradísimo Raimundo, lo toma del cuello y atraviesa su pecho,
matándolo y electrocutándolo al mismo tiempo.
Éste, por su parte, soltó otro escalofriante grito que cesó a los pocos segundos…
Éste, por su parte, soltó otro escalofriante grito que cesó a los pocos segundos…
-¿¡QUÉ DEMONIOS!? – se dice de
inmediato el corredor de Parkour, volviéndose incapaz de pronunciar otra palabra más ante el asesinato. Con impresión, ve cómo el cadáver del desgraciado cae al suelo, a la vez que un leve chispeo sale de su cuerpo inerte.
Ahora aterrado, Soleyu finalmente se percata de que había sido una mala idea haber venido, sobre todo por escuchar a una voz que lo incitó a hacerlo.
Y por si no fuera poco, aquel asesino mira hacia su dirección, como si lo hubiera detectado instintivamente con sus ojos rojos. Unos ojos rojos completamente brillantes, que logran aterrorizar al corredor si es que ya no lo estaba. Por lo que sin más preámbulos, abandona cuanto antes el lugar, aprovechando todas las energías que le quedan.
En medio de la huida, se maldice por haber ido allí. Y todo por hacerle caso a una voz que al parecer sólo él pudo escuchar. ¿Se trataría de su sentido común, de su consciencia? ¿Por qué tuvo que hacerle caso? Por satisfacer su propia curiosidad, terminó convirtiéndose en el posible blanco de aquel asesino.
Ahora aterrado, Soleyu finalmente se percata de que había sido una mala idea haber venido, sobre todo por escuchar a una voz que lo incitó a hacerlo.
Y por si no fuera poco, aquel asesino mira hacia su dirección, como si lo hubiera detectado instintivamente con sus ojos rojos. Unos ojos rojos completamente brillantes, que logran aterrorizar al corredor si es que ya no lo estaba. Por lo que sin más preámbulos, abandona cuanto antes el lugar, aprovechando todas las energías que le quedan.
En medio de la huida, se maldice por haber ido allí. Y todo por hacerle caso a una voz que al parecer sólo él pudo escuchar. ¿Se trataría de su sentido común, de su consciencia? ¿Por qué tuvo que hacerle caso? Por satisfacer su propia curiosidad, terminó convirtiéndose en el posible blanco de aquel asesino.
De todos modos eso no le supone una preocupación en estos momentos. Ahora nada le importa más que irse de allí lo antes posible. Corre, corre y corre, al mismo tiempo que siente que sus energías lo abandonan. Choca contra unos cubos de basura, pero no se detiene. Se golpea contra una pared, pero continúa con su huida, hasta que finalmente logra llegar a una calle. Con suerte, huiría libremente por la misma hacia su hogar, ya que se sitúa a un par de metros.
Lamentablemente, el cansancio extremo lo impide continuar, justo en ese momento.
Y antes de poder seguir adelante, cae víctima de un desmayo inesperado al suelo, tras agotarse lo poco que le quedaba de energía.
-No... ¡NO! Aún...no puedo...
A pesar de sus esfuerzos, Soleyu sucumbe así a la fatiga extrema. Pero antes de perder completamente la consciencia, visualiza a los pocos segundos de desmayarse, a una silueta que se aparece ante él.
Lamentablemente, el cansancio extremo lo impide continuar, justo en ese momento.
Y antes de poder seguir adelante, cae víctima de un desmayo inesperado al suelo, tras agotarse lo poco que le quedaba de energía.
-No... ¡NO! Aún...no puedo...
A pesar de sus esfuerzos, Soleyu sucumbe así a la fatiga extrema. Pero antes de perder completamente la consciencia, visualiza a los pocos segundos de desmayarse, a una silueta que se aparece ante él.
Al mismo tiempo, a lo lejos, una mansión de aspecto majestuoso se encuentra inundada en llamas. Los bomberos llegan al lugar de inmediato e intentan apagar el fuego, pese a que todos los que moraban dentro ya están muertos.
Todos, con la excepción de tan sólo unos niños pequeños, los cuales, totalmente traumatizados, son atendidos por los médicos.
Y es que, a pesar de encontrarse mucha gente allí, todos ellos ignoran por completo la presencia de una silueta, que observa desde lejos la vivienda en llamas antes de retirarse…
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